lunes, 28 de septiembre de 2015

ALFONSINA STORNI "Duerme tranquilo"

ALFONSINA STORNI 
"Duerme tranquilo"


Dijiste la palabra que enamora
A mis oídos. Ya olvidaste. Bueno.
Duerme tranquilo. Debe estar sereno
Y hermoso el rostro tuyo a toda hora.

Cuando encanta la boca seductora
Debe ser fresca, su decir ameno;
Para tu oficio de amador no es bueno
El rostro ardido del que mucho llora.

Te reclaman destinos más gloriosos
Que el de llevar, entre los negros pozos
De las ojeras, la mirada en duelo.


¡Cubre de bellas víctimas el suelo!
Más daño al mundo hizo la espada fatua
De algún bárbaro rey, y tiene estatua.

ALFONSINA STORNI "Dolor"

ALFONSINA STORNI
"Dolor"


Quisiera esta tarde divina de octubre
Pasear por la orilla lejana del mar;

Que la arena de oro, y las aguas verdes,
Y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
Como una romana, para concordar

Con las grandes olas, y las rocas muertas
Y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos
Y la boca muda, dejarme llevar;

Ver cómo se rompen las olas azules
Contra los granitos y no parpadear

Ver cómo las aves rapaces se comen
Los peces pequeños y no despertar;

Pensar que pudieran las frágiles barcas
Hundirse en las aguas y no suspirar;

Ver que se adelanta la garganta al aire,
El hombre más bello no desear amar;

Perder la mirada, distraídamente,
Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;


Y, figura erguida, entre cielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.

sábado, 26 de septiembre de 2015

JOSÉ ASUNCIÓN SILVA "A un pesimista"

JOSÉ ASUNCIÓN SILVA
"A un pesimista"



Hay demasiada sombra en tus visiones,
Algo tiene de plácido la vida,
No todo en la existencia es una herida
Donde brote la sangre a borbotones.
La lucha tiene sombra, y las pasiones
Agonizantes, la ternura huida,
Todo lo amado que al pasar se olvida
Es fuente de angustiosas decepciones.
Pero, ¿por qué dudar, si aún ofrecen
En el remoto porvenir oscuro
Calmas hondas y vívidos cariños
La ternura profunda, el beso puro
Y manos de mujer, que amantes mecen
Las cunas sonrosadas de los niños?

JOSÉ ASUNCIÓN SILVA "Crepúsculo"

JOSÉ ASUNCIÓN SILVA
"Crepúsculo"


Junto a la cuna aún no está encendida
La lámpara tibia, que alegra y reposa,
Y se filtra opaca, por entre cortinas
De la tarde triste la luz azulosa.
Los niños cansados suspenden los juegos,
De la calle vienen extraños ruidos,
En estos momentos, en todos los cuartos,
Se van despertando los duendes dormidos.
La sombra que sube por los cortinajes,
Para los hermosos oyentes pueriles,
Se puebla y se llena con los personajes
De los tenebrosos cuentos infantiles.
Flota en ella el pobre Rin Rin Renacuajo,
Corre y huye el triste Ratoncito Pérez,
Y la entenebrece la forma del trágico
Barba Azul, que mata sus siete mujeres.
En unas distancias enormes e ignotas,
Que por los rincones oscuros suscita,
Andan por los prados el Gato con Botas,
Y el Lobo que marcha con Caperucita.
Y, ágil caballero, cruzando la selva,
Do vibra el ladrido fúnebre de un gozque,
A escape tendido va el Príncipe Rubio
A ver a la Hermosa Durmiente del Bosque.

Del infantil grupo se levanta leve
Argentada y pura, una vocecilla,
Que comienza: "Entonces se fueron al baile
Y dejaron sola a la Cenicentilla,
Se quedó la pobre triste en la cocina,
De llanto de pena nublados los ojos,
Mirando los juegos extraños que hacían
En las sombras negras los carbones rojos.
Pero vino el Hada que era su madrina,
Le trajo un vestido de encaje y crespones,
Le hizo un coche de oro de una calabaza,
Convirtió en caballos unos seis ratones,
Le dio un ramo enorme de magnolias húmedas,
Unos zapaticos de vidrio, brillantes,
Y de un solo golpe de la vara mágica
Las cenizas grises convirtió en diamantes".

Con atento oído las niñas la escuchan,
Las muñecas duermen, en la blanda alfombra
Medio abandonadas, y en el aposento
La luz disminuye, se aumenta la sombra.


¡Fantásticos cuentos de duendes y hadas,
Llenos de paisajes y de sugestiones,
Que abrís a lo lejos amplias perspectivas
A las infantiles imaginaciones!
Cuentos que nacisteis en ignotos tiempos
Y que vais, volando, por entre lo oscuro,
Desde los potentes Aryos primitivos,
Hasta las enclenques razas del futuro.
Cuentos que repiten sencillas nodrizas
Muy paso, a los niños, cuando no se duermen,
Y que en sí atesoran del sueño poético
El íntimo encanto, la esencia y el germen.
Cuentos más durables que las convicciones
De graves filósofos y sabias escuelas,
Y que rodeasteis con vuestras ficciones,
Las cunas doradas de las bisabuelas.
¡Fantásticos cuentos de duendes y hadas
Que pobláis los sueños confusos del niño,
El tiempo os sepulta por siempre en el alma
Y el hombre os evoca, con hondo cariño!

JOSÉ SANTOS CHOCANO "El idilio de los volcanes"

JOSÉ SANTOS CHOCANO
"El idilio de los volcanes"



El Ixtlacíhuatl traza la figura yacente
De una mujer dormida bajo el Sol.
El Popocatépetl flamea en los siglos
Como una apocalíptica visión;
Y estos dos volcanes solemnes
Tienen una historia de amor,
Digna de ser cantada en las compilaciones
De una extraordinaria canción.

Ixtacíhuatl -hace miles de años-
Fue la princesa más parecida a una flor,
Que en la tribu de los viejos caciques
Del más gentil capitán se enamoró.
El padre augustamente abrió los labios
Y díjole al capitán seductor
Que si tornaba un día con la cabeza
Del cacique enemigo clavada en su lanzón,
Encontraría preparados, a un tiempo mismo,
El festín de su triunfo y el lecho de su amor.

Y Popocatépetl fuese a la guerra
Con esta esperanza en el corazón:
Domó las rebeldías de las selvas obstinadas,
El motín de los riscos contra su paso vencedor,
La osadía despeñada de los torrentes,
La acechanza de los pantanos en traición;
Y contra cientos y cientos de soldados,
Por años gallardamente combatió.

Al fin tornó a tribu (y la cabeza
Del cacique enemigo sangraba en su lanzón).
Halló el festín del triunfo preparado,
Pero no así el lecho de su amor;
En vez de lecho encontró el túmulo
En que su novia, dormida bajo el Sol,
Esperaba en su frente el beso póstumo
De la boca que nunca en la vida besó.

Y Popocatépetl quebró en sus rodillas
El haz de flechas; y, en una sola voz,
Conjuró la sombra de sus antepasados
Contra la crueldad de su impasible Dios.
Era la vida suya, muy suya,
Porque contra la muerte ganó:
Tenía el triunfo, la riqueza, el poderío,
Pero no tenía el amor.

Entonces hizo que veinte mil esclavos
Alzaran un gran túmulo ante el Sol
Amontonó diez cumbres
En una escalinata como alucinación;
Tomó en sus brazos a la mujer amada,
Y él mismo sobre el túmulo la colocó;
Luego encendió una antorcha, y, para siempre,
Quedóse en pie alumbrando el sarcófago de su dolor.


Duerme en paz, Ixtacíhuatl, nunca los tiempos
Borrarán los perfiles de tu expresión.
Vela en paz. Popocatépetl: nunca los huracanes
Apagarán tu antorcha, eterna como el amor.

JOSÉ SANTOS CHOCANO "De viaje"

JOSÉ SANTOS CHOCANO
"De viaje"


Ave de paso,
Fugaz viajera desconocida:
Fue sólo un sueño, sólo un capricho, sólo un acaso;
Duró un instante de los que llenan toda una vida.
No era la gloria del paganismo,
No era el encanto de la hermosura plástica y recia:
Era algo vago, nube de incienso, luz de idealismo.

No era la Grecia:
¡Era la Roma del cristianismo!
Alrededor era de sus dos ojos ¡oh, qué ojos esos!
Que las fracciones de su semblante desvanecidas
Fingían trazos de un pincel tenue, mojado en besos,
Reviviendo sueños pasados y glorias idas.

Ida es la gloria de sus encantos,
Pasado el sueño de su sonrisa.


Yo lentamente sigo la ruta de mis quebrantos;
¡Ella ha fugado como un perfume sobre la brisa!
Quizás ya nunca nos encontremos;
Quizás ya nunca veré a mi errante desconocida;
Quizás la misma barca de amores empujaremos,
Ella de un lado, yo de otro lado, como dos remos,
¡Toda la vida bogando juntos y separados toda la vida!

miércoles, 23 de septiembre de 2015

PEDRO SALINAS "Aquí, en esta orilla blanca"

PEDRO SALINAS
"Aquí, en esta orilla blanca"


Aquí,
En esta orilla blanca
Del lecho donde duermes,
Estoy al borde mismo
De tu sueño. Si diera
Un paso más, caería
En sus ondas, rompiéndolo
Como un cristal. Me sube
El calor de tu sueño
Hasta el rostro. Tu hálito
Te mide la andadura
Del soñar: va despacio.
Un soplo alterno, leve,
Me entrega ese tesoro
Exactamente: el ritmo
De tu vivir soñando.
Miro. Veo la estofa
De que está hecho tu sueño.
La tienes sobre el cuerpo
Como coraza ingrávida.
Te cerca de respeto.
A tu virgen te vuelves
Toda entera, desnuda,
Cuando te vas al sueño.
En la orilla se paran
Las ansias y los besos:
Esperan, ya sin prisa,
A que abriendo los ojos
Renuncies a tu ser
Invulnerable. Busco
Tu sueño. Con mi alma
Doblada sobre ti
Las miradas recorren,
Traslúcida, tu carne
Y apartan dulcemente
Las señas corporales
Por ver si hallan detrás
Las formas de tu sueño.
No lo encuentran. Y entonces
Pienso en tu sueño. Quiero
Descifrarlo. Las cifras
No sirven, no es secreto.
Es sueño y no misterio.
Y de pronto, en el alto
Silencio de la noche,
Un soñar mío empieza
Al borde de tu cuerpo;
En él el tuyo siento.
Tú dormida, yo en vela,
Hacíamos lo mismo.
No había qué buscar:
Tu sueño era mi sueño.

PEDRO SALINAS "Amor, amor, catástrofe"

PEDRO SALINAS
"Amor, amor, catástrofe"


Amor, amor, catástrofe.
¡Qué hundimiento del mundo!
Un gran horror a techos
Quiebra columnas, tiempos;
Los reemplaza por cielos
Intemporales. Andas, ando
Por entre escombros
De estíos y de inviernos
Derrumbados. Se extinguen
Las normas y los pesos.
Toda hacia atrás la vida
Se va quitando siglos,
Frenética, de encima;
Desteje, galopando,
Su curso, lento antes;
Se desvive de ansia
De borrarse la historia,
De no ser más que el puro
Anhelo de empezarse
Otra vez. El futuro
Se llama ayer. Ayer
Oculto, secretísimo,
Que se nos olvidó
Y hay que reconquistar
Con la sangre y el alma,
Detrás de aquellos otros
Ayeres conocidos.
¡Atrás y siempre atrás!
¡Retrocesos, en vértigo,
Por dentro, hacia el mañana!
¡Que caiga todo! Ya
Lo siento apenas. Vamos,
A fuerza de besar,
Inventando las ruinas
Del mundo, de la mano
Tú y yo
Por entre el gran fracaso
De la flor y del orden.
Y ya siento entre tactos,
Entre abrazos, tu piel,
Que me entrega el retorno
Al palpitar primero,
Sin luz, antes del mundo,
Total, sin forma, caos.

martes, 22 de septiembre de 2015

JAIME SABINES "En la sombra estaban sus ojos"

JAIME SABINES
"En la sombra estaban sus ojos"


En la sombra estaban sus ojos
Y sus ojos estaban vacíos
Y asustados y dulces y buenos
Y fríos.

Allí estaban sus ojos y estaban
En su rostro callado y sencillo
Y su rostro tenía sus ojos
Tranquilos.

No miraban, miraban, qué solos
Y qué tiernos de espanto, qué míos,
Me dejaban su boca en los labios
Y lloraban un aire perdido
Y sin llanto y abiertos y ausentes
Y distantes, distantes y heridos
En la sombra en que estaban, estaban
Callados, vacíos.

Y una niña en sus ojos sin nadie
Se asomaba sin nada a los míos
Y callaba y miraba y callaba
Y sus ojos abiertos y limpios,
Piedra de agua, me estaban mirando
Más allá de mis ojos sin niños
Y qué solos estaban, qué tristes,
Qué limpios.


Y en la sombra en que estaban sus ojos
Y en el aire sin nadie, afligido,
Allí estaban sus ojos y estaban
Vacíos.

JAIME SABINES "Ayer estuve observando"

JAIME SABINES
"Ayer estuve observando"




Ayer estuve observando a los animales
Y me puse a pensar en ti.
Las hembras son más tersas,
Más suaves y más dañinas.
Antes de entregarse maltratan al macho,
O huyen, se defienden.

¿Por qué? Te he visto a ti también,
Como las palomas, enardeciéndote
Cuando yo estoy tranquilo.
¿Es que tu sangre y la mía se encienden
A diferentes horas?

Ahora que estás dormida debías responderme.
Tu respiración es tranquila y tienes
El rostro desatado y los labios abiertos.
Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas.

¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues,
De mi costado? ¿No me dueles?

Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño
Y me abrazas y me envuelves y te cierras
Como la flor con el insecto,
Sé algo, sabemos algo.
La hembra es siempre más grande, de algún modo.

Nosotros nos salvamos de la muerte.
¿Por qué? Todas las noches nos salvamos.
Quedamos juntos, en nuestros brazos,
Y yo empiezo a crecer como el día.

Algo he de andar buscando en ti,
Algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.


¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar,
Para ver, como un tercer ojo,
Como otro pie que sólo yo sé que tuve.

ALBERTO RUY SÁNCHEZ "El reclamo del colibrí"

ALBERTO RUY SÁNCHEZ 
"El reclamo del colibrí"







Las alas del colibrí que alimentaste
Te mencionan, te reclaman:
En el viento estará tu nombre escrito
Siempre nunca, nunca siempre.


Dejaste que el sueño te invadiera
Como un río metiéndose en tus venas.
El sueño del silencio, el de la noche larga.
Y al despertar te fuiste con el sueño.

Vamos a enterrar lo que olvidaste:
Tu rostro sin llanto ni sonrisas,
Tus manos sin fuerza ni ternura,
Tus pies sin pasos,
Tus ojos hacia adentro,
Tu boca sin hambre,
El frío que te cubre como un velo invisible,
El dolor que ya no sientes y nos dejas.

Pasaremos por aquí sin verte.
Nos sentaremos en tu silla.
Dormiremos en tu cama.
Ven por las noches a conversar en sueños
Para hacernos sentir que no te has ido.


Las alas del colibrí que alimentaste
Te mencionan, te reclaman:
En el viento estará tu nombre escrito
Siempre nunca, nunca siempre.

ALBERTO RUY SÁNCHEZ "Aparecida"

ALBERTO RUY SÁNCHEZ 
"Aparecida"







Te vas así
Cuando te acercas
Y al irte
Me dejas
Más cerca de ti.

Mi piel es la prisión
De tu presencia.


Vuelves a mí,
Al abismo de mis manos,
A la orilla
Del sonido
De la sangre
De mi cuerpo,
Y me dejas escuchar los pasos
Veloces
De la tuya.

Pego el oído
A tu piel
(La mía es la prisión
De tu presencia)
Y escucho en ella
El murmullo
De un río en la noche,
Los secretos en tumulto
De un corazón
Que ya no late
Hacia mí.

Pones tu sonrisa en las manos de mis ojos,
Pones tus manos en mis hombros,
Tus pies
Se enredan
En mis piernas,
Se anudan
Como serpientes en celo
Y tu mente
En el mar de aquel olvido
Donde flotan
Nuestras frases
Nuestros quejidos
Nuestros anhelos
De eterna conmoción
Nuestra certeza
De ser indisolubles.

Te vas así
Cuando te acercas
Y al irte
Me dejas
Más cerca de ti.


Mi piel es la prisión
De tu presencia.

sábado, 19 de septiembre de 2015

ELVIO ROMERO "Alegres éramos"

ELVIO ROMERO
"Alegres éramos"


Usted sabe, señor,
Qué alegría colgaba en la floresta;
Qué alegría severa
Como raigambre sudorosa;
Cómo el alegre polvo veraniego
Fulguraba en su lámina esplendente,
Cómo, ¡qué alegremente andábamos!

¡Qué alegremente andábamos!

Usted sabe, señor,
Usted ha visto cómo
La lluvia torrencial sempiterna caía
Sobre un textil aroma de bejucos salvajes
Y cómo iba dejando con sus pétalos húmedos
Su flora resbalosa,
Su acuosa florería.

Usted sabe, señor,
Cómo los sementales retozaban
Hartos de florecer, jubilosos de hartazgo,
Con qué poder la noche deponía
Su amargura en la altura del rocío
Tal como deponía la desdicha
Su arma en las arboledas.

Usted sabe qué alegre
Aflicción de racimos por las ramas
En frutal arco iris vespertino;
Cómo alegres luciérnagas subían
A encender las estrellas,
A conducir azahares que estallaban
Como emoción nupcial o lumbraradas.

Usted sabe, señor,
Que antes de que aquí se enseñoreara
La pobreza, frunciendo hasta las hojas,
Desesperando el aire,
Bien sabe, bien conoce
Que cualquier miserable aquí podía
Fortificar un canto en su garganta,
En su pecho opulento.

¡Cómo podías reír, muchacha mía,
Juvenil, cómo izabas
Una sonrisa fértil como un grano,
Cómo te coronaban los jazmines
Y cómo yo apuraba
Mi vaso de fervor! ¡Qué alegres éramos!

Antes, antes de la amargura,
Antes de que sorbiéramos
Un caudaloso cáliz de indigencias boreales,
Antes de que amarraran los perfumes,
Que en su reverso el sol guardase el hambre,
¡Qué alegres caminábamos!


Antes,
Antes de que el aura ofendieran,
De arrancar la raíz sangrándole los bulbos,
Antes del mayoral, del tiro, antes del látigo,
Qué alegría, señor,
¡Qué alegremente andábamos!

ELVIO ROMERO "Al amor un nombre"

ELVIO ROMERO
"Al amor un nombre"


Quizás porque en ti se asombran
Las cosas voy reinventando
Un nombre nuevo a las cosas.

Quizás por eso buscamos
Signarle un color distinto
A todo cuanto abrazamos.

Al amor un nombre. Al árbol
Que nos cobija. Al silencio
Que se reduce en tus brazos.

Quizás empezarán contigo
A renovarse las hojas
Con que me abrigo y te abrigo.

Y a reinventarse el lucero
Ese brillo enamorado
Del bosque de tus cabellos.

¿Todo es hoy? ¿Hubo pasado?
¿Alguna huella de tu beso
Que su sello haya dejado?

¿Acaso no hay memoria
De aquel rostro, aquellos ojos,
De otros nombres y otras sombras?

¿Contigo el futuro empieza?
¿Contigo el pasado muere?
¿Contigo el presente sueña?

Quizás porque todo ahora
Contigo canta, debiera
Reinventarme cada cosa.


O porque viejos recuerdos
De los ojos se me borran.

viernes, 18 de septiembre de 2015

JORGE ROJAS "El salmo de los árboles"

JORGE ROJAS
"El salmo de los árboles"


Si quieres acercarte más a mi corazón
Rodea tu casa de árboles.
Y sentirás el júbilo de la flor incipiente
Mientras menos lograda más lejos de la muerte.
Escucharás las cosas pequeñas que yo escucho
Cuando cae la tristeza sobre los campos húmedos.
El grillo que devana su pequeña madeja
De soledad y extiende su música en la hierba.
Y verá tu pupila la aventura del vuelo,
La fatiga del ala bajo el plumaje trémulo.
Planta delgados álamos, donde sus sombras midan
El césped silencioso y el agua cantarina,
Y el quieto surtidor verde de los sauces
Para que la tristeza caiga en tus ojos dulces.
El huso de los pinos donde la sombra crece
Que hile la blandura de los atardeceres.
Y cuando esté maduro el silencio del bosque
Pártelo como un fruto, pronunciando mi nombre.
Que sostengan los árboles la lluvia entre sus ramas
Con la misma dulzura con que se toca un arpa.
Y hasta en la oscura noche, cada tallo en aroma
Te entregue la delicia de las futuras pomas.
Y las redondas bayas -madurez y deseo-
Pendan de los flexibles gajos de los ciruelos.
Y decoren de plata sus hojas las acacias
Como si amaneciera la luna entre las ramas.
Que la flor del magnolio, al alto mediodía,
Un loto te recuerde bajo la luz tranquila.
Y la savia palpite si grabas en los robles
El contorno perfecto de nuestros corazones.
El laurel, aun sin frente que aprisionar, recuerde
A tus manos la ausente materia de mis sienes.
Y el mimbre que se doble tierno sobre el estanque
Como si en él quisiera ver el vuelo de un ave.
Despertarán entonces al vaivén de las ramas
Más pájaros que cantos caben en la mañana.
Y la luz será lira sostenida en el aire,
Iniciación del alba, límite de la tarde.
Acércate al rumor del viento entre los árboles,
Amada, y sentirás el rumor de mi sangre.

JORGE ROJAS "El agua"

JORGE ROJAS "El agua"




Beso sin labio, novia en tu desvelo
Esperando una boca que te beba;
Y niña aún si un cántaro te lleva
Arrullada en los brazos bajo el cielo.
Llueve, y el mundo goza de tu vuelo;
Danza la espiga, ábrese la gleba
Y es más dulce cantar cuando se prueba
Tu líquido que sabe a nuestro suelo.
Saltando entre los juncos extraviada
En busca de la sed, corza ligera,
Has quedado en mi mano aprisionada.
No importa que quien te haga prisionera
Te dé su forma, corre alborozada
Persiguiendo tu forma verdadera.

jueves, 17 de septiembre de 2015

GONZALO ROJAS "Código del obseso"

GONZALO ROJAS
"Código del obseso"


I

Busco un pelo; entre lo innumerable de este
Mundo busco un pelo
Disperso en la quebrazón, longuilíneo
De doncellez correspondiente a grande figura
De muchacha grande, pies
Castísimos con uñas pintadas
Por el rey, airosos los muslos
De la esbeltez dual, en ascenso
Más bien secreto, de pubis
A axila, a cabellera
Torrencial tras lo animal del número
Ronco de ser, busco un pelo.

II

Espléndido de mujer
Espléndida, clásica,
Músico
De tacto preferiblemente intrépido
De Boticelli, áureo
Y corrupto de exactitud, castaño
De fulgor, finísimo, de alto a
Bajo busco un pelo.

III

Unigénito, seco de aroma,
Entre el aire y el descaro
Del aire, ni rey
A remolque de esta invención,
Ni tamaña concubina venusina,
Flaco y cínico:
-Galaxias no me quiten el Sol. Pajar del cielo:
Lo que busco es un pelo.

GONZALO ROJAS "Algo de música"

GONZALO ROJAS
"Algo de música"


Del cuerpo; se ha dicho que el cuerpo
De tanto arder va haciéndose traslúcido
En su barniz, y eso de las células
Cerebrales es más bien farsa
De acuerdo con el éter del tres mil,
Puede
¿Por qué no? De poder puede
Siempre que no sobre la madre
En esto de la preñez y todo se convierta en botella,
En copa o en botella es lo mismo, y la resurrección
Sea un vidrio distinto, de nueve meses venenosos.

Con otro cielo, claro está, y otra distribución
De lo umbilical donde la fiesta sea de uranio
Con arcángeles de uranio y rosas de uranio,
Una fiesta larga con además desnudas bellísimas
De uranio, a la velocidad
De la mortandad del uranio.


Y algo de música, siempre algo de música,
¿Por qué no? Con trompetas.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

DUQUE DE RIVAS "Un castellano leal" Romance II

DUQUE DE RIVAS
"Un castellano leal"
Romance II



En una anchurosa cuadra
Del alcázar de Toledo,
Cuyas paredes adornan
Ricos tapices flamencos,

Al lado de una gran mesa
Que cubre de terciopelo
Napolitano tapete
Con borlones de oro y flecos;

Ante un sillón de respaldo
Que entre bordado arabesco
Los timbres de España ostenta
Y el águila del Imperio.

De pie estaba Carlos Quinto
Que en España era Primero,
Con gallardo y noble talle,
Con noble y tranquilo aspecto.

De brocado de oro y blanco
Viste tabardo tudesco,
De rubias martas orlado,
Y desabrochado y suelto;

Dejando ver un justillo
De raso jalde, cubierto
Con primorosos bordados
Y costosos sobrepuestos;

Y la excelsa y noble insignia
Del Toisón de Oro, pendiendo
De una preciosa cadena
En la mitad de su pecho.

Un birrete de velludo
Con un blanco airón, sujeto
Por un joyel de diamantes
Y un antiguo camafeo;

Descubre por ambos lados,
Tanta majestad cubriendo,
Rubio, cual barba y bigote
Bien atusado el cabello.

Apoyada en la cadera
La potente diestra ha puesto,
Que aprieta dos guantes de ámbar
Y un primoroso mosquero.

Y con la siniestra halaga,
De un mastín muy corpulento,
Blanco, y las orejas rubias,
El ancho y carnoso cuello.

Con el Condestable insigne,
Apaciguador del reino,
De los pasados disturbios
Acaso está discurriendo;

O del trato que dispone
Con el rey de Francia, preso,
O de asuntos de Alemania,
Agitada por Lutero.

Cuando un tropel de caballos
Oye venir, a lo lejos,
Y ante el alcázar pararse,
Quedando todo en silencio.

En la antecámara suena
Rumor impensado luego,
Ábrese al fin la mampara
Y entra el de Borbón soberbio;

Con el semblante de azufre,
Y con los ojos de fuego,
Bramando de ira y de rabia
Que enfrena mal el respeto.

Y con balbuciente lengua
Y con mal borrado ceño,
Acusa al de Benavente,
Un desagravio pidiendo.

Del español Condestable
Latió con orgullo el pecho,
Ufano de la entereza
De su esclarecido deudo.

Y, aunque advertido procura
Disimular cual discreto,
A su noble rostro asoman
La aprobación y el contento.

El Emperador un punto
Quedó indeciso y suspenso,
Sin saber qué responderle
Al francés, de enojo ciego.

Y aunque en su interior se goza
Con el proceder violento
Del conde de Benavente,
De altas esperanzas lleno;

Por tener tales vasallos,
De noble lealtad modelos,
Y con los que el ancho mundo
Será a sus glorias estrecho;

Mucho al de Borbón le debe
Y es fuerza satisfacerlo,
Le ofrece para calmarlo
Un desagravio completo;

Y llamando a un gentilhombre,
Con el semblante severo
Manda que el de Benavente
Venga a su presencia presto.

DUQUE DE RIVAS "Un castellano leal"Romance I

DUQUE DE RIVAS
"Un castellano leal"
Romance I



"Hola, hidalgos y escuderos
De mi alcurnia y mi blasón,
Mirad, como bien nacidos,
De mi sangre y casa en pro.

"Esas puertas se defiendan
Que no ha de entrar ¡vive Dios!
Por ellas, quien no estuviere
Más limpio que lo está el sol,

"No profane mi palacio
Un fementido traidor
Que contra su rey combate
Y que a su patria vendió.

Pues si él es de reyes primo,
Primo de reyes soy yo,
Y conde de Benavente
Si él es duque de Borbón.

"Llevándole de ventaja,
Que nunca jamás manchó
La traición mi noble sangre,
Y haber nacido español".

Así atronaba la calle
Una ya cascada voz,
Que de un palacio salía
Cuya puerta se cerró;

Y a la que estaba a caballo
Sobre un negro pisador,
Siendo en su escudo las lises
Más bien que timbre, baldón;

Y de pajes y escuderos
Llevando un tropel en pos
Cubiertos de ricas galas,
El gran duque de Borbón.

El que lidiando en Pavía
Más que valiente, feroz,
Gozóse en ver prisionero
A su natural señor;

Y que a Toledo ha venido
Ufano de su traición,
Para recibir mercedes,
Y ver al Emperador.