AMANECER
JORGE LUIS BORGES
En
la honda noche universal
Que
apenas contradicen los faroles
Una
racha perdida
Ha
ofendido las calles taciturnas
Como
presentimiento tembloroso
Del
amanecer horrible que ronda
Los
arrabales desmantelados del mundo.
Curioso
de la sombra
Y
acobardado por la amenaza del alba
Reviví
la tremenda conjetura
De
Schopenhauer y de Berkeley
Que
declara que el mundo
Es
una actividad de la mente,
Un
sueño de las almas,
Sin
base ni propósito ni volumen.
Y
ya que las ideas
No
son eternas como el mármol
Sino
inmortales como un bosque o un río,
La
doctrina anterior
Asumió
otra forma en el alba
Y
la superstición de esa hora
Cuando
la luz como una enredadera
Va
a implicar las paredes de la sombra,
Doblegó
mi razón
Y
trazó el capricho siguiente:
Si
están ajenas de sustancia las cosas
Y
si esta numerosa Buenos Aires
No
es más que un sueño
Que
erigen en compartida magia las almas,
Hay
un instante
En
que peligra desaforadamente su ser
Y
es el instante estremecido del alba,
Cuando
son pocos los que sueñan el mundo
Y
sólo algunos trasnochadores conservan,
Cenicienta
y apenas bosquejada,
La
imagen de las calles
Que
definirán después con los otros.
¡Hora
en que el sueño pertinaz de la vida
Corre
peligro de quebranto,
Hora
en que le sería fácil a Dios
Matar
del todo su obra!
Pero
de nuevo el mundo se ha salvado.
La
luz discurre inventando sucios colores
Y
con algún remordimiento
De
mi complicidad en el resurgimiento del día
Solicito
mi casa,
Atónita
y glacial en la luz blanca,
Mientras
un pájaro detiene el silencio
Y
la noche gastada
Se
ha quedado en los ojos de los ciegos.
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