lunes, 27 de julio de 2015

RAFAEL ALBERTI “A Pablo Neruda, con Chile en el corazón”

RAFAEL ALBERTI 
“A Pablo Neruda, con Chile en el corazón”

No dormiréis, malditos de la espada,
Cuervos nocturnos de sangrientas uñas,
Tristes cobardes de las sombras tristes,
Violadores de muertos.
No dormiréis.
Su noble canto, su pasión abierta,
Su estatura más alta que las cumbres,
Con el cántico libre de su pueblo
Os ahogarán un día.
No dormiréis.
Venid a ver su casa asesinada,
La miseria fecal de vuestro odio,
Su inmenso corazón pisoteado,
Su pura mano herida.
No dormiréis.
No dormiréis porque ninguno duerme.
No dormiréis porque su luz os ciega.
No dormiréis porque la muerte es sólo
Vuestra victoria.

No dormiréis jamás porque estáis muertos.

RAFAEL ALBERTI "A galopar"

RAFAEL ALBERTI 
"A galopar"




Las tierras, las tierras, las tierras de España,
Las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
Jinete del pueblo,
Al sol y a la luna.

¡A galopar,
A galopar,
Hasta enterrarlos en el mar!

A corazón suenan, resuenan, resuenan
Las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
Caballo cuatralbo,
Caballo de espuma.

¡A galopar,
A galopar,
Hasta enterrarlos en el mar!

Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
Que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
Jinete del pueblo,
Que la tierra es tuya.

¡A galopar,
A galopar,
Hasta enterrarlos en el mar!

MANUEL ACUÑA “A Asunción”

MANUEL ACUÑA 
“A Asunción”


Mire usted, Asunción: aunque algún ángel
Metiéndose envidioso,
Conciba allá en el cielo el mal capricho
De venir por la noche a hacerle el oso
Y en un acto glorioso
Llevársela de aquí, como le ha dicho
No sé qué nigromante misterioso,
No vaya usted, por Dios, a hacerle caso,
Ni a dar con el tal ángel un mal paso;
Estése usted dormida,
Debajo de las sábanas metida,
Y deje usted que la hable
Y que la vuelva a hablar y que se endiable,
Que entonces con un dedo
Puesto sobre otro en cruz, ¡afuera miedo!

No vaya ustéd a rendirse
Ante el ruego o las lágrimas y a irse...
Que donde usted nos deje
Por seguir en el vuelo a su Tenorio,
Después irá a llorar al purgatorio
Sin tener quien la mime, aunque se queje...

Conque mucho cuidado
Si siente usted un ángel a su lado,
Que yo, como su amigo,
Con tal que usted, Asunción, me lo permita,
Le aconsejo y le digo
Que después de Rosario y Margarita
No admita usted más ángeles consigo.

Estése usted con ellas
Compartiendo delicias e ilusiones
Todas las horas tienen que ser bellas;
Viva usted muchos años
(Como un humilde criado le diría)
Y mañana que sola o entre extraños
Se encuentre por desgracia en este día,
Si busca usted una alma que la ame,
Llame usted a mi pecho, y conque llame,
Si no estoy muerto encontrará la mía.



MANUEL ACUÑA "A LA PATRIA"

MANUEL ACUÑA 
"A LA PATRIA"


Ante el recuerdo bendito
De aquella noche sagrada
En que la patria alherrojada
Rompió al fin su esclavitud;
Ante la dulce memoria
De aquella hora y de aquel día,
Yo siento que en el alma mía
Canta algo como un laúd.
Yo siento que brota en flores
El huerto de mi ternura,
Que tiembla entre su espesura
La estrofa de una canción;
Y al sonoroso y ardiente
Murmurar de cada nota,
Siendo algo grande que brota
Dentro de mi corazón.
¡Bendita noche de gloria
Que así mi espíritu agitas,
Bendita entre benditas
Noche de la libertad!
Hora del triunfo en que el pueblo
Vio al fin en su omnipotencia,
Al sol de la independencia
Rompiendo la oscuridad.
Yo te amo... y al acercarme
Ante este altar de victoria
Donde la patria y la historia
Contemplan nuestro placer,
Yo vengo a unir al tributo
Que en darte el pueblo se afana
Mi canto de mexicana,
Mi corazón de mujer.


sábado, 27 de junio de 2015

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA CANCIÓN “A San Isidro”

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA CANCIÓN

“A San Isidro”



Coronadas de luz las sienes bellas,
conduce el sol su luminoso coche
a la estación donde madruga el día;
quitó el prestado honor a las estrellas,
y en campañas de luz venció a la noche
con los ardientes rayos que regía;
castigo a su osadía
la tierra fue, que nuevo sol le opuso,
esfera de verdor, campo de fuego.
Cuando en sus rayos ciego,
querúbicas deidades vio confuso
sembrar por rubios granos esmeraldas,
por espigas coger verdes guirnaldas.

Los campos de Madrid ya cielos bellos
y los cielos del sol campos hermosos
eran con los opuestos resplandores;
porque asistiendo o cultivando en ellos,
ya labrador, ya espíritus dichosos,
campos de estrellas son, cielo de flores:
vestida de esplendores
acredita la tierra al sol desmayos,
que paga el sol en rayos a la tierra;
y en luminosa guerra,
espigas compitieron a sus rayos,
porque el cielo y la tierra en sus fatigas
mieses de rayos son, globos de espigas.

El viento, entre los varios arreboles
del resplandor, Madrid, que a ti reduces
cielo humano te vio, divino suelo:
dudó dos cielos y creyó dos soles,
admirando, confuso entre dos luces,
brillando el campo y cultivando el cielo;
que con santo desvelo
Isidro le labraba con el llanto,
ángeles con su gloria le ilustraban,
y el viento, que abrasaban
mansos eclipses, en abismo tanto
ignora a quién incline su destino,
a ángel cultor o a labrador divino.

Este pues en su espíritu dichoso,
arrebatado hasta los cielos sube
(que bien la tierra por el cielo olvida)
y espíritus del trono luminoso,
rayos de luz en abrasada nube,
bajan al suelo a darle nueva vida.
La tierra, agradecida
al favor de los cielos soberano,
sin esperanzas del abril florece:
tanto, tanto agradece
el beneficio de la culta mano;
y estrellas produjera entonces bellas,
si nacieran sembradas las estrellas.

Rompe la tierra el paraninfo alado
y el rústico instrumento que la oprime,
nunca más dulce, nunca más süave
a la mano obediente, no al arado,
el surco estima que en su centro imprime
celeste autor de su esperanza grave.
¿Quién habrá que te alabe,
ángel o labrador, si ofrece el suelo
a celestial cultor humano fruto,
y celestial tributo
a humano agricultor ofrece el cielo?
Y aunque use el hombre angélico ejercicio,
¿quién vio al ángel usar rústico oficio?

¿Quién más dichoso está, quién más ufano?
¿Con ángeles el suelo en este día
o con un labrador, no más, el cielo?
Más gloria tiene el cielo soberano,
pues humildes dos ángeles envía
que próvidos por él labren el suelo:
tanto pudo tu celo,
tanto, Isidro, tu amor maravilloso,
tanto tus oraciones celestiales.
Por dos ángeles vales:
dos suplen tu descuido virtuoso;
y pues de flores ver los campos llenos,
porque se aumenten más trabaja menos.

Deje de mi pluma el vuelo,
mi torpe acento el canto,
mi voz aliento tanto;
que aunque alaba a Madrid, Madrid es cielo;
y es bien que a tanto empleo se presuma
suave voz, dulce acento y veloz pluma.

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA OCTAVAS "A San Isidro"

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA OCTAVAS

"A San Isidro"



Túrbase el sol, su luz se eclipsa cuanta
medroso esparce hasta el segundo oriente.
El viento con suspiros se levanta;
présaga España su desdicha siente:
y en tanta confusión, en pena tanta
Filipo al fatal golpe está obediente:
¡Oh justo llanto, oh justo sentimiento!
Tema España, el sol llore, gima el viento.

Mas cese el sentimiento, cese el llanto,
y en vez, España, de funesto luto,
fiestas publica, que te ensalce cuanto
te oprimió de los ojos el tributo;
pues ya Madrid piadosa a Isidro santo
vuelve a sus campos a coger el fruto
que sembró de piedad y desengaños
al fin dichoso de quinientos años.

Ya más gloriosa con humilde celo
vuelve, piadosa al Labrador divino,
a ver el prado, el río, fuente y suelo,
donde a la tierra y cielo abrió camino,
porque de nuevo en ella obligue al cielo,
en tanto que su Rey sujeto es digno
a su piedad, volviendo a su porfía
Sol a España, al sol luz, a la luz día.

Dichosa, insigne villa, y más dichosa
cuanto por más piadosa te señalas,
vuele tu fama al viento licenciosa;
sirviendo a tu piedad de amor las alas,
vive, ¡oh! más que la muerte poderosa,
pues no sólo el arado al cetro igualas,
pero aun exceden por divinas leyes
tus pobres labradores a tus reyes.

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA SONETO “A San Isidro”

PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA SONETO 

“A San Isidro”



Los campos de Madrid, Isidro santo,
emulación divina son del cielo,
pues humildes los ángeles su suelo
tanto celebran y veneran tanto.

Celestes labradores, en cuanto
son amorosa voz, con santo celo
vos enviáis en angélico consuelo
dulce oración, que fertiliza el llanto.

Dichoso agricultor, en quien se encierra
cosecha de tan fértiles despojos,
que divino y humano os da tributo,

no receléis el fruto de la tierra,
pues cogerán del cielo vuestros ojos,
sembrando aquí sus lágrimas, el fruto.