sábado, 27 de junio de 2015

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA CANCIÓN “A San Isidro”

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA CANCIÓN

“A San Isidro”



Coronadas de luz las sienes bellas,
conduce el sol su luminoso coche
a la estación donde madruga el día;
quitó el prestado honor a las estrellas,
y en campañas de luz venció a la noche
con los ardientes rayos que regía;
castigo a su osadía
la tierra fue, que nuevo sol le opuso,
esfera de verdor, campo de fuego.
Cuando en sus rayos ciego,
querúbicas deidades vio confuso
sembrar por rubios granos esmeraldas,
por espigas coger verdes guirnaldas.

Los campos de Madrid ya cielos bellos
y los cielos del sol campos hermosos
eran con los opuestos resplandores;
porque asistiendo o cultivando en ellos,
ya labrador, ya espíritus dichosos,
campos de estrellas son, cielo de flores:
vestida de esplendores
acredita la tierra al sol desmayos,
que paga el sol en rayos a la tierra;
y en luminosa guerra,
espigas compitieron a sus rayos,
porque el cielo y la tierra en sus fatigas
mieses de rayos son, globos de espigas.

El viento, entre los varios arreboles
del resplandor, Madrid, que a ti reduces
cielo humano te vio, divino suelo:
dudó dos cielos y creyó dos soles,
admirando, confuso entre dos luces,
brillando el campo y cultivando el cielo;
que con santo desvelo
Isidro le labraba con el llanto,
ángeles con su gloria le ilustraban,
y el viento, que abrasaban
mansos eclipses, en abismo tanto
ignora a quién incline su destino,
a ángel cultor o a labrador divino.

Este pues en su espíritu dichoso,
arrebatado hasta los cielos sube
(que bien la tierra por el cielo olvida)
y espíritus del trono luminoso,
rayos de luz en abrasada nube,
bajan al suelo a darle nueva vida.
La tierra, agradecida
al favor de los cielos soberano,
sin esperanzas del abril florece:
tanto, tanto agradece
el beneficio de la culta mano;
y estrellas produjera entonces bellas,
si nacieran sembradas las estrellas.

Rompe la tierra el paraninfo alado
y el rústico instrumento que la oprime,
nunca más dulce, nunca más süave
a la mano obediente, no al arado,
el surco estima que en su centro imprime
celeste autor de su esperanza grave.
¿Quién habrá que te alabe,
ángel o labrador, si ofrece el suelo
a celestial cultor humano fruto,
y celestial tributo
a humano agricultor ofrece el cielo?
Y aunque use el hombre angélico ejercicio,
¿quién vio al ángel usar rústico oficio?

¿Quién más dichoso está, quién más ufano?
¿Con ángeles el suelo en este día
o con un labrador, no más, el cielo?
Más gloria tiene el cielo soberano,
pues humildes dos ángeles envía
que próvidos por él labren el suelo:
tanto pudo tu celo,
tanto, Isidro, tu amor maravilloso,
tanto tus oraciones celestiales.
Por dos ángeles vales:
dos suplen tu descuido virtuoso;
y pues de flores ver los campos llenos,
porque se aumenten más trabaja menos.

Deje de mi pluma el vuelo,
mi torpe acento el canto,
mi voz aliento tanto;
que aunque alaba a Madrid, Madrid es cielo;
y es bien que a tanto empleo se presuma
suave voz, dulce acento y veloz pluma.

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA OCTAVAS "A San Isidro"

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA OCTAVAS

"A San Isidro"



Túrbase el sol, su luz se eclipsa cuanta
medroso esparce hasta el segundo oriente.
El viento con suspiros se levanta;
présaga España su desdicha siente:
y en tanta confusión, en pena tanta
Filipo al fatal golpe está obediente:
¡Oh justo llanto, oh justo sentimiento!
Tema España, el sol llore, gima el viento.

Mas cese el sentimiento, cese el llanto,
y en vez, España, de funesto luto,
fiestas publica, que te ensalce cuanto
te oprimió de los ojos el tributo;
pues ya Madrid piadosa a Isidro santo
vuelve a sus campos a coger el fruto
que sembró de piedad y desengaños
al fin dichoso de quinientos años.

Ya más gloriosa con humilde celo
vuelve, piadosa al Labrador divino,
a ver el prado, el río, fuente y suelo,
donde a la tierra y cielo abrió camino,
porque de nuevo en ella obligue al cielo,
en tanto que su Rey sujeto es digno
a su piedad, volviendo a su porfía
Sol a España, al sol luz, a la luz día.

Dichosa, insigne villa, y más dichosa
cuanto por más piadosa te señalas,
vuele tu fama al viento licenciosa;
sirviendo a tu piedad de amor las alas,
vive, ¡oh! más que la muerte poderosa,
pues no sólo el arado al cetro igualas,
pero aun exceden por divinas leyes
tus pobres labradores a tus reyes.

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA SONETO “A San Isidro”

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA SONETO 

“A San Isidro”



Los campos de Madrid, Isidro santo,
emulación divina son del cielo,
pues humildes los ángeles su suelo
tanto celebran y veneran tanto.

Celestes labradores, en cuanto
son amorosa voz, con santo celo
vos enviáis en angélico consuelo
dulce oración, que fertiliza el llanto.

Dichoso agricultor, en quien se encierra
cosecha de tan fértiles despojos,
que divino y humano os da tributo,

no receléis el fruto de la tierra,
pues cogerán del cielo vuestros ojos,
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.







LOPE DE VEGA "POBRE BARQUILLA MÍA"

LOPE DE VEGA

"POBRE BARQUILLA MÍA"



¡Pobre barquilla mía,
entre peñascos rota,
sin velas desvela,
y entre las olas sola!

¿Adónde vas perdida?
¿Adónde, di, te engolfas?
Que no hay deseos cuerdos
con esperanzas locas.

Como las altas naves,
te apartas animosa
de la vecina tierra,
y al fiero mar te arrojas.

Igual en las fortunas,
mayor en las congojas,
pequeña en la defensas,
incitas a las ondas.

Advierte que te llevan
a dar entre las rocas
de la soberbia envidia,
naufragio de las honras.

Cuando por las riberas
andabas costa a costa,
nunca del mar temiste
las ira procelosas.

Segura navegabas,
que por la tierra propia
nunca el peligro es mucho
adonde el agua es poca.

Verdad es que en la patria
no es la virtud dichosa,
ni se estima la perla
hasta dejar la concha.

Dirás que muchas barcas
con el favor en popa,
saliendo desdichadas,
volvieron venturosas.

No mires los ejemplos
de las que van y tornan,
que a muchas ha perdido
la dicha de las otras.

Para los altos mares
no llevas, cautelosa,
ni velas de mentiras,
ni remos de lisonjas.

¿Quién te engañó, barquilla?
Vuelve, vuelve la proa:
que presumir de nave
fortunas ocasiona.

¿Qué jarcias te entretejen?
¿Qué ricas banderolas
azote son del viento
y de las aguas sombra?

¿ en qué gavia descubres,
del árbol alta copa,
la tierra en perspectiva,
del mar incultas orlas?

¿En qué celajes fundas
que es bien echar la sonda,
cuando, perdido el rumbo,
erraste la derrota?

Si te sepulta arena,
¿qué sirve fama heroica?
Que nunca desdichados
sus pensamientos logran.

¿Qué importa que te ciñan
ramas verde o rojas,
que en selvas de corales
salados césped brota?

Laureles de la orilla
solamente coronan
navíos de alto bordo
que jarcias de oro adornan.

No quieras que yo sea,
por tu soberbia pompa,
Faetonte de barqueros
que los laureles lloran.

Pasaron ya los tiempos
cuando, lamiendo rosas,
el céfiro bullía
y suspiraba aromas.

Ya fieros huracanes
tan arrogantes soplan
que, salpicando estrellas,
del sol la frente mojan.

Ya los valientes rayos
de la vulcana forja,
en vez de torres altas,
abrasan pobres chozas.

Contenta con tus redes,
a la playa arenosa
mojado me sacabas;
pero vivo,¿qué importa?

Cuando de rojo nácar
se afeitaba la aurora,
más peces te llenaban
que ella lloraba aljófar.

Al bello sol que adoro
enjuta ya la ropa,
nos daba una cabaña
la cama de sus hojas.

Esposo me llamaba,
yo la llamaba esposa,
parándose de envidia
la celestial antorcha.

Sin pleito, sin disgusto,
la muerte nos divorcia;
¡ay de la pobre barca
que en lágrima se ahoga!

Quedad sobre la arena,
inútiles escotas,
que no ha menester velas
quien a su bien torna.

Si con eternas plantas
las fijas luces doras,
¡oh dueño de mi barca!,
y en dulce paz reposas.

Merezca que le pidas
al bien que eterno gozas
que adonde estás me lleve,
más pura y más hermosa.

Mi honesto amor te obligue,
que no es digna victoria
para quejas humanas
ser las deidades sordas.

Mas, ¡ay!, que no me escuchas.
pero la vida es corta:
viviendo, todo falta;
muriendo, todo sobra.

LOPE DE VEGA “A MIS SOLEDADES VOY”

LOPE DE VEGA

“A MIS SOLEDADES VOY”



A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.

¡No sé qué tiene la aldea
donde vivo y donde muero,
que con venir de mí mismo
no puedo venir más lejos!

Ni estoy bien ni mal conmigo;
mas dice mi entendimiento
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo.

Entiendo lo que me basta,
y solamente no entiendo
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio.

De cuantas cosas me cansan,
fácilmente me defiendo;
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio.

El dirá que yo lo soy,
pero con falso argumento,
que humildad y necedad
no caben en un sujeto.

La diferencia conozco,
porque en él y en mí contemplo,
su locura en su arrogancia,
mi humildad en su desprecio.

O sabe naturaleza
más que supo en otro tiempo,
o tantos que nacen sabios
es porque lo dicen ellos.

Sólo sé que no sé nada,
dijo un filósofo, haciendo
la cuenta con su humildad,
adonde lo más es menos.

No me precio de entendido,
de desdichado me precio,
que los que no son dichosos,
¿cómo pueden ser discretos?

No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo creo,
que suena a vidrio quebrado
y que ha de romperse presto.

Señales son del jüicio
ver que todos le perdemos,
unos por carta de más
otros por cartas de menos.

Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
tal la pusieron los hombres
que desde entonces no ha vuelto.

En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
la de plata los extraños
y la de cobre los nuestros.

¿A quién no dará cuidado,
si es español verdadero,
ver los hombres a lo antiguo
y el valor a lo moderno?

Dijo Dios que comería
su pan el hombre primero
con el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento,

y algunos inobedientes
a la vergüenza y al miedo,
con las prendas de su honor
han trocado los efectos.

Virtud y filosofía
peregrina como ciegos;
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo.

Dos polos tiene la tierra,
universal movimiento;
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero.

Oigo tañer las campanas,
y no me espanto, aunque puedo,
que en lugar de tantas cruces
haya tantos hombres muertos.

Mirando estoy los sepulcros
cuyos mármoles eternos
están diciendo sin lengua
que no lo fueron sus dueños.

¡Oh, bien haya quien los hizo,
porque solamente en ellos
de los poderosos grandes
se vengaron los pequeños!

Fea pintan a la envidia,
yo confieso que la tengo
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.

Sin libros y sin papeles,
sin tratos, cuentas ni cuentos,
cuando quieren escribir
piden prestado el tintero.

Sin ser pobres ni ser ricos,
tienen chimenea y huerto;
no los despiertan cuidados,
ni pretensiones, ni pleitos.

Ni murmuraron del grande,
ni ofendieron al pequeño;
nunca, como yo, afirmaron
parabién, ni pascua dieron.

Con esta envidia que digo
y lo que paso en silencio,
a mis soledades voy,
de mis soledades vengo.

FRANCISCO DE QUEVEDO “A UNA NARIZ”

FRANCISCO DE QUEVEDO

“A UNA NARIZ



Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un pez espada muy barbado.

Érase un reloj de sol mal encarado,
érase un alquitara pensativa,
érase un elefante boca aariba,
era Ovidio Nasón mas narizado.

Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,
muchísima nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.

Francisco de Quevedo “BODA DE NEGROS”

Francisco de Quevedo

“BODA DE NEGROS



Vi, debe de haber tres días,
en las gradas de San Pedro,
una tenebrosa boda,
porque era toda de negros.
Parecía matrimonio
concertando en el infierno,
negro esposo y negra esposa,
y negro acompañamiento.
Sospecho yo que acostados
parecerán sus dos cuerpos,
junto el uno con el otro
algodones y tintero.
hundíase de estornudos
la calle por do volvieron,
que una boda semejante
hace dar más que un pimiento.
Iban los dos de las manos,
como pudieran dos cuervos;
otros dicen como grajos,
porque a grajos van oliendo.
Con humos van de vengarse,
que siempre van de humos llenos,
de los que por afrentarlos,
hacen los labios traseros.
Iba afeitada la novia
todo el tapetado gesto,
con hollín y con carbón,
y con tinta de sombreros.
Tan pobres son que una blanca
no se halla entre todos ellos,
y por tener un cornado
casaron a este moreno.
Él se llamaba Tomé,
y ella Francisca del Puerto,
ella esclava y él esclavo,
que quiere hincársele en medio.
Llegaron al negro patio,
donde está el negro aposento,
en donde la negra boda
ha de tener negro efecto.
Era una caballeriza,
y estaban todos inquietos,
que los abrasaban pulgas
por perrengues o por perros.
A la mesa se sentaron,
donde también les pusieron
negros manteles y platos,
negra sopa y manjar negro.
Echólos la bendición
un negro veintidoseno,
con un rostro de azabache
y manos de terciopelo.
Diéronles el vino tinto,
pan entre mulato y prieto,
carbonada hubo, por ser
tizones los que comieron.
Hubo jetas en la mesa,
y en la boca de los dueños,
y hongos, por ser la boda
de hongos, según sospecho.
Trujeron muchas morcillas,
y hubo algunos que, de miedo,
no las comieron pensando
se comían a si mesmos.
Cuál por morder el mondongo
se atarazaba algún dedo,
pues sólo diferenciaban
en la uña de lo negro.
Mas cuando llegó el tocino
hubo grandes sentimientos,
y pringados con pringadas
un rato se enternecieron.
Acabaron de comer,
y entró un ministro guineo,
para darles agua manos
con un coco y un caldero.
Por toalla trujo al hombro
las bayetas de un entierro.
Laváronse, y quedó el agua
para ensuciar todo un reino.
Negros dellos se sentaron
sobre unos negros asientos,
y negras voces cantaron
también denegridos versos.
Negra es la ventura
de aquel casado,
cuya novia es negra,
y el dote en blanco.


Vi, debe de haber tres días,
en las gradas de San Pedro,
una tenebrosa boda,
porque era toda de negros.
Parecía matrimonio
concertando en el infierno,
negro esposo y negra esposa,
y negro acompañamiento.
Sospecho yo que acostados
parecerán sus dos cuerpos,
junto el uno con el otro
algodones y tintero.
hundíase de estornudos
la calle por do volvieron,
que una boda semejante
hace dar más que un pimiento.
Iban los dos de las manos,
como pudieran dos cuervos;
otros dicen como grajos,
porque a grajos van oliendo.
Con humos van de vengarse,
que siempre van de humos llenos,
de los que por afrentarlos,
hacen los labios traseros.
Iba afeitada la novia
todo el tapetado gesto,
con hollín y con carbón,
y con tinta de sombreros.
Tan pobres son que una blanca
no se halla entre todos ellos,
y por tener un cornado
casaron a este moreno.
Él se llamaba Tomé,
y ella Francisca del Puerto,
ella esclava y él esclavo,
que quiere hincársele en medio.
Llegaron al negro patio,
donde está el negro aposento,
en donde la negra boda
ha de tener negro efecto.
Era una caballeriza,
y estaban todos inquietos,
que los abrasaban pulgas
por perrengues o por perros.
A la mesa se sentaron,
donde también les pusieron
negros manteles y platos,
negra sopa y manjar negro.
Echólos la bendición
un negro veintidoseno,
con un rostro de azabache
y manos de terciopelo.
Diéronles el vino tinto,
pan entre mulato y prieto,
carbonada hubo, por ser
tizones los que comieron.
Hubo jetas en la mesa,
y en la boca de los dueños,
y hongos, por ser la boda
de hongos, según sospecho.
Trujeron muchas morcillas,
y hubo algunos que, de miedo,
no las comieron pensando
se comían a si mesmos.
Cuál por morder el mondongo
se atarazaba algún dedo,
pues sólo diferenciaban
en la uña de lo negro.
Mas cuando llegó el tocino
hubo grandes sentimientos,
y pringados con pringadas
un rato se enternecieron.
Acabaron de comer,
y entró un ministro guineo,
para darles agua manos
con un coco y un caldero.
Por toalla trujo al hombro
las bayetas de un entierro.
Laváronse, y quedó el agua
para ensuciar todo un reino.
Negros dellos se sentaron
sobre unos negros asientos,
y negras voces cantaron
también denegridos versos.
Negra es la ventura
de aquel casado,
cuya novia es negra,
y el dote en blanco.

GABRIELA MISTRAL “Amor, amor”

GABRIELA MISTRAL

“Amor, amor”




Anda libre en el surco, bate el ala en el viento,
Late vivo en el sol y se prende al pinar.
No te vale olvidarlo como al mal pensamiento:
¡Lo tendrás que escuchar!

Habla lengua de bronce y habla lengua de ave,
Ruegos tímidos, imperativos de amar.
No te vale ponerle gesto audaz, ceño grave:
¡Lo tendrás que hospedar!

Gasta trazas de dueño; no le ablandan excusas.
Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar.
No te vale decirle que albergarlo rehúsas:
¡Lo tendrás que hospedar!

Tiene argucias sutiles en la réplica fina,
Argumentos de sabio, pero en voz de mujer.
Ciencia humana te salva, menos ciencia divina:
¡Le tendrás que creer!


Te echa venda de lino; tú la venda toleras;
Te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir.
Echa a andar, tú le sigues hechizada aunque vieras
¡Que eso para en morir!

GABRIELA MISTRAL “Adiós”

GABRIELA MISTRAL

“Adiós”




En costa lejana
Y en mar de pasión,
Dijimos adioses
Sin decir adiós.
Y no fue verdad
La alucinación.
Ni tú la creíste
Ni la creo yo,
"Y es cierto y no es cierto"
Como en la canción.
Que yendo hacia el sur
Diciendo iba yo:
"Vamos hacia el mar
Que devora al sol".
Y yendo hacia el norte
Decía tu voz:
"Vamos a ver juntos
Dónde se hace el sol".
Ni por juego digas
O exageración
Que nos separaron
Tierra y mar, que son
Ella sueño y él
Alucinación.
No te digas solo
Ni pida tu voz
Albergue para uno
Al albergador.
Echarás la sombra
Que siempre se echó,
Morderás la duna
Con paso de dos...
Para que ninguno,
Ni hombre ni dios,
Nos llame partidos
Como luna y sol;
Para que ni roca
Ni viento errador,
Ni río con vado
Ni árbol sombreador,
Aprendan y digan
Mentira o error
Del sur y del norte,
Del uno y del dos.

JOSÉ MARTÍ “Allí, despacio”

JOSÉ MARTÍ

“Allí, despacio”




Allí despacio te diré mis cuitas,
¡Allí en tu boca escribiré mis versos!
¡Ven, que la soledad será tu escudo!
Ven, blanca oveja,
Pero, si acaso lloras, en tus manos
Esconderé mi rostro, y con mis lágrimas
Borraré los extraños versos míos,
¿Sufrir tú, a quien yo amo, y ser yo el casco
Brutal y tú, mi amada, el lirio roto?
No, mi tímida oveja, yo odio el lobo,
Ven, que la soledad será tu escudo.

¡Oh! La sangre del alma, ¿tú la has visto?
Tiene manos y voz, y al que la vierte
Eternamente entre las sombras acusa.
¡Hay crímenes ocultos, y hay cadáveres
De almas, y hay villanos matadores!
Al bosque ven: del roble más erguido
Un pilón labremos y, ¡en el pilón
Cuantos engañen a mujer pongamos!

Esa es la lidia humana: ¡la tremenda
Batalla de los cascos y los lirios!
¿Pues los hombres soberbios, no son fieras?
Bestias y fieras. Mira, aquí te traigo
Mi bestia muerta y mi furor domado.
Ven, a callar, a murmurar, al ruido
De las hojas de abril y los nidales.
Deja, oh mi amada, las paredes mudas
De esta casa ahoyada y ven conmigo
No al mar que bate y ruge sino al bosque
De rosas que hay al fondo de la selva.
Allí es buena la vida, porque es libre,
Y tu virtud, por libre, será cierta,
Por libre, mi respeto meritorio.
Ni el amor, si no es libre, da ventura.

¡Oh, gentes ruines, los que en calma gozan
De robados amores! Si es ajeno
El cariño, el placer de respetarlo
Mayor mil veces es que el de su goce;
Del buen obrar que orgullo al pecho queda
Y como en dulces lágrimas rebosa,
Y en extrañas palabras, que parecen
¡Aleteos, no voces! Y, ¡qué culpa
La de fingir amor! ¡Pues hay tormento
Como aquel, sin amar, de hablar de amores!


¡Ven, que allí triste iré, pues yo me veo!
¡Ven, que la soledad será tu escudo!

JOSÉ MARTÍ “A los espacios”

JOSÉ MARTÍ

“A los espacios”




A los espacios entregarme quiero
Donde se vive en paz y con un manto
De luz, en gozo embriagador henchido,
Sobre las nubes blancas se pasea,
Y donde Dante y las estrellas viven.
Yo sé, yo sé, porque lo tengo visto
En ciertas horas puras, cómo rompe
Su cáliz una flor, y no es diverso
Del modo, no, con que lo quiebra el alma.
Escuchad, y os diré: - Viene de pronto
Como una aurora inesperada, y como
A la primera luz de primavera
De flor se cubren las amables lilas...
¡Triste de mí! Contároslo quería,
Y en espera del verso, las grandiosas
Imágenes en fila ante mis ojos
Como águilas alegres vi sentadas.
Pero las voces de los hombres echan
De junto a mí las nobles aves de oro.
Ya se van, ya se van. Ved cómo rueda
La sangre de mi herida.
Si me pedís un símbolo del mundo
En estos tiempos, vedlo: un ala rota.
Se labra mucho el oro. ¡El alma apenas!
Ved cómo sufro. Vive el alma mía
Cual cierva en una cueva acorralada.
¡Oh, no está bien; me vengaré, llorando!

MARIO BENEDETTI “A ras del sueño”

MARIO BENEDETTI

“A ras del sueño”




Sólo una temporada provisoria,
Tatuaje de incontables tradiciones,
Oscuro mausoleo donde empieza
A existir el futuro, a hacerse piedra.

Nada aquí, nada allá. Son las palabras
Del mago lejanísimo y borroso.

Sin embargo, la infancia se empecina,
Comienza a levantar sus inventarios,
A echar sus amplias redes para luego.
Es una isla limpia y sobre todo
Fugaz, es un venero de primicias
Que se van lentamente resecando.

Queda atrás como un rápido paisaje
Del que persistirán sólo unas nubes,
Un biombo, dos juguetes, tres racimos,
O apenas un olor, una ceniza.
Con luces queda atrás, a la intemperie,
Yacente y aplazada para nunca,
Sola con su aptitud irresistible
Y un pudor incorpóreo, agazapado.
Para nunca aplazada, fabulosa
Infancia entre sus redes extinguida.

Por algo queda atrás. Esa entrañable
Cede paso al fervor, al pasmo, al fruto,
El azar hinca el diente en otra bruma,
Somos los moribundos que nacemos
A la carne, a la sangre, al entusiasmo,
Nos burlamos del sol, de la penumbra,
Manejamos la gloria como un lápiz
Y en las vírgenes tapias dibujamos
El amor y su viejo colmo, el odio,
El grito que nos pone la vergüenza
En las manos mucho antes que en la boca.

El celaje se enciende. Somos niebla
Bajo el cielo compacto, insolidario,
El asombro hace cuentas y no puede
Mantenernos serenos, apacibles,
Somos el invasor protagonista
Que hace trizas el tiempo, que hace ruido
Pueril, que hace palabras, que hace pactos,
Somos tan poderosos, tan eternos,
Que cerramos el puño y el verano
Comienza a sollozar entre los árboles.

Mejor dicho: creemos que solloza.
El verano es un.vaho, por lo tanto
No tiene ojos ni párpados ni lágrimas,
En sus tardes de atmósfera más tenue
Es calor, es calor, y en las mañanas
De aire pesado, corporal, viscoso,
Es calor, es calor. Con eso basta.

De todos modos cambia a las muchachas,
Las ilumina, las ondula, y luego
Las respira y suspira como acordes,
Las envuelve en amor, las hace carne,
Les pinta brazos con venitas tenues
En colores y luz complementarios,
Les abre escotes para que alguien vierta
Cualquier mirada, ese poderhabiente.

La vida, qué región esplendorosa.
¿Quién escruta la muerte, quién la tienta?
A la horca con él. ¿Quién piensa en esa
Imposible quietud cuando es la hora
Para cada uno de morder su fruta,
De usar su espejo, de gritar su grito,
De escupir a los cielos, de ir subiendo
De dos en dos todas las escaleras?

La muerte no se apura, sin embargo,
Ni se aplaca. Tampoco se impacienta.
Hay tantas muertes como negaciones.
La muerte que desgarra, la que expulsa,
La que embruja, la que arde, la que agota,
La que enluta el amor, la que excrementa,
La que siega, la que usa, la que ablanda,
La muerte de arenal, la de pantano,
La de abismo, la de agua, la de almohada.

Hay tantas muertes como teologías,
Pero todas se juntan en la espera.
Esa que acecha es una muerte sola.
Escarnecida, rencorosa, hueca,
Su insomnio enloquecido se desploma
Sobre todos los sueños, su delirio
Se parece bastante a la cordura.
Muerte esbelta y rompiente, qué increíble
Sirena para el Mar de los Suicidas.

No canta, pero indica, marca, alude,
Exhibe sus voraces argumentos,
Sus afiches turísticos, explica
Por qué es tan milagrosa su inminencia,
Por qué es tan atractivo su desastre,
Por qué tan confortable su vacío.

No canta, pero es como si cantara.
Su demagogia negra usa palomas,
Telegramas y rezos y suspiros,
Sonatas para piano, arpas de herrumbre,
Vitrinas del amor momificado,
Relojes de lujuria que amontonan
Segundos y segundos y otras prórrogas.

No canta, pero es como si cantara,
Su espanto vendaval silba en la espiga,
Su pregunta repica en el silencio,
Su loco desparpajo exuda un réquiem
Que es prado y es follaje y es almena.

Hay que volverse sordo y mudo y ciego,
Sordo de amor, de amor enmudecido,
Ciego de amor. Olfato, gusto y tacto
Quedan para alejar la muerte y para
Hundirse en la mujer, en esa ola
Que es tiempo y lengua y brazos y latido,
Esa mujer descanso, mujer césped,
Que es llanto y rostro y siembra y apetito,
Esa mujer cosecha, mujer signo,
Que es paz y aliento y cábala y jadeo.

Hay que amar con horror para salvarse,
Amanecer cuando los mansos dientes
Muerden, para salvarse, o por lo menos
Para creerse a salvo, que es bastante.
Hay que amar sentenciado y sin urgencia,
Para salvarse, para guarecerse
De esa muerte que llueve hielo o fuego.

Es el cielo común, el alba escándalo,
El goce atroz, el milagroso caos,
La piel abismo, la granada abierta,
La única unidad uniyugada,
La derrota de todas las cautelas.

Hay que amar con valor, para salvarse.
Sin luna, sin nostalgia, sin pretextos,
Hay que despilfarrar en una noche
—Que puede ser mil y una— el universo,
Sin augurios, sin planes, sin temblores,
Sin convenios, sin votos, con olvido,
Desnudos cuerpo y alma, disponibles
Para ser otro y otra a ras de sueño.

Bendita noche cóncava, delicia
De encontrar un abrazo a la deriva
Y entrar en ese enigma, sin astucia,
Y volver por el aire al aire libre,
Hay que amar con amor, para salvarse.

Entonces vienen las contradicciones
O sea la razón. El mundo existe
Con manchas, sin arar, y no hay conjuro
Ni fe que lo desmienta o modifique.

El manantial se seca, el árbol cae,
La sangre fluye, el odio se hace muro,
¿Es mi hermano el verdugo? Ese asesino
Y dios padrastro todopoderoso,
Ese señor del vómito, ese artífice
De la hecatombe, ¿puede ser mi hermano?
Surtidor de napalm, profeta imbécil,
¿Ése, mi prójimo?, ¿ése, el semejante?
Sindico en todo caso de la muerte,
Argumento y proclama de la ruina,
Poder y brazo ejecutor. Estiércol.

Por esta vez no he de mirar mis pasos
Sino el contorno triste, calcinado.
Miro a mi sombra que está envejeciendo,
La sombra de los míos que envejecen.

El mundo existe. Con o sin sus manes,
Con o sin su señal. Existe. Punto.

El mundo existe con mis ex iguales,
Con mis amigos-enemigos, esos
Que ya olvidé por qué se traicionaron.

Tiendo mi mano a veces y está sola
Y está más sola cuando no la tiendo,
Pienso en los compradores emboscados
Y tengo duelo y tengo rabia y tengo
Un reproche que empieza en mis lealtades,
En mis confianzas sin mayor motivo,
En mi invención del prójimo-mi-aliado.
Ni aún ahora me resigno a creerlo.

No todos son así, no todos ceden.
Tendré que repetírmelo a escondidas
Y barajar de nuevo el almanaque.

Mi corazón acobardado sigue
Inventando valor, abriendo créditos,
Tirando cabos sólo a la siniestra,
Aprendiendo a aprender, pobre aleluya,
Y quién sabe, quién sabe si entre tanta
Mentira incandescente, no queda algo
De verdad a la sombra. Y no es metáfora.

Nada aquí, nada allá. Son las palabras
Del mago lejanísimo y borroso.

Pero, ¿por qué creerle a pie juntillas?
¿En qué galaxia está el certificado?

Algo aquí, nada allá. ¿Es tan distinto?
Lo propongo debajo de mis párpados
Y en mi boca cerrada.
¿Es tan distinto?
Ya sé, hay razones nítidas, famosas,
Hay cien teorías sobre la derrota,
Hay argumentos para suicidarse,

Pero, ¿y si hay un resquicio?
¿Es tan distinto,
Tan necio, tan ridículo, tan torpe,
Tener un espacioso sueño propio
Donde el hombre se muera pero actúe
Como inmortal?

MARIO BENEDETTI “A la izquierda del roble”

MARIO BENEDETTI

“A la izquierda del roble”



No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
Pero el Jardín Botánico es un parque dormido
En el que uno puede sentirse árbol o prójimo
Siempre y cuando se cumpla un requisito previo.
Que la ciudad exista tranquilamente lejos.

El secreto es apoyarse digamos en un tronco
Y oír a través del aire que admite ruidos muertos
Cómo en Millán y Reyes galopan los tranvías.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
Pero el Jardín Botánico siempre ha tenido
Una agradable propensión a los sueños,
A que los insectos suban por las piernas
Y la melancolía baje por los brazos
Hasta que uno cierra los puños y la atrapa.

Después de todo el secreto es mirar hacia arriba
Y ver cómo las nubes se disputan las copas
Y ver cómo los nidos se disputan los pájaros.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
Ah pero las parejas que huyen al Botánico
Ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
Hablan por lo común de temas importantes
Y se miran fanáticamente a los ojos
Como si el amor fuera un brevísimo túnel
Y ellos se contemplaran por dentro de ese amor.

Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble
(También podría llamarlo almendro o araucaria
Ggracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)
Hablan y por lo visto las palabras
Se quedan conmovidas a mirarlos
Ya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
Pero es lindísimo imaginar qué dicen
Sobre todo si él muerde una ramita
Y ella deja un zapato sobre el césped
Sobre todo si él tiene los huesos tristes
Y ella quiere sonreír pero no puede.

Para mí que el muchacho está diciendo
Lo que se dice a veces en el Jardín Botánico.
Ayer llegó el otoño
El sol de otoño
Y me sentí feliz
Como hace mucho
Qué linda estás
Te quiero
En mi sueño
De noche
Se escuchan las bocinas
El viento sobre el mar
Y sin embargo aquello
También es el silencio
Mírame así
Te quiero
Yo trabajo con ganas
Hago números
Fichas
Discuto con cretinos
Me distraigo y blasfemo
Dame tu mano
Ahora
Ya lo sabés
Te quiero
Pienso a veces en Dios
Bueno no tantas veces
No me gusta robar
Su tiempo
Y además está lejos
Vos estás a mi lado
Ahora mismo estoy triste
Estoy triste y te quiero
Ya pasarán las horas
La calle como un río
Los árboles que ayudan
El cielo
Los amigos
Y qué suerte
Te quiero
Hace mucho era niño
Hace mucho y qué importa
El azar era simple
Como entrar en tus ojos
Dejame entrar
Te quiero
Menos mal que te quiero.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
Pero puede ocurrir que de pronto uno advierta
Que en realidad se trata de algo más desolado
Uno de esos amores de tántalo y azar
Que Dios no admite porque tiene celos.

Fíjense que él acusa con ternura
Y ella se apoya contra la corteza
Fíjense que él va tildando recuerdos
Y ella se consterna misteriosamente.

Para mí que el muchacho está diciendo
Lo que se dice a veces en el Jardín Botánico.
Vos lo dijiste
Nuestro amor
Fue desde siempre un niño muerto
Sólo de a ratos parecía
Que iba a vivir
Que iba a vencernos
Pero los dos fuimos tan fuertes
Que lo dejamos sin su sangre
Sin su futuro
Sin su cielo
Un niño muerto
Sólo eso
Maravilloso y condenado
Quizá tuviera una sonrisa
Como la tuya
Dulce y honda
Quizá tuviera un alma triste
Como mi alma
Poca cosa
Quizá aprendiera con el tiempo
A desplegarse
a usar el mundo
Pero los niños que así vienen
Muertos de amor
Muertos de miedo
Tienen tan grande el corazón
Que se destruyen sin saberlo
Vos lo dijiste
Nuestro amor
Fue desde siempre un niño muerto
Y qué verdad dura y sin sombra
Qué verdad fácil y qué pena
Yo imaginaba que era un niño
Y era tan sólo un niño muerto
Ahora qué queda
Sólo queda
Medir la fe y que recordemos
Lo que pudimos haber sido
Para él
Que no pudo ser nuestro
Qué más
Acaso cuando llegue
Un veintitrés de abril y abismo
Vos donde estés
Llevale flores
Que yo también iré contigo.
No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
Pero el Jardín Botánico es un parque dormido
Que sólo despierta con la lluvia.

Ahora la última nube ha resuelto quedarse
Y nos está mojando como alegres mendigos.

El secreto está en correr con precauciones
A fin de no matar ningún escarabajo
Y no pisar los hongos que aprovechan
Para nadar desesperadamente.

Sin prevenciones me doy vuelta y siguen
Aquellos dos a la izquierda del roble
Eternos y escondidos en la lluvia
Diciéndose quién sabe qué silencios.

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
Pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico
Aquí se quedan sólo los fantasmas.


Ustedes pueden irse.
Yo me quedo.

AMADO NERVO “A Sor Quimera”

AMADO NERVO

“A Sor Quimera”



Para Luis G. Urbina.

I
En nombre de tu rostro de lirio enfermo,
En nombre de tu seno, frágil abrigo
Donde en noches pobladas de espanto duermo,
¡Yo te bendigo!

En nombre de tus ojos de adormideras,
Doliente y solitario fanal que sigo;
En nombre de lo inmenso de tus ojeras,
¡Yo te bendigo!

II
Yo te dedico
El ímpetu orgulloso con que en las cimas
De todos los calvarios, me crucifico
Iluso, ¡pretendiendo que te redimas!

Yo te consagro
Un cuerpo que martirio sólo atesora
Y un alma siempre oscura, que por milagro,
Del cáliz de ese cuerpo no se evapora...

III
Mujer, tu sangre yela mi sangre cálida;
Mujer, tus besos fingen besos de estrella;
Mujer, todos me dicen que eres muy pálida,
Pero muy bella...

Te hizo el Dios tremendo mi desposada;
Ven, te aguardo en un lecho nupcial de espinas;
No puedes alejarte de mi jornada,
Porque une nuestras vidas ensangrentada
Cadena de cilicios y disciplinas.

AMADO NERVO “A Leonor”

AMADO NERVO

“A Leonor”



Tu cabellera es negra como el ala
Del misterio; tan negra como un lóbrego
Jamás, como un adiós, como un "¡quién sabe!"
Pero hay algo más negro aún: ¡tus ojos!

Tus ojos son dos magos pensativos,
Dos esfinges que duermen en la sombra,
Dos enigmas muy bellos... Pero hay algo,
Pero hay algo más bello aún: tu boca.

Tu boca, ¡oh sí!; tu boca, hecha divinamente
Para el amor, para la cálida
Comunión del amor, tu boca joven;
Pero hay algo mejor aún: ¡tu alma!

Tu alma recogida, silenciosa,
De piedades tan hondas como el piélago,
De ternuras tan hondas...
Pero hay algo,
Pero hay algo más hondo aún: ¡tu ensueño!

RUBÉN DARÍO “Abrojos”

RUBÉN DARÍO “Abrojos”




Lloraba en mis brazos vestida de negro,
Se oía el latido de su corazón,
Cubríanle el cuello los rizos castaños
Y toda temblaba de miedo y de amor.
¿Quién tuvo la culpa? La noche callada.
Ya iba a despedirme. Cuando dije "¡adiós!",
Ella, sollozando, se abrazó a mi pecho
Bajo aquel ramaje del almendro en flor.
Velaron las nubes la pida luna...
Después, tristemente lloramos los dos.


¿Que lloras? Lo comprendo.
Todo concluido está.
Pero no quiero verte,
Alma mía, llorar.
Nuestro amor, siempre, siempre...
Nuestras bodas... jamás.
¿Quién es ese bandido
Que se vino a robar
Tu corona florida
Y tu velo nupcial?
Mas no, no me lo digas,
No lo quiero escuchar.
Tu nombre es Inocencia
Y el de él es Satanás.
Un abismo a tus plantas,
Una mano procaz
Que te empuja; tú ruedas,
Y mientras tanto, va
El ángel de tu guarda
Triste y solo a llorar.
Pero ¿por qué derramas
Tantas lágrimas? ¡Ah!
Sí, todo lo comprendo...
No, no me digas más.

RUBÉN DARÍO “A Margarita Debayle”

RUBÉN DARÍO

“A Margarita Debayle”




Margarita, está linda la mar,
Y el viento
Lleva esencia sutil de azahar;

Yo siento
En el alma una alondra cantar:
Tu acento.
Margarita, te voy a contar

Un cuento.

Este era un rey que tenía
Un palacio de diamantes,
Una tienda hecha del día

Y un rebaño de elefantes,
Un kiosco de malaquita,
Un gran manto de tisú,
Y una gentil princesita,

Tan bonita
Margarita,
Tan bonita como tú.


Una tarde la princesa
Vio una estrella aparecer;
La princesa era traviesa
Y la quiso ir a coger.


La quería para hacerla
Decorar un prendedor,
Con un verso y una perla,
Y una pluma y una flor.


Las princesas primorosas
Se parecen mucho a ti:
Cortan lirios, cortan rosas,
Cortan astros. Son así.


Pues se fue la niña bella,
Bajo el cielo y sobre el mar,
A cortar la blanca estrella
Que la hacía suspirar.


Y siguió camino arriba,
Por la luna y más allá;
Mas lo malo es que ella iba
Sin permiso del papá.


Cuando estuvo ya de vuelta
De los parques del Señor,
Se miraba toda envuelta
En un dulce resplandor.


Y el rey dijo: "¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
¿Y qué tienes en el pecho,
Que encendido se te ve?"


La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
"Fui a cortar la estrella mía
A la azul inmensidad".


Y el rey clama: "¿No te he dicho
Que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar".


Y dice ella: "No hubo intento:
Yo me fui no sé por qué
Por las olas y en el viento
Fui a la estrella y la corté".


Y el papá dice enojado:
"Un castigo has de tener:
Vuelve al cielo, y lo robado
Vas ahora a devolver".


La princesa se entristece
Por su dulce flor de luz,
Cuando entonces aparece
Sonriendo el buen Jesús.


Y así dice: "En mis campiñas
Esa rosa le ofrecí:
Son mis flores de las niñas
Que al soñar piensan en mí".


Viste el rey ropas brillantes,
Y luego hace desfilar
Cuatrocientos elefantes
A la orilla de la mar.


La princesita está bella,
Pues ya tiene el prendedor
En que lucen, con la estrella,
Verso, perla, pluma y flor.


Margarita, está linda la mar,
Y el viento
Lleva esencia sutil de azahar:
Tu aliento.


Ya que lejos de mí vas a estar,
Guarda, niña, un gentil pensamiento
Al que un día te quiso contar
Un cuento.