jueves, 21 de mayo de 2015

MANUEL ACUÑA “MENTIRAS DE LA EXISTENCIA”

MANUEL ACUÑA 


MENTIRAS DE LA EXISTENCIA



    Dolora.

    ¡Qué triste es vivir soñando
    En un mundo que no existe!
    Y qué triste
    Ir viviendo y caminando,
    Sin fe en nuestros delirios,
    De la razón con los ojos,
    Que si hay en la vida lirios,
    Son muchos más los abrojos.

    Nace el hombre, y al momento
    Se lanza tras la esperanza,
    Que no alcanza
    Porque no se alcanza el viento;
    Y corre, corre, y no mira
    Al ir en pos de la gloria
    Que es la gloria una mentira
    Tan bella como ilusoria.

    ¡No ve al correr como loco
    Tras la dicha y los amores,
    Que son flores
    Que duran poco, muy poco!
    ¡No ve cuando se entusiasma
    Con la fortuna que anhela,
    Que es la fortuna un fantasma
    Que cuando se toca vuela!

    Y que la vida es un sueño
    Del que, si al fin despertamos,
    Encontramos
    El mayor placer pequeño;
    Pues son tan fuertes los males
    De la existencia en la senda,
    Que corren allí a raudales
    Las lágrimas en ofrenda.

    Los goces nacen y mueren
    Como puras azucenas,
    Mas las penas
    Viven siempre y siempre hieren;
    Y cuando vuelve la calma
    Con las ilusiones bellas,
    Su lugar dentro del alma
    Queda ocupado por ellas.

    Porque al volar los amores
    Dejan una herida abierta
    Que es la puerta
    Por donde entran los dolores;
    Sucediendo en la jornada
    De nuestra azarosa vida
    Que es para el pesar "entrada"
    Lo que para el bien "salida".

    Y todos sufren y lloran
    Sin que una queja profieran,
    Porque esperan
    ¡Hallar la ilusión que adoran!
    Y no mira el hombre triste
    Cuando tras la dicha corre,
    Que sólo el dolor existe
    Sin que haya bien que lo borre.

    No ve que es un fatuo fuego
    La pasión en que se abrasa,
    Luz que pasa
    Como relámpago, luego:
    Y no ve que los deseos
    De su mente acalorada
    No son sino devaneos,
    No son más que sombra, nada.

    Que es el amor tan ligero
    Cual la amistad que mancilla
    Porque brilla
    Sólo a la luz del dinero;
    Y no ve cuando se lanza
    Loco tras de su creencia,
    Que son la fe y la esperanza,
    Mentiras de la existencia.

JAIME SABINES “NO ES QUE MUERA DE AMOR, MUERO DE TI”

JAIME SABINES “NO ES QUE MUERA DE AMOR, MUERO DE TI”


Muero de ti, amor, de amor de ti,
De urgencia mía de mi piel de ti,
De mi alma de ti y de mi boca
Y del insoportable que yo soy sin ti.
Muero de ti y de mí, muero de ambos,
De nosotros, de ese,
Desgarrado, partido,
Me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
En mi cama en que faltas,
En la calle donde mi brazo va vacío,
En el cine y los parques, los tranvías,
Los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza
Y mi mano tu mano
Y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
Para que estés fuera de mí,
Y en el lugar en que el aire se acaba
Cuando te echo mi piel encima
Y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,
Dichosa, penetrada, y cierto, interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
Entre los dos, ahora, separados,
Del uno al otro, diariamente,
Cayéndonos en múltiples estatuas,
En gestos que no vemos,
En nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
Que no muerdo ni beso,
En tus muslos dulcísimos y vivos,
En tu carne sin fin, muero de máscaras,
De triángulos obscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
De nuestra muerte, amor, muero, morimos.

En el pozo de amor a todas horas,
Inconsolable, a gritos,
Dentro de mí, quiero decir, te llamo,
Te llaman los que nacen, los que vienen
De atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
Sino morirnos más, hora tras hora,

Y escribirnos y hablarnos y morirnos.

miércoles, 20 de mayo de 2015

ROSARIO CASTELLANOS PARÁBOLA DE LA INCONSTANTE

ROSARIO CASTELLANOS 

PARÁBOLA DE LA INCONSTANTE


ANTES CUANDO ME HABLABA DE MÍ MISMA, DECÍA:
SI YO SOY LO QUE SOY
Y DEJO QUE EN MI CUERPO, QUE EN MIS AÑOS
SUCEDA ESE PROCESO
QUE LA SEMILLA LE PERMITE AL ÁRBOL
Y LA PIEDRA A LA ESTATUA, SERÉ LA PLENITUD.

Y ACASO ERA VERDAD. UNA VERDAD.

PERO AY, AMANECÍA DÓCIL COMO LA HIEDRA
A ASIRME A UNA PARED COMO EL ENAMORADO
SE ASE DEL OTRO CON SUS JURAMENTOS.

Y LUEGO YO ESPARCÍA A MI ALREDEDOR, ERGUIDA
EN SOLIDEZ DE ROBLE,
LA RUMOROSA SOLEDAD, LA SOMBRA
HOSPITALARIA Y DABA AL CAMINANTE
-A SU CUCHILLO AGUDO DE MEMORIA-
EL TESTIMONIO FIEL DE MI CORTEZA.

MI ACTITUD ERA A VECES EL REPOSO
Y OTRAS EL ARREBATO,
LA GRACIA O EL FUROR, SIEMPRE LOS DOS CONTRARIOS
PRONTOS A ANIQUILARSE
Y A EMERGER DE LAS RUINAS DEL VENCIDO.

CADA HORA SUPLANTABA A ALGUNO; CADA HORA
ME IBA DE ALGÚN MESÓN DESMANTELADO
EN EL QUE NO ENCONTRÉ NI UNA MALA BUJÍA
Y EN EL QUE NO ME FUE POSIBLE DEJAR NADA.

USURPABA LOS NOMBRES, ME CORONABA DE ELLOS
PARA ARROJAR DESPUÉS, LEJOS DE MI, EL DESPOJO.

HEME AQUÍ, YA AL FINAL, Y TODAVÍA
NO SÉ QUÉ CARA LE DARÉ A LA MUERTE.


DULCE MARÍA LOYNAZ EL AMOR INDECISO

DULCE MARÍA LOYNAZ 


EL AMOR INDECISO

Un amor indeciso se ha acercado a mi puerta
Y no pasa; y se queda frente a la puerta abierta.
Yo le digo al amor: -¿Qué te trae a mi casa?
Y el amor no responde, no saluda, no pasa.
Es un amor pequeño que perdió su camino:
Venía ya la noche. Y con la noche vino.
¡Qué amor tan pequeñito para andar con la sombra!
¿Qué palabra no dice, qué nombre no me nombra?
¿Qué deja ir o espera? ¿Qué paisaje apretado
Se le quedó en el fondo de los ojos cerrado?
Este amor nada dice. Este amor nada sabe:
Es del color del viento, de la huella que un ave
Deja en el viento. -Amor semi-despierto, tienes
Los ojos neblinosos aun de Lázaro. Vienes
De una sombra a otra sombra con los pasos trocados
De los ebrios, los locos. ¡Y los resucitados!
Extraño amor sin rumbo que me gana y me pierde,
Que huele las naranjas y que las rosas muerde.
Que todo lo confunde, lo deja, ¡y no lo deja!
Que esconde estrellas nuevas en la ceniza vieja.
Y no sabe morir ni vivir: y no sabe
Que el mañana es tan solo el hoy muerto. El cadáver
Futuro de este hoy claro, de esta hora cierta.
Un amor indeciso se ha dormido a mi puerta.


PIEDAD BONNETT: ROMANCE

PIEDAD BONNETT 

ROMANCE



Escucha, amor,
¡Viene la muerte avisando!
Oye entre las duras piedras
Su rumor.
Viene la muerte al galope
Silenciosa y embozada.
Calla y en tu corazón
Escucharás sus pisadas.
Viene la muerte enredando
En su lanza desalmada
Todo lo que va topando.
Viene enredada en la flor,
Viene en el sol dominguero.
Calla, amor, calla y escucha,
Pues ha hecho nido en mi pecho.
¡Y tus besos derramados,
Y tu alma malqueriendo,
Y en tu mirada distante
Toda la vida latiendo!

Viene la muerte cantando,
Viene la muerte avisando:
Oye, amor cruel e inconstante
Su rumor.


lunes, 18 de mayo de 2015

ANTONIO MACHADO RETRATO

ANTONIO MACHADO RETRATO



Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
Y un huerto claro donde madura el limonero;
Mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
Mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
-Ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,
Mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
Y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
Pero mi verso brota de manantial sereno;
Y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
Soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
Corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
Mas no amo los afeites de la actual cosmética,
Ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
Y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
Y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
Mi verso, como deja el capitán su espada:
Famosa por la mano viril que la blandiera,
No por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
-Quien habla solo espera hablar a Dios un día-;
Mi soliloquio es plática con ese buen amigo
Que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
El traje que me cubre y la mansión que habito,
El pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje,
Y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
Me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
Casi desnudo, como los hijos de la mar.

FEDERICO GARCÍA LORCA LA MUCHACHA DORADA

FEDERICO GARCÍA LORCA 

LA MUCHACHA DORADA



La muchacha dorada
Se bañaba en el agua
Y el agua se doraba.

Las algas y las ramas
En sombra la asombraban,
Y el ruiseñor cantaba
Por la muchacha blanca.

Vino la noche clara,
Turbia de plata mala,
Con peladas montañas
Bajo la brisa parda.

La muchacha mojada
Era blanca en el agua
Y el agua, llamara.

Vino el alba sin mancha,
Con mil caras de vacas,
Yerta y amortajada
Con heladas guirnaldas.

La muchacha de lágrimas
Se bañaba entre llamas,
Y el ruiseñor lloraba
Con las alas quemadas.

La muchacha dorada
Era una blanca garra
Y el agua la doraba.