lunes, 27 de julio de 2015

ALFONSO CAMÍN "Arriba, siempre arriba"

ALFONSO CAMÍN 
"Arriba, siempre arriba"


Arriba, siempre hacia arriba, 
Como la nieve en la cumbre,
Como el águila en los cielos
Como la estrella y la nube.
Arriba, siempre hacia arriba,
Como el castaño, que nutre
Con el fruto al buen vecino
Y está hueco y no sucumbe.
Como el roble a contraviento,
Como las alas y el numen;
Ser como el tigre que asalta
Y como el león que ruge.
Arriba, siempre hacia arriba,
Como el mar que al peñón cubre;
Ser vencedor aún vencido,
Ser en el carbón la lumbre.
En Trafalgar como Nelson
O ser Gravina en resumen;
Ser en torno de La Habana
El coronel Aranguren.
Drake, terror del Caribe,
Hundiéndose con su buque;
Ser en Canarias el Teide
Que hasta las estrellas sube.
En Cuba el Pico Turquino,
Ser en Puerto Rico El Yunque;
En México el Orizaba
Y el Cerro de Guadalupe.
Arriba, siempre hacia arriba,
Como la Luna aún inmune:
Como el Sol, rey del espacio,
Como la estrella, que fulge.
Arriba, siempre hacia arriba,
Como el Naranjo de Bulnes:
Abajo pasan los osos
Y arriba pasan las nubes.
Arriba, siempre hacia arriba,
Donde Jesús sangra y sufre
Colgado entre dos ladrones
A la romana costumbre.
Huya entre la sombra Judas.
Poncio Pilatos se asuste,
¡Ser la centella y el rayo
Para alumbrar las Tres Cruces!

ROSALÍA DE CASTRO "Del antiguo camino a lo largo"

ROSALÍA DE CASTRO 
"Del antiguo camino a lo largo"


Del antiguo camino a lo largo,
Ya un pinar, ya una fuente aparece,
Que brotando en la peña musgosa
Con estrépito al valle desciende.
Y brillando del sol a los rayos
Entre un mar de verdura se pierden,
Dividiéndose en limpios arroyos
Que dan vida a las flores silvestres
Y en el Sar se confunden, el río
Que cual niño que plácido duerme,
Reflejando el azul de los cielos,
Lento corre en la fronda a esconderse.
No lejos, en soto profundo de robles,
En donde el silencio sus alas extiende,
Y da abrigo a los genios propicios,
A nuestras viviendas y asilos campestres,
Siempre allí, cuando evoco mis sombras,
O las llamo, respóndenme y vienen.

ROSALÍA DE CASTRO "ÁNGEL"

ROSALÍA DE CASTRO 
"ÁNGEL"


Todo duerme... del aire, el soplo blando
Callado va, con temeroso vuelo
El aroma esparciendo de las rosas;
Brilla la luna, y sueñan con el cielo
Los niños que reposan, contemplando
Flores, luz y pintadas mariposas.

¡Niños!, al soplo de mi tibio aliento,
Dormid en paz, que os cubren con sus alas
Los blancos y amorosos serafines,
Y adornándoos a un tiempo con sus galas
Hacen que en ondas os regale el viento
Blando aroma de lirios y jazmines.

Y, en tanto, el astro de la noche, lento,
Pálido, melancólico y suave,
Del aire azul recorre los espacios,
Globo de plata o misteriosa nave,
Vaga a través del ancho firmamento,
Por cima de cabañas y palacios.

Su tibia luz refléjase en la tierra
Como del alba la primer sonrisa
Que va a alegrar las aguas de la fuente;
Y al rizarse los mares con la brisa,
Cuanto su seno de hermosura encierra
Muéstrase allí, brillante y transparente.

Las plantas y los céfiros susurran
Con blando son, y acentos misteriosos
Lanza, al pasar, el murmurante río,
Y a través de los árboles frondosos
Las estrellas inmóviles fulguran
Chispas de luz en su ámbito sombrío.

Todo es reposo, y soledad, y sueño...
Sueño aparente y soledad mentida,
En el mundo del hombre... ¡hermoso mundo
Cuando, mintiendo, a amarle nos convida!
Y es que en que fuese amado puso empeño,
Quien llena cielo y tierra, y mar profundo.

Mas... ¿qué pálida sombra cruza el prado...
Errante, sola, fugitiva y leve?
Como si fuese en pos de un bien perdido,
Apenas al pasar las hojas mueve.
Y vaga al pie del monte y del collado
Cual tortolilla en torno de su nido.

Virgen parece por la undosa falda
Y por la blonda y larga cabellera,
Que el viento de la noche manso agita;
Bello es su rostro y dulce la manera
Con que pisa la alfombra de esmeralda,
Mientras su seno con ardor palpita.

¡Pobre mujer!... ¿Qué culpa, qué pecado
Como aguijón la ha herido en su inocencia,
Que el calor de su lecho así abandona?
Yo sondaré el dolor de tu conciencia,
Que no en vano a la tierra he descendido,
En nombre del Señor que la perdona.

RAMÓN DE CAMPOAMOR "A unos ojos"

RAMÓN DE CAMPOAMOR 
"A unos ojos"


Más dulces habéis de ser,
Si me volvéis a mirar,
Porque es malicia, a mi ver,
Siendo fuente de placer,
Causarme tanto pesar.
De seso me tiene ajeno
El que en suerte tan cruel
Sea ese mirar sereno
Sólo para mí veneno,
Siendo para otros miel.
Si crueles os mostráis,
Porque no queréis que os quiera,
Fieros por demás estáis,
Pues si amándoos me matáis,
Si no os amara muriera.
Si amando os puedo ofender,
Venganza podéis tomar,
Porque es fuerza os haga ver
Que o no os dejo de querer,
O me acabáis de matar.
Si es la venganza medida
Por mi amor, a tal rigor
El alma siento rendida,
Porque es muy poco una vida
Para vengar tanto amor.
Porque con él igualdad
Guardar ningún otro puede;
Es tanta su intensidad,
Que pienso, ¡ay de mí!, que excede
Vuestra misma crueldad.
¡Son, por Dios, crudos azares
Que me den vuestros desdenes
Ciento a ciento los pesares,
Pudiendo darme a millares,
Sin los pesares, los bienes!
Y me es doblado tormento
Y el dolor más importuno,
El ver que mostráis contento
En ser crudos para uno,
Siendo blandos para ciento.
Y es injusto por demás
Que tengáis ojos serenos
A los que de amor ajenos,
Os aman menos, en más,
Y a mí que amo más, en menos.
Y es, a la par que mortal,
Vuestro lánguido desdén
¡Tan dulce, tan celestial!
Que siempre reviste el mal
Con las lisonjas del bien.
¡Oh, si vuestra luz querida
Para alivio de mi suerte
Fuese mi bella homicida!
¡Quién no cambiara su vida
Por tan dulcísima muerte!

Y sólo de angustias lleno,
Me es más que todo cruel,
El que ese mirar sereno,
Sea para mí veneno,
Siendo para todos miel.

RAMÓN DE CAMPOAMOR "A Felisa" (el día de su casamiento)

RAMÓN DE CAMPOAMOR 
"A Felisa" (el día de su casamiento)


Aunque a la aurora temores,
Y al mismo sol dés enojos,
Te sientan con mil primores
La languidez en los ojos,
Y en el cabello las flores.
Muestran tantas maravillas
Los diamantes en tu cuello,
Las rosas en tus mejillas,
Que con real ornato brillas
Desde la planta al cabello.
Y aunque arreo tan brillante
Dé a tu belleza decoro,
¡Ay, que en tu lindo semblante
Oculta cada diamante,
Bella Felisa, un tesoro!
Vertiendo dulce sonrisa,
No ocultes los ojos bellos,
Porque te dirán con risa
Que ya leyeron, Felisa,
Tus pensamientos en ellos.
Embebecida y errante
Vagas con planta insegura,
Cual si escucharas amante
El céfiro susurrante
Que entre tus bucles murmura.
Ya sé que en este momento
Las niñas en dulce calma
Oyen, con turbado intento,
Cosas que murmura el viento
Y escucha gozosa el alma.
Ya sé que el cielo abandonan
Los ángeles, y que hermosos
De luz su frente coronan,
Y dobles himnos entonan,
De su hermosura envidiosos.
Sé que en sus ojos se encantan,
Y que en torno se revuelven;
Acentos de amor levantan;
Las llaman hermosas; cantan;
Besan su faz, y se vuelven.
Y en ese instante de gloria,
Con recuerdos seductores,
Ya sé que por su memoria
Pasa la amorosa historia
De sus pasados amores.
Por eso. Felisa, errante
Vagas con planta insegura,
Cual si escucharas amante
El céfiro susurrante
Que entre tus bucles murmura.
Dime si tal vez, hermosa,
En esa ilusión tranquila
Probando estás amorosa
La dulce miel que destila
El dulce nombre de esposa.
Di si en tus ojos se encienden
Los ángeles; si contento
Te causa tal vez su acento;
Y si mirándote, tienden
Las blancas alas al viento.
Di si recuerdas, Felisa,
Las canciones que sonaron
En tu calle, y que apagaron;
¡Que por Dios, qué bien aprisa
Siendo tan dulces, pasaron!
Ya no escucharás cual antes,
Allá en las noches serenas,
Sobre los aires flotantes,
Las sabrosas cantilenas
De los rendidos amantes.
Que os es muy grato a las bellas
Al son del arpa importuna
Oír amantes querellas,
Ya al brillo de las estrellas
Ya al resplandor de la luna.
Y os place ver derramados
Cantos de amor por los cielos,
Porque causen acordados
A otras hermosuras celos,
Y a otros galanes cuidados.
Y oís las trovas de amores,
En vuestro lecho adormidas,
Como los vagos rumores
Que hacen al ondear las flores,
De vuestras rejas prendidas.
Y al despertar, con empeños
Tal vez pensáis que, halagüeños
Os dan, cantando, placeres,
Esos dulcísimos seres
Con quien platicáis en sueños.
Mas ¡ah, que ya se apagaron
Aquellos cantos, Felisa,
Que en tu alabanza sonaron!
Y por Dios, qué bien aprisa,
Siendo tan dulces, pasaron.
Pasaron los amadores,
Llevando sus falsas llamas;
Tiempo es que libre de azores
Trate, Felisa, de amores
La tórtola entre las ramas.
Ya no escucharás, cual antes,
Allá en las noches serenas,
Sobre los aires flotantes,
Las sabrosas cantilenas
De los rendidos amantes.
Las rosas que con pasión
Hoy te prendiste galana,
Las últimas rosas son
Que columpió en tu balcón
La brisa de la mañana.
Si ya con plácidas glosas
Tu pecho nunca se embriaga,
Aún hay canciones gustosas,
Con que a las tiernas esposas
El aura nocturna halaga.
Si trovas no están rompiendo
Tus sueños, como hasta aquí,
Los romperá el dulce estruendo
De algún pecho que gimiendo
Esté, Felisa, por ti.
Y unos sones muy callados
Oirás cruzar por los cielos,
Sin que causen, acordados,
Ni a otras hermosuras celos,
Ni a otros amantes cuidados.

Y a cada momento, hermosa,
En grata ilusión tranquila,
Podrás probar amorosa
La dulce miel que destila
El dulce nombre de esposa.

JOSÉ ANGEL BUESA "Balada del loco amor"

JOSÉ ANGEL BUESA 
"Balada del loco amor"


I

No, nada llega tarde, porque todas las cosas
Tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;
Sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
Cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.
No, amor no llega tarde. Tu corazón y el mío
Saben secretamente que no hay amor tardío.
Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
La toca desde adentro, porque ya estaba abierta.
Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,
Pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.

II

Amor, el niño loco de la loca sonrisa,
Viene con pasos lentos igual que viene aprisa;
Pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco
Lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.
Así ocurre que un niño travieso se divierte,
Y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.
Y más cuando la flecha se le encona en la herida,
Porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.
Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde
Y ni siquiera entonces el amor llega tarde.

III

No, yo no diré nunca qué noche de verano
Me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.
No diré que esa noche que sólo a ti te digo
Se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.

No, no diré esas cosas, y, todavía menos,
La delicia culpable de contemplar tus senos.
Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,
Que era como la llave de una puerta cerrada.
Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,
Y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.

JOSÉ ANGEL BUESA "Amor tardío"

JOSÉ ANGEL BUESA 
"Amor tardío"

Tardíamente, en el jardín sombrío,
Tardíamente entró una mariposa,
Transfigurando en alba milagrosa
El deprimente anochecer de estío.
Y, sedienta de miel y de rocío,
Tardíamente en el rosal se posa,
Pues ya se deshojó la última rosa
Con la primera ráfaga de frío.

Y yo, que voy andando hacia el poniente,
Siento llegar maravillosamente,
Como esa mariposa, una ilusión;
Pero en mi otoño de melancolía,
Mariposa de amor, al fin del día,
Qué tarde llegas a mi corazón.