lunes, 27 de julio de 2015

RAMÓN DE CAMPOAMOR "A Felisa" (el día de su casamiento)

RAMÓN DE CAMPOAMOR 
"A Felisa" (el día de su casamiento)


Aunque a la aurora temores,
Y al mismo sol dés enojos,
Te sientan con mil primores
La languidez en los ojos,
Y en el cabello las flores.
Muestran tantas maravillas
Los diamantes en tu cuello,
Las rosas en tus mejillas,
Que con real ornato brillas
Desde la planta al cabello.
Y aunque arreo tan brillante
Dé a tu belleza decoro,
¡Ay, que en tu lindo semblante
Oculta cada diamante,
Bella Felisa, un tesoro!
Vertiendo dulce sonrisa,
No ocultes los ojos bellos,
Porque te dirán con risa
Que ya leyeron, Felisa,
Tus pensamientos en ellos.
Embebecida y errante
Vagas con planta insegura,
Cual si escucharas amante
El céfiro susurrante
Que entre tus bucles murmura.
Ya sé que en este momento
Las niñas en dulce calma
Oyen, con turbado intento,
Cosas que murmura el viento
Y escucha gozosa el alma.
Ya sé que el cielo abandonan
Los ángeles, y que hermosos
De luz su frente coronan,
Y dobles himnos entonan,
De su hermosura envidiosos.
Sé que en sus ojos se encantan,
Y que en torno se revuelven;
Acentos de amor levantan;
Las llaman hermosas; cantan;
Besan su faz, y se vuelven.
Y en ese instante de gloria,
Con recuerdos seductores,
Ya sé que por su memoria
Pasa la amorosa historia
De sus pasados amores.
Por eso. Felisa, errante
Vagas con planta insegura,
Cual si escucharas amante
El céfiro susurrante
Que entre tus bucles murmura.
Dime si tal vez, hermosa,
En esa ilusión tranquila
Probando estás amorosa
La dulce miel que destila
El dulce nombre de esposa.
Di si en tus ojos se encienden
Los ángeles; si contento
Te causa tal vez su acento;
Y si mirándote, tienden
Las blancas alas al viento.
Di si recuerdas, Felisa,
Las canciones que sonaron
En tu calle, y que apagaron;
¡Que por Dios, qué bien aprisa
Siendo tan dulces, pasaron!
Ya no escucharás cual antes,
Allá en las noches serenas,
Sobre los aires flotantes,
Las sabrosas cantilenas
De los rendidos amantes.
Que os es muy grato a las bellas
Al son del arpa importuna
Oír amantes querellas,
Ya al brillo de las estrellas
Ya al resplandor de la luna.
Y os place ver derramados
Cantos de amor por los cielos,
Porque causen acordados
A otras hermosuras celos,
Y a otros galanes cuidados.
Y oís las trovas de amores,
En vuestro lecho adormidas,
Como los vagos rumores
Que hacen al ondear las flores,
De vuestras rejas prendidas.
Y al despertar, con empeños
Tal vez pensáis que, halagüeños
Os dan, cantando, placeres,
Esos dulcísimos seres
Con quien platicáis en sueños.
Mas ¡ah, que ya se apagaron
Aquellos cantos, Felisa,
Que en tu alabanza sonaron!
Y por Dios, qué bien aprisa,
Siendo tan dulces, pasaron.
Pasaron los amadores,
Llevando sus falsas llamas;
Tiempo es que libre de azores
Trate, Felisa, de amores
La tórtola entre las ramas.
Ya no escucharás, cual antes,
Allá en las noches serenas,
Sobre los aires flotantes,
Las sabrosas cantilenas
De los rendidos amantes.
Las rosas que con pasión
Hoy te prendiste galana,
Las últimas rosas son
Que columpió en tu balcón
La brisa de la mañana.
Si ya con plácidas glosas
Tu pecho nunca se embriaga,
Aún hay canciones gustosas,
Con que a las tiernas esposas
El aura nocturna halaga.
Si trovas no están rompiendo
Tus sueños, como hasta aquí,
Los romperá el dulce estruendo
De algún pecho que gimiendo
Esté, Felisa, por ti.
Y unos sones muy callados
Oirás cruzar por los cielos,
Sin que causen, acordados,
Ni a otras hermosuras celos,
Ni a otros amantes cuidados.

Y a cada momento, hermosa,
En grata ilusión tranquila,
Podrás probar amorosa
La dulce miel que destila
El dulce nombre de esposa.

JOSÉ ANGEL BUESA "Balada del loco amor"

JOSÉ ANGEL BUESA 
"Balada del loco amor"


I

No, nada llega tarde, porque todas las cosas
Tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;
Sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
Cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.
No, amor no llega tarde. Tu corazón y el mío
Saben secretamente que no hay amor tardío.
Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
La toca desde adentro, porque ya estaba abierta.
Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,
Pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.

II

Amor, el niño loco de la loca sonrisa,
Viene con pasos lentos igual que viene aprisa;
Pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco
Lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.
Así ocurre que un niño travieso se divierte,
Y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.
Y más cuando la flecha se le encona en la herida,
Porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.
Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde
Y ni siquiera entonces el amor llega tarde.

III

No, yo no diré nunca qué noche de verano
Me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.
No diré que esa noche que sólo a ti te digo
Se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.

No, no diré esas cosas, y, todavía menos,
La delicia culpable de contemplar tus senos.
Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,
Que era como la llave de una puerta cerrada.
Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,
Y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.

JOSÉ ANGEL BUESA "Amor tardío"

JOSÉ ANGEL BUESA 
"Amor tardío"

Tardíamente, en el jardín sombrío,
Tardíamente entró una mariposa,
Transfigurando en alba milagrosa
El deprimente anochecer de estío.
Y, sedienta de miel y de rocío,
Tardíamente en el rosal se posa,
Pues ya se deshojó la última rosa
Con la primera ráfaga de frío.

Y yo, que voy andando hacia el poniente,
Siento llegar maravillosamente,
Como esa mariposa, una ilusión;
Pero en mi otoño de melancolía,
Mariposa de amor, al fin del día,
Qué tarde llegas a mi corazón.

ANDRÉS ELOY BLANCO "Bestiario"

ANDRÉS ELOY BLANCO 
"Bestiario"


El Caimán
Es el capitán del río;
Viejo zorro dormilón, viejo Neptuno,
Con ese dolor de eternidad
De los que se salvaron del Diluvio.
En la playa candorosa
Alza su boca abierta el capitán del río
Como si fuera echando hacia los cielos
Las almas de los que se ha comido.
Viejo zorro, compadre del filósofo,
¡Sospechoso, como el lomo de un libro!

La Raya
Alacrán de orilla.
Comadre de orillera,
Oculta, como una mala intención,
Enconosa, como una mala lengua.
Quizá no entra al río
Porque no la dejan
Y se embosca en la orilla, como el mango de marzo,
Que al quitarse la cáscara, nos la pone en la puerta.

El Temblador
Bólido entre dos aguas, gota de tempestad,
Gato de agua el alma de algún gato hundido
O más bien un rayo que cayó una noche
Y cuando iba hacia el fondo, se pasmó con el frío.

El Caribe
La diezmillonésima parte
De un tiburón
Multiplicada diez millones de veces.
El Caribe es la distancia más corta
Que hay del río a la muerte.

El Boa
La cola en el árbol, la boca en el río,
Es todo un cauce:
Entra al Orinoco la cascada viva,
El tributario de carne.

El Mono
Desde el árbol más alto, donde se toca el cielo,
Colgado de la cola al pico de una estrella,
Con las manos tendidas, nos saluda el abuelo.

Las Garzas
¿Es una nube? ¿Es un punto vacío
En el azul? No, amigo mío,
En un bando de garzas son las novias del río.

ANDRÉS ELOY BLANCO “Angostura”

ANDRÉS ELOY BLANCO 
“Angostura”

En Angostura, el río
Se hace delgado y profundo como un secreto,
Tiene la intensidad de una idea
Que le pone la arruga a la Piedra del Medio.
En Angostura, el agua
Tiene la hondura de un concepto
Y acaso aquí es el río la sombra de Bolívar,
Metáfora del alma que no cabe en el cuerpo.
Ved cómo viene, río abajo
Pensad algo en el río sin vallas y sin puertos,
Ancho hasta el horizonte,
Caluroso como el desierto.
La barca es un instante en la vida del agua,
Una hoja en un árbol, una nota en un trueno,
Y en la barca venía la esperanza de América,
Un sorbo de hombre apenas, una pluma en un vuelo,
La gota primeriza donde nace
El orinoco del ensueño.
Y llegó aquí, a Angostura, en una playa primitiva
Atracó la canoa; vedle hundir en el suelo
El tacón fino, con el pinchazo
De la avispa que quiere conocer su avispero;
Seguidle, subiendo la cuesta
Hacia la ciudad; un revuelo
De campanas anuncia su llegada, las casas
Se endomingaban de banderas y de letreros,
De soledad arriban canoas con mujeres
Como cestas con mangos y mereyes del tiempo.
Angostura gallea su jarifa prestancia
Para gustarle al héroe guapo que tenía los ojos negros.
Y cuando subió la escalera,
Hacia la cumbre del congreso,
Y cuando volvió hacia la playa
Con la república en el pecho,
¿Qué fue, Orinoco, aquella luz
Que te encrespó los músculos y te erizó los nervios
Y sacudió tus hondas fibras
Desde la planta de Maipures hasta el puño de Macareo?
¿No era la patria acaso? ¿No era la patria misma?
La patria secular que te nació en tu seno
Y vivirá en los siglos, eterna como el mundo,
Porque si un día se nos muere te devolverás del océano.

FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ "Estar enamorado"

FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ 
"Estar enamorado"


Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo de la vida.
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa.
Es cobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la carne se respira.
Es contemplar desde la cumbre de la persona la razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira.
Es escuchar en una boca la propia voz profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra está vencida.

Estar enamorado, amigos, es descubrir dónde se juntan cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas.
Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de su espada.
Es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho se levanta.
Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la llama.
Es entender la pensativa conversación del corazón y la distancia.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música sin tasa.
Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída.
Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita.


Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas.
Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o si son propias las lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su noche obscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre y en adelante no volver a decir nunca.
Y es además, amigos míos, estar seguro de tener las manos puras.

FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ "Amor antiguo"

FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ 
"Amor antiguo"


Amor antiguo, cuya sombra empaña
Mi cariñosa propensión de ahora,
Eres como una sombra de montaña
Sobre el encendimiento de la aurora.
Amor antiguo, cuya pesadumbre
Traba la agilidad de mi alegría,
Eres la tiranía de la cumbre
Contra la libertad del mediodía.
Amor antiguo, cuya voz sofoca
La nueva vocecita del cariño,
Eres palabra de proyecta boca
En una boca inédita de niño.
Amor antiguo, cuyo sentimiento
Hace caber el mundo en nuestro llanto,
Eres el alma convertida en viento
Y eres el viento convertido en canto.

Amor antiguo, cuya remembranza
Cada amorosa perspectiva cierra,
Eres esa emoción que sólo alcanza
Quien se acuerda del mar desde la tierra.