sábado, 30 de mayo de 2015

GIOCONDA BELLI “COMO GATA BOCA ARRIBA “

GIOCONDA BELLI 

“COMO GATA BOCA ARRIBA “



Te quiero como gata boca arriba, 
panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lagrimas y sonrisas
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría)

Te quiero como gata panza arriba
y me defiendo de huir,
de dejar esta pelea
de callejones y noches sin hablarnos,
este amor que me marea,
que me llena de polen,
de fertilidad
y me anda en el día por la espalda
haciéndome cosquillas.

No me voy, no quiero irme, dejarte,
te busco agazapada
ronroneando,
te busco saliendo detrás del sofá,
brincando sobre tu cama,
pasándote la cola por los ojos,
te busco desperezándome en la alfombra,
poniéndome los anteojos para leer
libros de educación del hogar
y no andar chiflada y saber manejar la casa,
poner la comida,
asear los cuartos,
amarte sin polvo y sin desorden,
amarte organizadamente,
poniéndole orden a este alboroto
de revolución y trabajo y amor
a tiempo y destiempo,
de noche, de madrugada,
en el baño,
riéndonos como gatos mansos,
lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados
a los pies del sofá de leer el periódico.

Te quiero como gata agradecida,
gorda de estar mimada,
te quiero como gata flaca
perseguida y llorona,
te quiero como gata, mi amor,
como gata, Gioconda,
como mujer,
te quiero.

ALEJO CARPENTIER "UNITED PRESS, OCTUBRE"

ALEJO CARPENTIER 

UNITED PRESS, OCTUBRE


para la condesa Anne-Marie Bernardette Berdin de Tassée

United Press, octubre,
un ciclón devastó Las Antillas.
El huracán abatió cada árbol.
Un rojo sol muy tímido
ascendió sobre el esqueleto
de tanta casa destruida,
donde cantan los pájaros mojados.
El río se llevó a la vaca negra,
a los santos milagrosos.
Callan los grillos
bajo la hierba que el viento aplastó.
Las auras giran lento
por un cielo cargado de pesar.
No veremos jamás tu pueblo,
tu fanfarria, tu brujo.
El Sena avanza entre la bruma,
la lluvia se desliza sobre los techos grises.
Ah, si yo supiera que tu rosal
sobrevivió a la tempestad,
tal vez el frío me sería más leve.
No veremos jamás tu pueblo,
tus palmas, tus colinas.

París, 2 de mayo de 1929

 



JOSÉ LEZAMA LIMA “PENSAMIENTOS EN LA HABANA”

JOSÉ LEZAMA LIMA 

“PENSAMIENTOS EN LA HABANA



Porque habito un susurro como un velamen,
una tierra donde el hielo es una reminiscencia,
el fuego no puede izar un pájaro
y quemarlo en una conversación de estilo calmo.
Aunque ese estilo no me dicte un sollozo
y un brinco tenue me deje vivir malhumorado,
no he de reconocer la inútil marcha
de una máscara flotando donde yo no pueda,
donde yo no pueda transportar el picapedrero o el picaporte
a los museos donde se empapelan asesinatos
mientras los visitadores señalan la ardilla
que con el rabo se ajusta las medias.
Si un estilo anterior sacude el árbol,
decide el sollozo de dos cabellos y exclama:
my soul is not in an ashtray.

Cualquier recuerdo que sea transportado,
recibido como una galantina de los obesos embajadores de antaño,
no nos hará vivir como la silla rota
de la existencia solitaria que anota la marea
y estornuda en otoño.
Y el tamaño de una carcajada,
rota por decir que sus recuerdos están recordados,
y sus estilos los fragmentos de una serpiente
que queremos soldar
sin preocuparnos de la intensidad de sus ojos.
Si alguien nos recuerda que nuestros estilos
están ya recordados;
que por nuestras narices no excogita un aire sutil,
sino que el Eolo de las fuentes elaboradas
por las que decidieron que el ser
habitase en el hombre,
sin que ninguno de nosotros
dejase caer la saliva de una decisión bailable,
aunque presumimos como las demás hombres
que nuestras narices lanzan un aire sutil.
Como sueñan humillarnos,
repitiendo día y noche con el ritmo de la tortuga
que oculta el tiempo en su espaldar:
ustedes no decidieron que el ser habitase en el hombre;
vuestro Dios es la luna
contemplando como una balaustrada
al ser entrando en el hombre.
Como quieren humillarnos, le decimos
the chief of the tribe descended the staircase.

Ellos tienen unas vitrinas y usan unos zapatos.
En esas vitrinas alternan el maniquí con el quebrantahuesos disecado,
y todo lo que ha pasado por la frente del hastío
del búfalo solitario.
Si no miramos la vitrinas charlan
de nuestra insuficiente desnudez que no vale una estatuilla de Nápoles.

Si la atravesamos y no rompemos los cristales,
no subrayan con gracia que nuestro hastío puede quebrar el fuego
y nos hablan del modelo viviente y de la parábola del quebrantahuesos.
Ellos que cargan con sus maniquíes a todos los puertos
y que hunden en sus baúles un chirriar
de vultúridos disecados.
Ellos no quieren saber que trepamos por las raíces húmedas del helecho
-donde hay dos hombres frente a una mesa; a la derecha, la jarra
y el pan acariciado-,
y que aunque mastiquemos su estilo,
we don't choose our shoes in a show-window.

El caballo relincha cuando hay un bulto
que se interpone como un buey de peluche,
que impide que el río le pegue en el costado
y se bese con las espuelas regaladas
por una sonrosada adúltera neoyorquina.
El caballo no relincha de noche;
los cristales que exhala por su nariz,
una escarcha tibia, de papel;
la digestión de las espuelas
después de recorrer sus músculos encristalados
por un sudor de sartén.
El buey de peluche y el caballo
oyen el violín, pero el fruto no cae
reventado en su lomo frotado
con un almíbar que no es nunca el alquitrán.
El caballo resbala por el musgo donde hay una mesa que exhibe las espuelas,
pero la oreja erizada de la bestia no descifra.

La calma con música traspiés
y ebrios caballos de circo enrevesados,
donde la aguja muerde porque no hay un leopardo
y la crecida del acordeón
elabora una malla de tafetán gastado.
Aunque el hombre no salte, suenan
bultos divididos en cada estación indivisible,
porque el violín salta como un ojo.
Las inmóviles jarras remueven un eco cartilaginoso:
el vientre azul del pastor
se muestra en una bandeja de ostiones.
En ese eco del hueso y de la carne, brotan unos bufidos
cubiertos por un disfraz de telaraña,
para el deleite al que se le abre una boca,
como la flauta de bambú elaborada
por los garzones pedigüeños.
Piden una cóncava oscuridad
donde dormir, rajando insensibles
el estilo del vientre de su madre.
Pero mientras afilan un suspiro de telaraña
dentro de una jarra de mano en mano,
el rasguño en la tiorba no descifra.

Indicaba unas molduras
que mi carne prefiere a las almendras.
Unas molduras ricas y agujereadas
por la mano que las envuelve
y le riega los insectos que la han de acompañar.
Y esa espera, esperada en la madera
por su absorción que no detiene al jinete,
mientras no unas máscaras, los hachazos
que no llegan a las molduras,
que no esperan como un hacha, o una máscara,
sino como el hombre que espera en una casa de hojas.
Pero al trazar las grietas de la moldura
y al perejil y al canario haciendo gloria,
l'etranger nous demande le garçon maudit.

El mismo almizclero conocía la entrada,
el hilo de tres secretos
se continuaba hasta llegar a la terraza
sin ver el incendio del palacio grotesco.
¿Una puerta se derrumba porque el ebrio
sin las botas puestas le abandona su sueño?
Un sudor fangoso caía de los fustes
y las columnas se deshacían en un suspiro
que rodaba sus piedras hasta el arroyo.
Las azoteas y las barcazas
resguardan el líquido calmo y el aire escogido;
las azoteas amigas de los trompos
y las barcazas que anclan en un monte truncado,
ruedan confundidas por una galantería disecada que sorprende
a la hilandería y al reverso del ojo enmascarados tiritando juntos.

Pensar que unos ballesteros
disparan a una urna cineraria
y que de la urna saltan
unos pálidos cantando,
porque nuestros recuerdos están ya recordados
y rumiamos con una dignidad muy atolondrada
unas molduras salidas de la siesta picoteada del cazador.
Para saber si la canción es nuestra o de la noche,
quieren darnos un hacha elaborada en las fuentes de Eolo.
Quieren que saltemos de esa urna
y quieren también vernos desnudos.
Quieren que esa muerte que nos han regalado
sea la fuente de nuestro nacimiento,
y que nuestro oscuro tejer y deshacerse
esté recordado por el hilo de la pretendida.
Sabemos que el canario y el perejil hacen gloria
y que la primera flauta se hizo de una rama robada.

Nos recorremos
y ya detenidos señalamos la urna y a las palomas
grabadas en el aire escogido.
Nos recorremos
y la nueva sorpresa nos da los amigos
y el nacimiento de una dialéctica:
mientras dos diedros giran mordisqueándose,
el agua paseando por los canales de los huesos
lleva nuestro cuerpo hacia el flujo calmoso
de la tierra que no está navegada,
donde un alga despierta digiere incansablemente a un pájaro dormido.
Nos da los amigos que una luz redescubre
y la plaza donde conversan sin ser despertados.
De aquella urna maliciosamente donada,
saltaban parejas, contrastes y la fiebre
injertada en los cuerpos de imán
del paje loco sutilizando el suplicio lamido.
Mi vergüenza, los cuernos de imán untados de luna fría,
pero el desprecio paría una cifra
y ya sin conciencia columpiaba una rama.
Pero después de ofrecer sus respetos,
cuando bicéfalos, mañosos correctos
golpean con martillos algosos el androide tenorino,
el jefe de la tribu descendió la escalinata.

Los abalorios que nos han regalado
han fortalecido nuestra propia miseria,
pero como nos sabemos desnudos
el ser se posará en nuestros pasos cruzados.
Y mientras nos pintarrajeaban
para que saltásemos de la urna cineraria,
sabíamos que como siempre el viento rizaba las aguas
y unos pasos seguían con fruición nuestra propia miseria.
Los pasos huían con las primeras preguntas del sueño.
Pero el perro mordido por luz y por sombra,
por rabo y cabeza;
de luz tenebrosa que no logra grabarlo
y de sombra apestosa; la luz no lo afina
ni lo nutre la sombra; y así muerde
la luz y el fruto, la madera y la sombra,
la mansión y el hijo, rompiendo el zumbido
cuando los pasos se alejan y él toca en el pórtico.
Pobre río bobo que no encuentra salida,
ni las puertas y hojas hinchando su música.
Escogió, doble contra sencillo, los terrones malditos,
pero yo no escojo mis zapatos en una vitrina.

Al perderse el contorno en la hoja
el gusano revisaba oliscón su vieja morada;
al morder las aguas llegadas al río definido,
el colibrí tocaba las viejas molduras.
El violín de hielo amortajado en la reminiscencia.
El pájaro mosca destrenza una música y ata una música.
Nuestros bosques no obligan el hombre a perderse,
el bosque es para nosotros una serafina en la reminiscencia.
Cada hombre desnudo que viene por el río,
en la corriente o el huevo hialino,
nada en el aire si suspende el aliento
y extiende indefinidamente las piernas.
La boca de la carne de nuestras maderas
quema las gotas rizadas.
El aire escogido es como un hacha
para la carne de nuestras maderas,
y el colibrí las traspasa.
Mi espalda se irrita surcada por las orugas
que mastican un mimbre trocado en pez centurión,
pero yo continúo trabajando la madera,
como una uña despierta,
como una serafina que ata y destrenza en la reminiscencia.
El bosque soplado
desprende el colibrí del instante
y las viejas molduras.
Nuestra madera es un buey de peluche;
el estado ciudad es hoy el estado y un bosque pequeño.
El huésped sopla el caballo y las lluvias también.
El caballo pasa su belfo y su cola por la serafina del bosque;
el hombre desnudo entona su propia miseria,
el pájaro mosca lo mancha y traspasa.
Mi alma no está en un cenicero.
Retrato de don Francisco de Quevedo

Sin dientes, pero con dientes
como sierra y a la noche no cierra
el negro terciopelo que lo entierra
entre el clavel y el clavón crujiente.

Bailados sueños y las jácaras molientes
sacan el vozarrón Santiago de la tierra.
Noctámbulo tizón traza en vuelo ardientes
elipses en Nápoles donde el agua yerra.

Muérdago en semilla hinchado por la brisa
risota en el infierno, el tiburón quemado
escamas suelta, tonsurado yerto.

En el fin de los fines ¿qué es esto?
Roto maíz entuerto en el faisán barniza
y en la horca se salva encaramado.

viernes, 29 de mayo de 2015

JUAN GELMAN “Hechos”

JUAN GELMAN 

“Hechos”


mientras el dictador o burócrata de turno hablaba 
en defensa del desorden constituido del régimen
él tomó un endecasílabo o verso nacido del encuentro
entre una piedra y un fulgor de otoño
afuera seguía la lucha de clases/el
capitalismo brutal/el duro trabajo/la estupidez/
la represión/la muerte/las sirenas policiales cortando
la noche/él tomó el endecasílabo y
con mano hábil lo abrió en dos cargando
de un lado más belleza y más
belleza del otro/cerró el endecasílabo/puso
el dedo en la palabra inicial/apretó
la palabra inicial apuntando al dictador o burócrata
salió el endecasílabo/siguió el discurso/siguió
la lucha de clases/el
capitalismo brutal/el duro trabajo/la estupidez/la represión/
[la muerte/las sirenas policiales cortando la noche
este hecho explica que ningún endecasílabo derribó hasta
[ahora
a ningún dictador o burócrata aunque
sea un pequeño dictador o un pequeño burócrata/y también
[explica que
un verso puede nacer del encuentro entre una piedra y un fulgor
[de otoño o
del encuentro entre la lluvia y un barco y de
otros encuentros que nadie sabría predecir/o sea
los nacimientos/ casamientos/ los
disparos de la belleza incesante



de "Hechos", 1978

FRANCISCO DE QUEVEDO “UN VALENTÓN”

FRANCISCO DE QUEVEDO  

“UN VALENTÓN




Un valentón de espátula y gregüesco,
que a la muerte mil vidas sacrifica,
cansado del oficio de la pica,
mas no del ejercicio picaresco,

retorciendo el mostacho soldadesco,
por ver que ya su bolsa le repica,
a un corrillo llegó de gente rica,
y en el nombre de Dios pidió refresco.

"Den voacedes, por Dios, a mi pobreza
-les dice-; donde no; por ocho santos
que haré lo que hacer suelo sin tardanza!"

Mas uno, que a sacar la espada empieza,
"¿Con quién habla? -le dice al tiracantos-,
¡cuerpo de Dios con él y su crianza!

Si limosna no alcanza,
¿qué es lo que suele hacer en tal querella?"
Respondió el bravonel: "¡Irme sin ella! "

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ “PUES ESTOY CONDENADA”

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ 

PUES ESTOY CONDENADA”


Pues estoy condenada,
Fabio, a la muerte, por decreto tuyo,
y la sentencia airada
ni la apelo, resisto ni la huyo,
óyeme, que no hay reo tan culpado
a quien el confesar le sea negado.

Porque te han informado,
dices, de que mi pecho te ha ofendido,
me has, fiero, condenado.
¿Y pueden, en tu pecho endurecido
más la noticia incierta, que no es ciencia,
que de tantas verdades la experiencia?

Si a otros crédito has dado,
Fabio, ¿por qué a tus ojos se lo niegas,
y el sentido trocado
de la ley, al cordel mi cuello entregas,
pues liberal me amplías los rigores
y avaro me restringes los favores?

Si a otros ojos he visto,
mátenme, Fabio, tus airados ojos;
si a otro cariño asisto,
asístanme implacables tus enojos;
y si otro amor del tuyo me divierte,
tú, que has sido mi vida, me des muerte.

Si a otro, alegre, he mirado,
nunca alegre me mires ni te vea;
si le hablé con agrado,
eterno desagrado en ti posea;
y si otro amor inquieta mi sentido,
sáqueseme el alma tú, que mi alma has sido.

Mas, supuesto que muero,
sin resistir a mi infeliz suerte,
que me des sólo quiero
licencia de que escoja yo mi muerte;
deja la muerte a mi elección medida,
pues en la tuya pongo yo la vida.

jueves, 28 de mayo de 2015

MAYBELL LEBRON "MAKÂ"

MAYBELL LEBRON 

"MAKÂ"



Flacos músculos cansados abultan la costra parda;
en su piel endurecida queda el rastro de las garras

de los colosos del monte. Entonces, los igualaba
oliendo sus intenciones como otra fiera cebada.

Hoy, sentado en la vereda, ofrece flechas de caña
y sus brazos se distienden, ya sin bríos, ya sin alma.

Antigua testa emplumada ensoñando sus hazañas
de urukú y de cacerías, de cubrir hembras hurañas.

Huele el aire a pura selva en las calles asfaltadas;
giran serpientes y pumas entre las hojas y el agua.

El bronce de su estatura toma dimensión, se agranda
sobre aquel frágil sostén de su esqueleto y entrañas.


JOSÉ ZORRILLA “DON JUAN “

JOSÉ ZORRILLA 

DON JUAN 

  

En los años que han corrido 
desde que yo le escribí, 
mientras que yo envejecí 
mi Don Juan no ha envejecido. 
Y fama tal por él gozo 
que se cree, a lo que parece, 
porque Don Juan no envejece, 
que yo he de ser siempre mozo: 
y hoy el bravo Ducazcal 
os anuncia en su cartel 
que he de hacer aquí un papel, 
que tengo que hacer ya mal. 
Yo no soy ya lo que fuí: 
y viendo cuán poco soy, 
dejo a los que más son hoy 
pasar delante de mi; 
pues, por Dios,que por más brava 
que sea mi condición, 
la fiebre rinde al león, 
la gota la piedra cava, 
Aun latir mis bríos siento: 
pero es ya vana porfía, 
no puedo ya la voz mía 
pedirle otra vez al viento: 
y a quién me lo quiere oir 
digo años ha por doquier, 
que pierdo el sér de mi ser 
y que me siento morir. 
Pero nadie me hace caso 
por más que hablo a voz en grito, 
porque este D.Juan maldito 
por doquier me sale al paso; 
y ni me deja vivir 
en el rincón de mi hogar, 
ni deja un año pasar 
sin dar de mí que decir. 
Yo me apoco día a día, 
y este bocón andaluz, 
a quien yo saqué a la luz 
sin saber lo que me hacía, 
me viste con su oropel 
y a la luz me saca consigo; 
por más que a voces le digo 
que ir no puedo a par con él. 
Más tanto favor os debo 
por él, que en verdad me obliga 
a que algo esta noche os diga 
de este insolente mancebo. 
Oíd...es una leyenda 
muy difícil de contar, 
porque tiene algo a la par 
de ridícula y de horrenda: 
una historia íntima mía. 
Yo era en España querido 
y mimado y aplaudido... 
y me huí de España un día. 
Vivía a ciegas y erré: 
y una noche andando a oscuras 
tropecé en dos sepulturas 
y de Dios desesperé. 
Emigré: me dí a la mar; 
y esperando en el olvido 
una muerte hallar sin ruido, 
en América fuí a dar. 
No llevando allá negocio 
ni esperanza a qué atender, 
al tiempo dejé de correr 
en la oscuridad y el ocio. 
Once años anduve allí 
vagando por los desiertos, 
contándome con los muertos, 
y sin dar razón de mí. 
Los indios semisalvajes 
me veían con asombro 
ir con mi arcabuz al hombro 
por tan agrestes parajes; 
y yo en saber me gozaba 
que nadie que me veía 
allí, quién era sabía 
el que por allí vagaba; 
y esperé que de aquél modo 
de mí y de mi poesía 
como yo se olvidaría 
a la fin el mundo todo. 
Mi nombre, pues, con intento 
de dejar perder, y en suma 
sin papel, tinta, ni pluma, 
ni libros ya en mi aposento, 
bebía en mi soledad 
de mis pesares las heces: 
más tenía que ir a veces 
del desierto a la ciudad. 
Vivo el cuerpo, el alma inerte, 
a caballo y solo, iba 
como una fantasma viva, 
sin buscar ni huir la muerte. 
Y hago aquí esta narración 
porque sirva lo que digo 
a mis hechos de castigo, 
y a modo de confesión. 
Sobre mí a un anochecer 
un nublado se deshizo, 
y entre el agua y el granizo 
me dejó una hacienda ver. 
Eché a escape y me acogí 
de la casa entre la gente, 
como franca lo consiente 
la hospitalidad allí. 
Celebrábase una fiesta. 
que en aquél país no hay día 
que en hacienda o ranchería 
no tengan una dispuesta; 
y son fiestas extremadas 
allí por su mismo exceso, 
de las hembras embeleso, 
de los hombres emboscadas. 
Y a no ser de mi leyenda 
 por no cortar la ilación, 
hiciera aquí la descripción 
de una fiesta en una hacienda, 
donde nadie tiene empacho 
de usar a gusto de todo; 
porque son fiestas a modo 
de las bodas de Camacho. 
Allí acuden sin convite 
buhoneros, comerciantes 
y cirqueros ambulantes; 
sin que a nadie se le quite 
de entrar en corro el derecho, 
de gastar de los abastos, 
ni de colocar sus trastos 
donde quiera que halle trecho. 
Jamás se apaga el hogar, 
jamás el servicio cesa; 
siempre está puesta la mesa 
para comer y jugar. 
Por salas y corredores 
se oye el son a todas horas 
de carcajadas sonoras, 
de onzas y de tenedores. 
Todo es pelea de gallos, 
toros, lazos, herraderos, 
manganas y coleadores 
y carreras de caballos; 
y al fin de un día de broma 
que nada en Europa iguala, 
todo el mundo entra en la sala 
y sitio en el baile toma. 
Entré e hice lo que todos: 
cuando creí que al sueño 
 se iban a dar, di yo al dueño 
 gracias por sus buenos modos: 
mas mi caballo al pedir, 
asiéndome por la mano, 
me dijo el buen campirano 
soltando el trapo a reír: 
 "¿Y a quién hay que se le antoje 
dejar ahora tal jolgorio' 
Vamos, venga usté a la troje 
y verá el Don Juan Tenorio." 
Y a mi,que lo había escrito, 
en la troje me metía; 
y allí al paso me salía 
mi audaz andaluz precito. 
Mas ¡ay de mí, cuál salió! 
Lo hacía un indio otomí 
en jerga que el diablo urdió; 
tal fué mi Don Juan allí, 
que ni yo le conocí 
ni a conocer me di yo. 
Tal es la gloria mortal, 
y a quién Dios se la confiere, 
si librarse a ella quiere 
se la torna Dios en mal. 
A mí no me la tornó, 
porque por mi buena suerte 
del olvido y de la muerte 
doquier Don Juan  me salvó. 
¡Dios no quisó allá de mi! 
 Y de mi patria el olvido 
temiendo, como había ido 
a mi patria me volví. 
¡Feliz malogrado afán! 
Al volver de tierra extraña, 
me hallé que había en España 
vivido por mi Don Juan. 
Comprendí en su plenitud 
de Dios la suma clemencia: 
Don Juan había en mi ausencia 
borrado mi ingratitud. 
Monstruo sin par de fortuna, 
mientras yo de España huía, 
en España me ponía 
en los cuernos de la luna. 
Y ni fuerza ni razón 
han podido derribar 
tal ídolo del altar 
que le ha alzado la opnión. 
Pero hablemos con franqueza 
hoy  que todo coadyuva 
para aquí se me suba 
a mí el humo a la cabeza: 
Desvergonzado galán, 
siempre atropella por todo 
y de atajarle no hay modo; 
¿ qué tiene, pues, mi Don Juan? 
Del fondo de un monasterio 
donde le encontré empolvado, 
yo le planté remozado 
en mitad de un cementerio: 
y obra de un chico atrevido 
que atusaba apenas bozo, 
os parece tan buen mozo 
 porque está tan bien vestido. 
Pero sus hechos están 
en pugna con la razón, 
pero tal reputación 
 ¿qué tiene, pues, mi Don Juan? 
Un secreto con que gana 
la prez entre los dos Juanes; 
el freno de sus desmanes: 
que Doña Inés es cristiana. 
Tiene que es de nuestra tierra 
el tipo tradicional; 
tiene todo el bien y el mal 
que el genio español encierra. 
Que, hijo de la tradición, 
es impío y es creyente, 
es balandrón y es valiente, 
y tiene buen corazón. 
Tiene que es diestro y zurdo, 
que no cree en Dios y le invoca, 
que lleva el alma en la boca, 
y que es lógico y absurdo. 
Con defectos tan notorios 
vivirá aquí diez mil soles; 
pues todos los españoles 
nos la echamos de Tenorios 
y si en el pueblo le hallé 
y en español le escribí 
y su autor el pueblo fué... 
¿por qué me aplaudís a mi?.

NEZAHUALCÓYOTL ”No en Parte Alguna…”

NEZAHUALCÓYOTL 

"No en Parte Alguna…"


No en parte alguna puede estar la casa del inventor de sí mismo.
Dios, el señor nuestro, por todas partes es invocado,
Por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.
El es quien inventa las cosas,
Él es quien se inventa a sí mismo: Dios.
Por todas partes es invocado,
Por todas partes es también venerado.
Se busca su gloria, su fama en la tierra.

Nadie puede aquí
Nadie puede ser amigo
Del Dador de la vida:
Sólo es invocado,
A su lado,
Junto a él,
Se puede vivir en la tierra.

El que lo encuentra,
Tan sólo sabe bien esto: él es invocado, 
A su lado, junto a él,
Se puede vivir en la tierra.

Nadie en verdad
Es tu amigo,
¡oh Dador de la vida!
Sólo como si entre las flores
Buscáramos a alguien, 
Así te buscamos,
Nosotros que vivimos en la tierra,
Mientras estamos a tu lado.
Se hastiará tu corazón.
Sólo por poco tiempo
Estaremos junto a ti a tu lado.

No enloquece el Dador de la vida,
Nos embriaga aquí.
Nadie puede estar acaso a su lado,
Tener éxito, reinar en la tierra.

Sólo tú alteras las cosas,
Como lo sabe nuestro corazón:
Nadie puede estar acaso a su lado,
Tener éxito, reinar en la tierra.


Canto de Nezahualcóyotl de Acolhuacan 
(con que saludó a Moctezuma el viejo,
cuando estaba éste enfermo).

Miradme, he llegado. 
Soy blanca flor, soy faisán,
Se yergue mi abanico de plumas finas,
Soy Nezahualcóyotl.
Las flores se esparcen,
De allá vengo, de Acolhuacan.
Escuchadme, elevaré mi canto,
Vengo a alegrar a Moctezuma.
¡Tatalilili, papapapa, achala, achala!

¡Qué sea para bien!
¡que sea en buen momento!
Donde están erguidas las columnas de jade,
Donde están ellas en fila,
Aquí en México,
Donde en las obscuras aguas
Se yerguen los blancos sauces,
Aquí te merecieron tus abuelos,
Aquel Huitzilíhuitl, aquel Acamapichtli.
¡Por ellos llora, oh Moctezuma!
Por ellos tú guardas su estera y su solio.
El te ha visto con compasión, 
Él se ha apiadoado de ti, ¡oh Moctezuma!
A tu cargo tienes la ciudad y el solio.


Un coro responde:

Por ello llora, ¡Oh Moctezuma!
Estás contemplando el agua y el monte, la ciudad,
Allí ya miras a tu enfermo,
¡oh Nezahualcóyotl!
Allí en las obscuras aguas,
En medio del musgo acuático,
Haces tu llegada a México.
Aquí tú haces merecimiento,
Allí ya miras a tu enfermo.
Tú, Nezahualcóyotl.

El águila grazna,
El ocelote ruge,
Aquí es México,
Donde tú gobernabas Itzcóatl.
Por él, tienes tú ahora estera y solio.
Donde hay sauces blancos 
Sólo tu reinas.
Donde hay blancas cañas,
Donde se extiende el agua de jade,
Aquí en México.

Tú, con sauces preciosos,
Verdes como jade,
Engalanas la ciudad,

La niebla sobre nosotros se extiende,
¡que broten flores preciosas!
¡que permanezcan en vuestras manos!
Son vuestro canto, vuestra palabra.
Haces vibrar tu abanico de plumas finas, 
lo contempla la garza
lo contempla el quetzal.
¡Son amigos los príncipes!

La niebla sobre nosotros se extiende, 
¡que broten flores preciosas!
¡que permanezcan en vuestras manos!
Son vuestro canto, vuestra palabra.
Flores luminosas abren sus corolas, 
donde se extiende el musgo acuático, 
aquí en México.
Sin violencia permanece y prospera
en medio de sus libros y pinturas,
existe la ciudad de Tenochtitlan.
El la extiende y la hace florecer,
él tiene aquí fijos sus ojos,
los tiene fijos en medio del lago.

Se han levantado columnas de jade,
de en medio del lago se yerguen las columnas,
es el Dios que sustenta la tierra
y lleva sobre sí al Anáhuac
sobre el agua celeste.
Flores preciosas hay en vuestras manos,
con verdes sauces habéis matizado a la ciudad,
a todo aquello que las aguas rodean,
y en la plenitud del día.
Habéis hecho una pintura del agua celeste,
la tierra del Anáhuac habéis matizado,
¡oh vosotros señores!
A ti, Nezahualcóyotl,
a ti, Motecuhzoma,
el dador de la vida os ha inventado,
os ha forjado,
nuestro padre, el Dios,
en el interior mismo del agua.

miércoles, 27 de mayo de 2015

CARLOS GUIDO Y SPANO TROVA: “He nacido en Buenos Aires”

CARLOS GUIDO Y SPANO 

TROVA

“He nacido en Buenos Aires



He nacido en Buenos Aires
¡qué me importan los desaires
con que me trate la suerte!
Argentino hasta la muerte
he nacido en Buenos Aires.

Tierra no hay como la mía;
¡ni Dios otra inventaría
que más bella y noble fuera!
¡Viva el sol de mi bandera!

Tierra no hay como la mía.
Hasta el aire aquí es sabroso;
nace el hombre alegre, brioso,
y las mujeres son lindas
como en el árbol las guindas;
hasta el aire aquí es sabroso.

¡Oh, Buenos Aires, mi cuna!
¡De mi noche amparo y luna!
aunque en placeres desbordes,
oye estos dulces acordes
¡oh, Buenos Aires, mi cuna!

Fanal de amor encendido,
borda el cielo tu vestido
de rosas y rayos de oro:
eres del mundo tesoro,
fanal de amor encendido.

¿Quién al verte no te admira
y al dejarte no suspira
por retornar a tus playas?
Deidad de las fiestas mayas,
¿quién al verte no te admira?

De tus glorias que otros canten,
y a las nubes te levanten
entre palmas y trofeos.
Yo no asisto a esos torneos:
de tus glorias que otros canten.

Tu esplendor diré tan sólo,
si no del ya viejo Apolo
con la lira acorde y fina,
en mi guitarra argentina
tu esplendor diré tan sólo.

Voluptuosa te perfumas
de junquillos y arirumas;
cuando te adornas y encintas,
en las áureas de tus quintas
voluptuosa te perfumas.

Goza del Plata al arrullo
llena de garbo y orgullo,
criolla sin par, blasonante
de tu destino brillante,
goza del Plata al arrullo.

Triunfa, baila, canta, ríe;
la fortuna te sonríe
eres libre, eres hermosa;
entre sueños, color rosa,
triunfa, baila, canta, ríe;

¡Cuántos medran a tu sombra!
Tu campiña es verde alfombra,
tus astros vivos topacios;
habitando tus palacios
¡cuántos medran a tu sombra!

Bajo de un humilde techo
vivo, en tanto, satisfecho
bendiciendo tu hermosura,
que bien cabe la ventura
bajo de un humilde techo.

La riqueza no es la dicha;
si perdí la última ficha
al azar de la existencia,
saqué en limpio esta sentencia:
la riqueza no es la dicha.

He nacido en Buenos Aires
¡qué me importan los desaires
con que me trate la suerte!
Argentino hasta la muerte
he nacido en Buenos Aires.

Juan Ramón Jiménez “LA ROSA AZUL”

Juan Ramón Jiménez 

“LA ROSA AZUL”



¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
Se me torna celeste la mano, me contagio de otra poesía
Y las rosas de olor, que pongo como ella las ponía, exaltan su color;
y los bellos cojínes, que pongo como ella los ponía, florecen sus jardines;
Y si pongo mi mano -como ella la ponía- en el negro piano,
surge como en un piano muy lejano, mas honda la diaria melodía.

¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
me inclino a los cristales del balcón, con un gesto de ella
y parece que el pobre corazón no está solo.
Miro al jardín de la tarde, como ella,
y el suspiro y la estrella se funden en romántica armonía.

¡Que goce triste este de hacer todas las cosas como ella las hacía!
Dolorido y con flores, voy, como un héroe de poesía mía.
Por los desiertos corredores que despertaba ella con su blanco paso,
y mis pies son de raso -¡oh! Ausencia hueca y fría!-
y mis pisadas dejan resplandores.



JUANA DE IBARBOUROU “TE DOY MI ALMA DESNUDA”

JUANA DE IBARBOUROU 

“TE DOY MI ALMA DESNUDA”



Te doy mi alma desnuda,
Como estatua a la cual ningún cendal escuda.

Desnuda con el puro impudor
De un fruto, de una estrella o una flor;
De todas esas cosas que tienen la infinita
Serenidad de Eva antes de ser maldita.

De todas esas cosas,
Frutos, astros y rosas,
Que no sienten vergüenza del sexo sin celajes
Y a quienes nadie osara fabricarles ropajes.

Sin velos, como el cuerpo de una diosa serena
¡Que tuviera una intensa blancura de azucena!

Desnuda, y toda abierta de par en par
¡Por el ansia del amar!


martes, 26 de mayo de 2015

LORD ALFRED TENNYSON "POR LA NOCHE YACÍAMOS SOBRE EL CÉSPED"

LORD ALFRED TENNYSON 

"POR LA NOCHE YACÍAMOS SOBRE EL CÉSPED"




Por la noche yacíamos sobre el césped,
Pues debajo la hierba era seca y cálida;
Y a través del cielo una bruma plateada
Se anticipaba al verano, en calma,
Permitiendo que los cirios ardan inquebrantables:
No se escuchaba el canto de los grillos,
Y sólo se oyó el murmullo de un arrollo lejano,
Y sobre la urna el débil aleteo
De los murciélagos en los fragantes cielos,
Girando brillantes en delicadas formas
Que surgen durante el crepúsculo,
Envueltos en capas oscuras;
Con pechos hirsutos y perlados ojos.

Mientras cantábamos viejas baladas que sonaron
De colina en colina, donde cómodos yacíamos,
La blanca becerra resplandeció, y los árboles
Rodearon el campo con sus oscuros brazos.

Pero cuando los otros, uno por uno,
Huyeron de mí y de la Noche,
Cuando en la casa, una por una,
Las luces se apagaron, yo permanecí solo.

El hambre asaltó mi corazón, leí;
Sobre aquellos felices años que una vez fueron,
En las hojas marchitas que conservaban su verdor,
Las nobles letras de los muertos.

Extrañamente, sobre el silencio brotaron
Las mudas letras parlantes, y extraño
Fue el lamento desafiante de las palabras
Que probaban su valor. Entonces, oh prodigio: habló.

Habló de la Fe, el Vigor, el Valor de detenerse
Donde la duda impulsa la espalda del cobarde,
Y pronunció agudos enigmas que sugerían,
Que atraían hacia la intimidad de su celda.

Entonces, palabra a palabra, línea tras línea,
El hombre muerto me tocó desde el pasado,
Y todo al mismo tiempo me pareció
Que el alma viviente fue reflejada en mí.

Allí mi alma fue herida, girando
Sobre las empíreas alturas del pensamiento,
Llegando hasta aquello que es, atrapando
Las hondas pulsaciones del mundo.

Una melodía antigua que medía
Los pasos del tiempo, los golpes de la fortuna,
El soplo de la Muerte. Lentamente, mi trance
Fue diluyéndose, aferrada a la penosa duda.

¡Vagas palabras! Pero cuán difícil es
Darles forma, moldearlas en el discurso,
Que duro es para el intelecto hurgar
En la memoria de lo que me convertí.

Hasta ahora, el dudoso crepúsculo revela
Las colinas una vez más, donde cómodos yacíamos,
Donde la blanca becerra resplandecía, y los árboles
Rodeaban el campo con sus oscuros brazos.

Aspirada desde las tinieblas lejanas,
La brisa comenzó a temblar sobre
Las grandes hojas del sicomoro,
Penetrando todo con su inmóvil fragancia.

Reuniéndose sobre las frescas bóvedas,
Sacudió las ramas de los olmos, y pasó
Sobre las rosas abatidas; y agitó
Los lirios de un lado a otro, diciendo:

El Alba, el Amanecer. Y murió lejos.
El este y el oeste, sin un hálito de aliento,
Mezclaron sus tenues luces, como la vida y la muerte,
Para esculpir un día que jamás tendrá fin.



OLIVERIO GIRONDO "SE MIRAN, SE PRESIENTEN, SE DESEAN"

OLIVERIO GIRONDO 

"SE MIRAN, SE PRESIENTEN, SE DESEAN"



Se miran, se presienten, se desean,
Se acarician, se besan, se desnudan,
Se respiran, se acuestan, se olfatean,
Se penetran, se chupan, se demudan,
Se adormecen, despiertan, se iluminan,
Se codician, se palpan, se fascinan,
Se mastican, se gustan, se babean,
Se confunden, se acoplan, se disgregan,
Se aletargan, fallecen, se reintegran,
Se distienden, se enarcan, se menean,
Se retuercen, se estiran, se caldean,
Se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
Se tantean, se juntan, desfallecen,
Se repelen, se enervan, se apetecen,
Se acometen, se enlazan, se entrechocan,
Se agazapan, se apresan, se dislocan,
Se perforan, se incrustan, se acribillan,
Se remachan, se injertan, se atornillan,
Se desmayan, reviven, resplandecen,
Se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
Se derriten, se sueldan, se calcinan,
Se desgarran, se muerden, se asesinan,
Resucitan, se buscan, se refriegan,
Se rehúyen, se evaden y se entregan.