jueves, 30 de julio de 2015

MANUEL MARÍA FLORES "Adiós"

MANUEL MARÍA FLORES 
"Adiós"


Adiós para siempre, mitad de mi vida,
Un alma tan sólo teníamos los dos;
Mas hoy es preciso que esta alma divida
La amarga palabra del último adiós.

¿Por qué nos separan? ¿No saben acaso
Que pasa la vida cual pasa la flor?
Cruzamos el mundo como aves de paso...
Mañana la tumba, ¿por qué hoy el dolor?

¿La dicha secreta de dos que se adoran
Enoja a los cielos, y es fuerza sufrir?
¿Tan sólo son gratas las almas que lloran
Al torvo destino?... ¿La ley es morir?...

¿Quién es el destino?... Te arroja a mis brazos,
En mi alma te imprime, te infunde en mi ser,
Y bárbaro luego me arranca a pedazos
El alma y la vida contigo... ¿por qué?

Adiós... es preciso. No llores... y parte.
La dicha de vernos nos quitan no más;
Pero un solo instante dejar de adorarte,
Hacer que te olvide, ¿lo pueden? ¡Jamás!

Con lazos eternos nos hemos unido;
En vano el destino nos hiere a los dos...
¡Las almas que se aman no tienen olvido,
No tienen ausencia, no tienen adiós!

MARCELO D. FERRER "Amor y distancia"

MARCELO D. FERRER 
"Amor y distancia"


Mi sur te imaginó desde un sueño
Que plácido elevó su libido para buscarte...
Ahí, donde el azteca adora a sus dioses,
Me elevo a tu norte para adorarte.

Tierras aztecas de sacrificios y alabanzas,
Te buscan mis ojos en la inmensidad de esas pampas
Que tienen al águila en su bandera como estampa.

En este espacio infinito donde las formas son letras,
Y el corazón se arrasa con el poder de la palabra,
Acuño esperanzas en cada charla.
Te siento, te veo, te toco
Marcho a tu encuentro inundado de vos
Cuando cierro mis ojos,
Y me elevo etéreo cuando te invoco.

Con el amor, suceden cosas extrañas.
Se derriban fronteras y se devoran distancias...
Pero son los sueños los que alimentan la esperanza.


Por eso, mi amada... luz lejana:
Búscame en tus sueños a los flancos de tu falda,
Sosténme la mano firme y no la sueltes por nada,
Que si es amor esto que nos pasa,
Esta fantasía que anuda nuestras almas,
Unirá nuestros cuerpos la mañana de un día.

MARCELO D. FERRER "Amanecer de una pena"

MARCELO D. FERRER 
"Amanecer de una pena"


Hoy amaneció una pena
Meciéndose entre el olvido y la nostalgia...
Se asomaba con vértigo a las grietas de mi corazón
Y se levantó conmigo de la cama.
Su presencia agudizó la bruma de la mañana.

Como un mítico agujero negro,
Absorbió todo: olores, sabores
Y hasta el canto de los pájaros que,
En trino bajo murmuraban,
De esa pena fugada
De la ciudadela de las ilusiones vanas.

Cuando amanece una pena
De inmediato se instala en la mirada
Como velo de mujer en luto luego de una desgracia.
Y ahí se queda sin decirte nada,
En vigilia por las noches... silenciando las mañanas.
Luego, repentinos soles le van pintando la cara
Hasta que al fin se marcha.

Algunas penas son fatales, te desgarran el alma
Y la cura es muy, muy larga y amarga.
Otras penas son fugaces como el recorrido
De una pequeñísima lágrima.

Las peores son las que dejan marcas
Como secuelas que siempre te acompañan,
Que patológicamente, ahora se marchan
Y otrora regresan para entristecerte el alma.


La que amaneció hoy se paraba en la puerta de mi casa,
Con sus ojos rasgados y suavidad de palabras,
Jugó a la ilusión y ella misma la creyó,
Jugó al amor y en pena lo convirtió.

lunes, 27 de julio de 2015

JOSÉ MARÍA EGUREN "El bote viejo"

JOSÉ MARÍA EGUREN 
"El bote viejo"


Bajo brillante niebla,
De saladas actinias cubierto,
Amaneció en la playa,
Un bote viejo.

Con arena, se mira
La banda de sus bateleros,
Y en la quilla verdosos
Calafateos.

Bote triste, yacente,
Por los moluscos horadado;
Ha venido de ignotos
Muelles amargos.

Apareció en la bruma
Y en la armonía de la aurora;
Trajo de los rompientes
Doradas conchas.

A sus bancos remeros,
A sus amarillentas sogas,
Viene los cormoranes
Y las gaviotas.

Los pintorescos niños,
Cuando dormita la marea
Lo llenan de cordajes
Y de banderas.

Los novios, en la tarde,
En su alta quilla se recuestan;
Y a los vientos marinos,
De amor se besan.

Mas el bote ruinoso
De las arenas del estuario,
Ansía los distantes
Muelles dorados.


Y en la profunda noche,
En fino tumbo abrillantado,
Partió el bote muriente
A los botes lejanos.

JOSÉ MARÍA EGUREN "El andarín de la noche"

JOSÉ MARÍA EGUREN 
"El andarín de la noche"


El oscuro andarín de la noche
Detiene el paso junto a la torre,
Y al centinela
Le anuncia roja, cercana la guerra.

Le dice al viejo de la cabaña
Que hay batidores en la sabana;
Sordas linternas
En los juncales y oscuras sendas.

A las ciudades capitolinas
Va el pregonero de la desdicha;
Y en la tiniebla
Del extramuro, tardo se aleja.

En la batalla cayó la torre;
Siguieron ruinas, desolaciones;
Canes sombríos
Buscan los muertos en los caminos.


Suenan los bombos y las trompetas
Y las picotas y las cadenas;
Y nadie ha visto, por el confín;
Nadie recuerda
Al andarín.

JOSÉ DE ESPRONCEDA "A una estrella"

JOSÉ DE ESPRONCEDA 
"A una estrella"


¿Quién eres tú, lucero misterioso,
Tímido y triste entre luceros mil,
Que cuando miro tu esplendor dudoso,
Turbado siento el corazón latir?
¿Es acaso tu luz recuerdo triste
De otro antiguo perdido resplandor,
Cuando engañado como yo creíste
Eterna tu ventura que pasó?
Tal vez con sueños de oro la esperanza
Acarició tu pura juventud,
Y gloria y paz y amor y venturanza
Vertió en el mundo tu primera luz.
Y al primer triunfo del amor primero
Que embalsamó en aromas el Edén,
Luciste acaso, mágico lucero,
Protector del misterio y del placer.
Y era tu luz voluptuosa y tierna
La que entre flores resbalando allí
Inspiraba en el alma un ansia eterna
De amor perpetuo y de placer sin fin.
Mas ¡ay!, que luego el bien y la alegría
En llanto y desventura se trocó:
Tu esplendor empañó niebla sombría;
Sólo un recuerdo al corazón quedó.
Y ahora melancólico me miras
Y tu rayo es un dardo del pesar
Si amor aún al corazón inspiras,
Es un amor sin esperanza ya.
¡Ay lucero!, yo te vi
Resplandecer en mi frente,
Cuando palpitar sentí
Mi corazón dulcemente
Con amante frenesí.
Tu faz entonces lucía
Con más brillante fulgor,
Mientras yo me prometía
Que jamás se apagaría
Para mí tu resplandor.
¿Quién aquel brillo radiante
¡Oh lucero!, te robó,
Que oscureció tu semblante,
Y a mi pecho arrebató
La dicha en aquel instante?
¿O acaso tú siempre así
Brillaste y en mi ilusión
Yo aquel esplendor te di
Que amaba mi corazón,
Lucero, cuando te vi?
Una mujer adoré
Que imaginaría yo un cielo;
Mi gloria en ella cifré,
Y de un luminoso velo
En mi ilusión la adorné.
Y tú fuiste la aureola
Que iluminaba su frente,
Cual los aires arrebola
El fúlgido sol naciente,
Y el puro azul tornasola.
Y astro de dicha y amores,
Se deslizaba mi vida
A la luz de tus fulgores,
Por fácil senda florida,
Bajo un cielo de colores.
Tantas dulces alegrías,
Tantos mágicos ensueños
¿Dónde fueron?
Tan alegres fantasías,
Deleites tan halagüeños,
¿Qué se hicieron?
Huyeron con mi ilusión
Para nunca más tornar,
Y pasaron,
Y sólo en mi corazón
Recuerdos, llanto y pesar
¡Ay!, dejaron.
¡Ah lucero!, tú perdiste
También tu puro fulgor,
Y lloraste;
También como yo sufriste,
Y el crudo arpón del dolor
¡Ay!, probaste.
¡Infeliz! ¿Por qué volví
De mis sueños de ventura
Para hallar
Luto y tinieblas en ti,
Y lágrimas de amargura
Que enjugar?
Pero tú conmigo lloras,
Que eres el ángel caído
Del dolor,
Y piedad llorando imploras,
Y recuerdas tu perdido
Resplandor.
Lucero, si mi quebranto
Oyes, y sufres cual yo,
¡Ay!, juntemos
Nuestras quejas, nuestro llanto:
Pues nuestra gloria pasó,
Juntos lloremos.
Mas hoy miro tu luz casi apagada,
Y un vago padecer mi pecho siente:
Que está mi alma de sufrir cansada,
Seca ya de las lágrimas la fuente.
¡Quién sabe!... tú recobrarás acaso
Otra vez tu pasado resplandor,
A ti tal vez te anunciará tu ocaso
Un oriente más puro que el del sol.
A mí tan solo penas y amargura
Me quedan en el valle de la vida;
Como un sueño pasó mi infancia pura,
Se agosta ya mi juventud florida.
Astro sé tú de candidez y amores
Para el que luz te preste en su ilusión,
Y ornado el porvenir de blancas flores,
Sienta latir de amor su corazón.

Yo indiferente sigo mi camino
A merced de los vientos y la mar,
Y entregado, en los brazos del destino,
Ni me importa salvarme o zozobrar.

JOSÉ DE ESPRONCEDA "A Jarifa"

JOSÉ DE ESPRONCEDA 
"A Jarifa"


Trae, Jarifa, trae tu mano,
Ven y pósala en mi frente,
Que en un mar de lava hirviente
Mi cabeza siento arder.
Ven y junta con mis labios
Esos labios que me irritan,
Donde aún los besos palpitan
De tus amantes de ayer.

¿Qué la virtud, la pureza?
¿Qué la verdad y el cariño?
Mentida ilusión de niño,
Que halagó mi juventud.
Dadme vino: en él se ahoguen
Mis recuerdos; aturdida
Sin sentir huya la vida;
Paz me traiga el ataúd.

El sudor mi rostro quema,
Y en ardiente sangre rojos
Brillan inciertos mis ojos,
Se me salta el corazón.
Huye, mujer; te detesto,
Siento tu mano en la mía,
Y tu mano siento fría,
Y tus besos hielos son.

¡Siempre igual! Necias mujeres,
Inventad otras caricias,
Otro mundo, otras delicias,
O maldito sea el placer.
Vuestros besos son mentira,
Mentira vuestra ternura:
Es fealdad vuestra hermosura,
Vuestro gozo es padecer.
Yo quiero amor, quiero gloria,
Quiero un deleite divino,
Como en mi mente imagino,
Como en el mundo no hay;
Y es la luz de aquel lucero
Que engañó mi fantasía,
Fuego fatuo, falso guía
Que errante y ciego me tray.

¿Por qué murió para el placer mi alma,
Y vive aún para el dolor impío?
¿Por qué si yazgo en indolente calma,
Siento, en lugar de paz, árido hastío?

¿Por qué este inquieto, abrasador deseo?
¿Por qué este sentimiento extraño y vago,
Que yo mismo conozco un devaneo,
Y busco aún su seductor halago?

¿Por qué aún fingirme amores y placeres
Que cierto estoy de que serán mentira?
¿Por qué en pos de fantásticas mujeres
Necio tal vez mi corazón delira,

Si luego, en vez de prados y de flores,
Halla desiertos áridos y abrojos,
Y en sus sandios o lúbricos amores
Fastidio sólo encontrará y enojos?

Yo me arrojé cual rápido cometa,
En alas de mi ardiente fantasía:
Doquier mi arrebatada mente inquieta,
Dichas y triunfos encontrar creía.

Yo me lancé con atrevido vuelo
Fuera del mundo en la región etérea,
Y hallé la duda, y el radiante cielo
Vi convertirse en ilusión aérea.

Luego en la tierra la virtud, la gloria,
Busqué con ansia y delirante amor,
Y hediondo polvo y deleznable escoria
Mi fatigado espíritu encontró.

Mujeres vi de virginal limpieza
Entre albas nubes de celeste lumbre;
Yo las toqué, y en humo su pureza
Trocarse vi, y en lodo y podredumbre.

Y encontré mi ilusión desvanecida
Y eterno e insaciable mi deseo:
Palpé la realidad y odié la vida;
Sólo en la paz de los sepulcros creo.

Y busco aún y busco codicioso,
Y aún deleites el alma finge y quiere:
Pregunto y un acento pavoroso
"¡Ay! -me responde-, desespera y muere.

Muere, infeliz: la vida es un tormento,
Un engaño el placer; no hay en la tierra
Paz para ti, ni dicha, ni contento,
Sino eterna ambición y eterna guerra.

Que así castiga Dios el alma osada,
Que aspira loca, en su delirio insano,
De la verdad para el mortal velada
A descubrir el insondable arcano".

¡Oh!, cesa; no, yo no quiero
Ver más, ni saber ya nada:
Harta mi alma y postrada,
Sólo anhela descansar.

En mí muera el sentimiento,
Pues ya murió mi ventura,
Ni el placer ni la tristura
Vuelvan mi pecho a turbar.

Pasad, pasad en óptica ilusoria
Y otras jóvenes almas engañad:
Nacaradas imágenes de gloria,
Coronas de oro y de laurel, pasad.

Pasad, pasad mujeres voluptuosas,
Con danza y algazara en confusión;
Pasad como visiones vaporosas
Sin conmover ni herir mi corazón.

Y aturdan mi revuelta fantasía
Los brindis y el estruendo del festín,
Y huya la noche y me sorprenda el día
En un letargo estúpido y sin fin.

Ven, Jarifa; tú has sufrido
Como yo; tú nunca lloras;
Mas ¡ay triste!, que no ignoras
Cuán amarga es mi aflicción.
Una misma es nuestra pena,
En vano el llanto contienes.
Tú también, como yo, tienes
Desgarrado el corazón.