KEITH DOUGLAS
“El difunto”
Era un maldito, lo
admito,
Y siempre ebrio hasta
que se quedó sin plata.
Su pelo le colgaba
por un lazo de
Una Corona Veneris.
Sus ojos, mudos
Como prisioneros en
sus cavernosas hendiduras, estaban
Fijos en actitudes de
desesperación.
Ustedes que, Dios los
bendiga, jamás han caído tanto,
Lo censuran y oran
por él, que sí había caído;
Y con sus flaquezas
lamentan los versos
Que el tipo hacía,
acaso entre maldiciones,
Acaso en el colmo de
la ruina moral,
Pero los escribía con
sinceridad;
Y al parecer sentía
un dolor acrisolado
Al cual la virtud de
ustedes no puede llegar.
Respétenlo. Para ello
Poseía una virtud que
ustedes no ven.
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