sábado, 26 de septiembre de 2015

JOSÉ ASUNCIÓN SILVA "Crepúsculo"

JOSÉ ASUNCIÓN SILVA
"Crepúsculo"


Junto a la cuna aún no está encendida
La lámpara tibia, que alegra y reposa,
Y se filtra opaca, por entre cortinas
De la tarde triste la luz azulosa.
Los niños cansados suspenden los juegos,
De la calle vienen extraños ruidos,
En estos momentos, en todos los cuartos,
Se van despertando los duendes dormidos.
La sombra que sube por los cortinajes,
Para los hermosos oyentes pueriles,
Se puebla y se llena con los personajes
De los tenebrosos cuentos infantiles.
Flota en ella el pobre Rin Rin Renacuajo,
Corre y huye el triste Ratoncito Pérez,
Y la entenebrece la forma del trágico
Barba Azul, que mata sus siete mujeres.
En unas distancias enormes e ignotas,
Que por los rincones oscuros suscita,
Andan por los prados el Gato con Botas,
Y el Lobo que marcha con Caperucita.
Y, ágil caballero, cruzando la selva,
Do vibra el ladrido fúnebre de un gozque,
A escape tendido va el Príncipe Rubio
A ver a la Hermosa Durmiente del Bosque.

Del infantil grupo se levanta leve
Argentada y pura, una vocecilla,
Que comienza: "Entonces se fueron al baile
Y dejaron sola a la Cenicentilla,
Se quedó la pobre triste en la cocina,
De llanto de pena nublados los ojos,
Mirando los juegos extraños que hacían
En las sombras negras los carbones rojos.
Pero vino el Hada que era su madrina,
Le trajo un vestido de encaje y crespones,
Le hizo un coche de oro de una calabaza,
Convirtió en caballos unos seis ratones,
Le dio un ramo enorme de magnolias húmedas,
Unos zapaticos de vidrio, brillantes,
Y de un solo golpe de la vara mágica
Las cenizas grises convirtió en diamantes".

Con atento oído las niñas la escuchan,
Las muñecas duermen, en la blanda alfombra
Medio abandonadas, y en el aposento
La luz disminuye, se aumenta la sombra.


¡Fantásticos cuentos de duendes y hadas,
Llenos de paisajes y de sugestiones,
Que abrís a lo lejos amplias perspectivas
A las infantiles imaginaciones!
Cuentos que nacisteis en ignotos tiempos
Y que vais, volando, por entre lo oscuro,
Desde los potentes Aryos primitivos,
Hasta las enclenques razas del futuro.
Cuentos que repiten sencillas nodrizas
Muy paso, a los niños, cuando no se duermen,
Y que en sí atesoran del sueño poético
El íntimo encanto, la esencia y el germen.
Cuentos más durables que las convicciones
De graves filósofos y sabias escuelas,
Y que rodeasteis con vuestras ficciones,
Las cunas doradas de las bisabuelas.
¡Fantásticos cuentos de duendes y hadas
Que pobláis los sueños confusos del niño,
El tiempo os sepulta por siempre en el alma
Y el hombre os evoca, con hondo cariño!

JOSÉ SANTOS CHOCANO "El idilio de los volcanes"

JOSÉ SANTOS CHOCANO
"El idilio de los volcanes"



El Ixtlacíhuatl traza la figura yacente
De una mujer dormida bajo el Sol.
El Popocatépetl flamea en los siglos
Como una apocalíptica visión;
Y estos dos volcanes solemnes
Tienen una historia de amor,
Digna de ser cantada en las compilaciones
De una extraordinaria canción.

Ixtacíhuatl -hace miles de años-
Fue la princesa más parecida a una flor,
Que en la tribu de los viejos caciques
Del más gentil capitán se enamoró.
El padre augustamente abrió los labios
Y díjole al capitán seductor
Que si tornaba un día con la cabeza
Del cacique enemigo clavada en su lanzón,
Encontraría preparados, a un tiempo mismo,
El festín de su triunfo y el lecho de su amor.

Y Popocatépetl fuese a la guerra
Con esta esperanza en el corazón:
Domó las rebeldías de las selvas obstinadas,
El motín de los riscos contra su paso vencedor,
La osadía despeñada de los torrentes,
La acechanza de los pantanos en traición;
Y contra cientos y cientos de soldados,
Por años gallardamente combatió.

Al fin tornó a tribu (y la cabeza
Del cacique enemigo sangraba en su lanzón).
Halló el festín del triunfo preparado,
Pero no así el lecho de su amor;
En vez de lecho encontró el túmulo
En que su novia, dormida bajo el Sol,
Esperaba en su frente el beso póstumo
De la boca que nunca en la vida besó.

Y Popocatépetl quebró en sus rodillas
El haz de flechas; y, en una sola voz,
Conjuró la sombra de sus antepasados
Contra la crueldad de su impasible Dios.
Era la vida suya, muy suya,
Porque contra la muerte ganó:
Tenía el triunfo, la riqueza, el poderío,
Pero no tenía el amor.

Entonces hizo que veinte mil esclavos
Alzaran un gran túmulo ante el Sol
Amontonó diez cumbres
En una escalinata como alucinación;
Tomó en sus brazos a la mujer amada,
Y él mismo sobre el túmulo la colocó;
Luego encendió una antorcha, y, para siempre,
Quedóse en pie alumbrando el sarcófago de su dolor.


Duerme en paz, Ixtacíhuatl, nunca los tiempos
Borrarán los perfiles de tu expresión.
Vela en paz. Popocatépetl: nunca los huracanes
Apagarán tu antorcha, eterna como el amor.

JOSÉ SANTOS CHOCANO "De viaje"

JOSÉ SANTOS CHOCANO
"De viaje"


Ave de paso,
Fugaz viajera desconocida:
Fue sólo un sueño, sólo un capricho, sólo un acaso;
Duró un instante de los que llenan toda una vida.
No era la gloria del paganismo,
No era el encanto de la hermosura plástica y recia:
Era algo vago, nube de incienso, luz de idealismo.

No era la Grecia:
¡Era la Roma del cristianismo!
Alrededor era de sus dos ojos ¡oh, qué ojos esos!
Que las fracciones de su semblante desvanecidas
Fingían trazos de un pincel tenue, mojado en besos,
Reviviendo sueños pasados y glorias idas.

Ida es la gloria de sus encantos,
Pasado el sueño de su sonrisa.


Yo lentamente sigo la ruta de mis quebrantos;
¡Ella ha fugado como un perfume sobre la brisa!
Quizás ya nunca nos encontremos;
Quizás ya nunca veré a mi errante desconocida;
Quizás la misma barca de amores empujaremos,
Ella de un lado, yo de otro lado, como dos remos,
¡Toda la vida bogando juntos y separados toda la vida!

miércoles, 23 de septiembre de 2015

PEDRO SALINAS "Aquí, en esta orilla blanca"

PEDRO SALINAS
"Aquí, en esta orilla blanca"


Aquí,
En esta orilla blanca
Del lecho donde duermes,
Estoy al borde mismo
De tu sueño. Si diera
Un paso más, caería
En sus ondas, rompiéndolo
Como un cristal. Me sube
El calor de tu sueño
Hasta el rostro. Tu hálito
Te mide la andadura
Del soñar: va despacio.
Un soplo alterno, leve,
Me entrega ese tesoro
Exactamente: el ritmo
De tu vivir soñando.
Miro. Veo la estofa
De que está hecho tu sueño.
La tienes sobre el cuerpo
Como coraza ingrávida.
Te cerca de respeto.
A tu virgen te vuelves
Toda entera, desnuda,
Cuando te vas al sueño.
En la orilla se paran
Las ansias y los besos:
Esperan, ya sin prisa,
A que abriendo los ojos
Renuncies a tu ser
Invulnerable. Busco
Tu sueño. Con mi alma
Doblada sobre ti
Las miradas recorren,
Traslúcida, tu carne
Y apartan dulcemente
Las señas corporales
Por ver si hallan detrás
Las formas de tu sueño.
No lo encuentran. Y entonces
Pienso en tu sueño. Quiero
Descifrarlo. Las cifras
No sirven, no es secreto.
Es sueño y no misterio.
Y de pronto, en el alto
Silencio de la noche,
Un soñar mío empieza
Al borde de tu cuerpo;
En él el tuyo siento.
Tú dormida, yo en vela,
Hacíamos lo mismo.
No había qué buscar:
Tu sueño era mi sueño.

PEDRO SALINAS "Amor, amor, catástrofe"

PEDRO SALINAS
"Amor, amor, catástrofe"


Amor, amor, catástrofe.
¡Qué hundimiento del mundo!
Un gran horror a techos
Quiebra columnas, tiempos;
Los reemplaza por cielos
Intemporales. Andas, ando
Por entre escombros
De estíos y de inviernos
Derrumbados. Se extinguen
Las normas y los pesos.
Toda hacia atrás la vida
Se va quitando siglos,
Frenética, de encima;
Desteje, galopando,
Su curso, lento antes;
Se desvive de ansia
De borrarse la historia,
De no ser más que el puro
Anhelo de empezarse
Otra vez. El futuro
Se llama ayer. Ayer
Oculto, secretísimo,
Que se nos olvidó
Y hay que reconquistar
Con la sangre y el alma,
Detrás de aquellos otros
Ayeres conocidos.
¡Atrás y siempre atrás!
¡Retrocesos, en vértigo,
Por dentro, hacia el mañana!
¡Que caiga todo! Ya
Lo siento apenas. Vamos,
A fuerza de besar,
Inventando las ruinas
Del mundo, de la mano
Tú y yo
Por entre el gran fracaso
De la flor y del orden.
Y ya siento entre tactos,
Entre abrazos, tu piel,
Que me entrega el retorno
Al palpitar primero,
Sin luz, antes del mundo,
Total, sin forma, caos.

martes, 22 de septiembre de 2015

JAIME SABINES "En la sombra estaban sus ojos"

JAIME SABINES
"En la sombra estaban sus ojos"


En la sombra estaban sus ojos
Y sus ojos estaban vacíos
Y asustados y dulces y buenos
Y fríos.

Allí estaban sus ojos y estaban
En su rostro callado y sencillo
Y su rostro tenía sus ojos
Tranquilos.

No miraban, miraban, qué solos
Y qué tiernos de espanto, qué míos,
Me dejaban su boca en los labios
Y lloraban un aire perdido
Y sin llanto y abiertos y ausentes
Y distantes, distantes y heridos
En la sombra en que estaban, estaban
Callados, vacíos.

Y una niña en sus ojos sin nadie
Se asomaba sin nada a los míos
Y callaba y miraba y callaba
Y sus ojos abiertos y limpios,
Piedra de agua, me estaban mirando
Más allá de mis ojos sin niños
Y qué solos estaban, qué tristes,
Qué limpios.


Y en la sombra en que estaban sus ojos
Y en el aire sin nadie, afligido,
Allí estaban sus ojos y estaban
Vacíos.

JAIME SABINES "Ayer estuve observando"

JAIME SABINES
"Ayer estuve observando"




Ayer estuve observando a los animales
Y me puse a pensar en ti.
Las hembras son más tersas,
Más suaves y más dañinas.
Antes de entregarse maltratan al macho,
O huyen, se defienden.

¿Por qué? Te he visto a ti también,
Como las palomas, enardeciéndote
Cuando yo estoy tranquilo.
¿Es que tu sangre y la mía se encienden
A diferentes horas?

Ahora que estás dormida debías responderme.
Tu respiración es tranquila y tienes
El rostro desatado y los labios abiertos.
Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas.

¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues,
De mi costado? ¿No me dueles?

Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño
Y me abrazas y me envuelves y te cierras
Como la flor con el insecto,
Sé algo, sabemos algo.
La hembra es siempre más grande, de algún modo.

Nosotros nos salvamos de la muerte.
¿Por qué? Todas las noches nos salvamos.
Quedamos juntos, en nuestros brazos,
Y yo empiezo a crecer como el día.

Algo he de andar buscando en ti,
Algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.


¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar,
Para ver, como un tercer ojo,
Como otro pie que sólo yo sé que tuve.