viernes, 16 de octubre de 2015

GUILLERMO VALENCIA “A la memoria de Josefina”

GUILLERMO VALENCIA
“A la memoria de Josefina”


I

De lo que fue un amor, una dulzura
Sin par, hecha de ensueño y de alegría,
Sólo ha quedado la ceniza fría
Que retiene esta pálida envoltura.
La orquídea de fantástica hermosura,
La mariposa en su policromía
Rindieron su fragancia y gallardía
Al hado que fijó mi desventura.
Sobre el olvido mi recuerdo impera;
De su sepulcro mi dolor la arranca;
Mi fe la cita, mi pasión la espera,
Y la vuelvo a la luz, con esa franca
Sonrisa matinal de primavera:
¡Noble, modesta, cariñosa y blanca!

II

Que te amé, sin rival, tú lo supiste
Y lo sabe el Señor; nunca se liga
La errátil hiedra a la floresta amiga
Como se unió tu ser a mi alma triste.
En mi memoria tu vivir persiste
Con el dulce rumor de una cantiga,
Y la nostalgia de tu amor mitiga
Mi duelo, que al olvido se resiste.
Diáfano manantial que no se agota,
Vives en mí, y a mi aridez austera
Tu frescura se mezcla, gota a gota.
Tú fuiste a mi desierto la palmera,
A mi piélago amargo, la gaviota,
¡Y sólo morirás cuando yo muera!

LUIS G. URBINA "Dones"

LUIS G. URBINA
"Dones"


Mi padre fue muy bueno: me donó su alegría
Ingenua; su ironía
Amable: su risueño y apacible candor.
¡Gran ofrenda la suya! Pero tú, madre mía,
Tú me hiciste el regalo de tu suave dolor.

Tú pusiste en mi alma la enfermiza ternura,
El anhelo nervioso e incansable de amar;
Las recónditas ansias de creer; la dulzura
De sentir la belleza de la vida, y soñar.

Del ósculo fecundo que se dieron dos seres
-El gozoso y el triste- en una hora de amor,
Nació mi alma inarmónica; pero tú, madre, eres
Quien me ha dado el secreto de la paz interior.


A merced de los vientos, como una barca rota
Va, doliente, el espíritu; desesperado no.
La placidez alegre poco a poco se agota;
Mas sobre la sonrisa que me dio el padre, brota
De mis ojos la lágrima que la madre me dio.

LUIS G. URBINA "Así fue"

LUIS G. URBINA
"Así fue"


Lo sentí; no fue una
Separación, sino un desgarramiento;
Quedó atónita el alma, y sin ninguna
Luz, se durmió en la sombra el pensamiento.

Así fue; como un gran golpe de viento
En la serenidad del aire. Ufano,
En la noche tremenda,
Llevaba yo en la mano
Una antorcha con que alumbraba la senda,
Y que de pronto se apagó: la oscura
Acechanza del mal y el destino
Extinguió así la llama y mi locura.

Vi un árbol a la orilla del camino,
Y me senté a llorar mi desventura.
Así fue, caminante
Que me contemplas con mirada absorta
Y curioso semblante.


Yo estoy cansado, sigue tú adelante;
Mi pena es muy vulgar y no te importa.
Amé, sufrí, gocé, sentí el divino
Soplo de la ilusión y la locura;
Tuve la antorcha, la apagó el destino,
Y me senté a llorar mi desventura
A la sombra de un árbol del camino.

lunes, 12 de octubre de 2015

MIGUEL DE UNAMUNO "De vuelta a casa"

MIGUEL DE UNAMUNO
"De vuelta a casa"


Desde mi cielo a despedirme llegas
Fino orvallo que lentamente bañas
Los robledos que visten las montañas
De mi tierra, y los maíces de sus vegas.

Compadeciendo mi secura, riegas
Montes y valles, los de mis entrañas,
Y con tu bruma el horizonte empañas
De mi sino, y así en la fe me anegas.

Madre Vizcaya, voy desde tus brazos
Verdes, jugosos, a Castilla enjuta,
Donde fieles me aguardan los abrazos


De costumbre, que el hombre no disfruta
De libertad si no es preso en los lazos
De amor, compañero de la ruta.

MIGUEL DE UNAMUNO "Castilla"

MIGUEL DE UNAMUNO
"Castilla"


Tú me levantas, tierra de Castilla,
En la rugosa palma de tu mano,
Al cielo que te enciende y te refresca,
Al cielo, tu amo,

Tierra nervuda, enjuta, despejada,
Madre de corazones y de brazos,
Toma el presente en ti viejos colores
Del noble antaño.

Con la pradera cóncava del cielo
Lindan en torno tus desnudos campos,
Tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
Y en ti santuario.

Es todo cima tu extensión redonda
Y en ti me siento al cielo levantado,
Aire de cumbre es el que se respira
Aquí, en tus páramos.


¡Ara gigante, tierra castellana,
A ese tu aire soltaré mis cantos,
Si te son dignos bajarán al mundo
Desde lo alto!

JAIME TORRES BODET "Amor"

JAIME TORRES BODET
"Amor"


Para escapar de ti
No bastan ya peldaños,
Túneles, aviones,
Teléfonos o barcos.
Todo lo que se va
Con el hombre que escapa:
El silencio, la voz,
Los trenes y los años,
No sirve para huir
De este recinto exacto
—Sin horas ni reloj,
Sin ventanas ni cuadros—
Que a todas partes va
Conmigo cuando viajo.

Para escapar de ti
Necesito un cansancio
Nacido de ti misma:
Una duda, un rencor,
La vergüenza de un llanto;
El miedo que me dio
—Por ejemplo— poner
Sobre tu frágil nombre
La forma impropia y dura
Y brusca de mis labios...

El odio que sentí
Nacer al mismo tiempo
En ti que nuestro amor,
Me hará salir de tu alma
Más pronto que la luz,
Más deprisa que el sueño,
Con mayor precisión
Que el ascensor más raudo:
El odio que el amor
Esconde entre las manos.

JAIME TORRES BODET "Abril"

JAIME TORRES BODET
"Abril"


Esperando la mano de nieve...
Bécquer

¿En dónde? ¿En qué lugar
Secreto del invierno
Está oculto el botón
Mecánico, la rosa,
El vals o la mujer
Que un dedo sin esfuerzo
Debería tocar
Para ponerte en marcha,
Automático abril
De un año descompuesto?

Lo siento. Estás ya aquí,
Junto a mi pensamiento,
Como —sobre el cristal
De una ventana oscura—
La exigencia sin voz
De un aletazo terco.
Pero, si salgo a abrir,
Lo único que encuentro
Es la noche, otra vez:
La noche y el silencio.

¿Palabras? ¿Para qué?
En ellas, por momentos,
creo tocarte al fin,
Abril... Pero las digo
—Raíz, pájaro, luz—
Y me contesta el viento:
Invierno; invierno el sol,
Y soledad los ecos.

Libros de viaje busco.
Mapas de amor despliego.
A rostros de mujeres
Que hace tiempo murieron,
En retratos y en cartas
Pregunto cómo eras;
Qué nubes o qué alondras
Fueron, en otros puertos,
De tu regreso eterno
Crédulos mensajeros.

Pero nadie te ha visto
Llegar, abril. A nadie
Puedo pedir consejo
Para esperarte. Nadie
Conoce tus andenes,
Sino —acaso— este ciego
Que pugna por hallar
A tientas, en mis versos,
El secreto botón
Que pone en marcha al mundo
Cuando vacila el sol
Y dudan los inviernos...