jueves, 20 de agosto de 2015

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ "Estoy triste, y mis ojos no lloran"

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
"Estoy triste, y mis ojos no lloran"


Estoy triste, y mis ojos no lloran
Y no quiero los besos de nadie;
Mi mirada serena se pierde
En el fondo callado del parque.
¿Para qué he de soñar en amores
Si está oscura y lluviosa la tarde
Y no vienen suspiros ni aromas
En las rondas tranquilas del aire?
Han sonado las horas dormidas;
Está solo el inmenso paisaje;
Ya se han ido los lentos rebaños;
Flota el humo en los pobres hogares.
Al cerrar mi ventana a la sombra,
Una estrena brilló en los cristales;
Estoy triste, mis ojos no lloran,
¡Ya no quiero los besos de nadie!
Soñaré con mi infancia: es la hora
De los niños dormidos; mi madre
Me mecía en su tibio regazo,
Al amor de sus ojos radiantes;
Y al vibrar la amorosa campana
De la ermita perdida en el valle,
Se entreabrían mis ojos rendidos
Al misterio sin luz de la tarde...
Es la esquila; ha sonado. La esquila
Ha sonado en la paz de los aires;
Sus cadencias dan llanto a estos ojos
Que no quieren los besos de nadie.
¡Que mis lágrimas corran! Ya hay flores,
Ya hay fragancias y cantos; si alguien
Ha soñado en mis besos, que venga
De su plácido ensueño a besarme.
Y mis lágrimas corren... No vienen...
¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silencio
La campana que tocan los ángeles.

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ “El poeta a caballo”

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
El poeta a caballo”


¡Qué tranquilidad violeta,
Por el sendero, a la tarde!
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
La dulce brisa del río,
Olorosa a junco y agua,
Le refresca el señorío...
La brisa leve del río...
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
Y el corazón se le pierde,
Doliente y embalsamado,
En la madreselva verde...
Y el corazón se le pierde...
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
Se esté la orilla dorando...
El último pensamiento
Del sol la deja soñando...
Se está la orilla dorando...
¡Qué tranquilidad violeta,
Por el sendero, a la tarde!
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!

miércoles, 19 de agosto de 2015

JORGE ISAACS “En la noche callada”

JORGE ISAACS
En la noche callada”


¡Ay, cuántas veces en las lentas horas
De la noche callada, antes que el sueño
Venga a cerrar mis párpados, recorre
Mi memoria tenaz los bellos días
De lloros y de risas infantiles
A que siguieron tan hermosos años!
Sus palabras de amor entonces oigo,
Sus votos de constancia... no cumplidos,
Y vuelvo a ver la luz de esa mirada
Que hundióse en el Ocaso de la vida
Para ya no lucir... ¡ay, para siempre!
¡Ay! Cuántas veces los amigos caros
Al corazón desde la infancia unidos,
Que ya no existen... mi memoria evoca,
Y hallo en torno de mí sólo sus tumbas,
A do bajaron, como al soplo frío
Del invierno, las hojas macilentas...
Imagínome entonces que recorro
Un salón de banquete ya desierto,
Do algunas luces oscilando mueren...
Donde se ven aquí y allá dispersas
Las guirnaldas marchitas... Lo han dejado
Todos, excepto yo; y así en la vida
¡Ay, cuántas veces me contemplo solo!

JORGE ISAACS “Después de la victoria”

JORGE ISAACS
Después de la victoria”


I

Con albas ropas, lívida, impalpable,
En alta noche se acercó a mi lecho:
Estremecido, la esperé en los brazos;
Inmóvil, sorda, me miró en silencio.

Hirióme su mirada negra y fría...
Sentí en la frente como helado aliento;
Y las manos de mármol en mis sienes,
A los míos juntó sus labios yertos.

II

La hoguera del vivac agonizante:
Olor de sangre... Fatigados duermen:
Infla las lonas de la tienda el viento:
De centinelas, voces a los lejos...

¡Largo vivir!... ¡La gloria!... ¿Quién laureles
Y caricias tendrá para mí en premio?
¿Gloria sin ti?... ¡Dichosos los que yacen
En la llanura ensangrentada muertos!

martes, 18 de agosto de 2015

JUANA DE IBARBOUROU Despecho

JUANA DE IBARBOUROU
Despecho


¡Ah, que estoy cansada! Me he reído tanto,
Tanto, que a mis ojos ha asomado el llanto;
Tanto, que este rictus que contrae mi boca
Es un rastro extraño de mi risa loca.

Tanto, que esta intensa palidez que tengo
(Como en los retratos de viejo abolengo)
Es por la fatiga de la loca risa
Que en todo mi cuerpo su sopor desliza.

¡Ah, que estoy cansada! Déjame que duerma;
Pues, como la angustia, la alegría enferma.
¡Qué rara ocurrencia decir que estoy triste!
¿Cuándo más alegre que ahora me viste?


¡Mentira! No tengo ni dudas, ni celos,
Ni inquietud, ni angustias, ni penas, ni anhelos,
Si brilla en mis ojos la humedad del llanto,
Es por el esfuerzo de reírme tanto...

JUANA DE IBARBOUROU Como la primavera

JUANA DE IBARBOUROU
Como la primavera


Como una ala negra tendí mis cabellos
Sobre tus rodillas.
Cerrando los ojos su olor aspiraste,
Diciéndome luego:
-¿Duermes sobre piedras cubiertas de musgos?
¿Con ramas de sauces te atas las trenzas?
¿Tu almohada es de trébol? ¿Las tienes tan negras
Porque acaso en ella exprimiste un zumo
Retinto y espeso de moras silvestres?
¡Qué fresca y extraña fragancia te envuelve!
Hueles a arroyuelos, a tierra y a selvas.
¿Que perfume usas? Y riendo te dije:
-¡Ninguno, ninguno!
Te amo y soy joven, huelo a primavera.
Este olor que sientes es de carne firme,
De mejillas claras y de sangre nueva.
¡Te quiero y soy joven, por eso es que tengo
Las mismas fragancias de la primavera!

lunes, 17 de agosto de 2015

VICENTE HUIDOBRO "Aquí estamos"

VICENTE HUIDOBRO
"Aquí estamos"


Nada está sujeto a los ojos para siempre
Nada tiene lazos de leyenda a través del murmullo
Sólo tu sombra da el destino y despierta la caverna
Tu lumbre que suspira a modo de subir
Entregándose entera en su esperanza
Como chispa confiada y como signo de su hondura.

Volvamos al principio sin conclusión alguna
En virginal salida de la piel vidente
Sin suceso del día ni del año sino largo memorial
De la raíz a la más alta punta
Con los dedos crecidos por el viento
Y el terror de los anuncios obscuros regalados
Humildemente regalados como semillas a la madre
Así el barco buscado por sus aguas
Ha de reconocer los fluidos de su acento
Y será reconocido por las puertas hermanas.


La idea es nacimiento y sepulcro de grandes alas
Es vuelo general, es huñida de células y huesos
En árbol repentino sin recuerdo aparente
Es un río asomado a su balcón
En el ir y venir de rincones incógnitos
Entre cabezas y corazones asustados por su modo de ser
Infinito alarido por el tiempo enseñado
Con tanta muerte adentro que es cúspide de vida
Interminable océano sacrificado a la noche
Y noche sacrificada al sol que no la espera.