sábado, 13 de junio de 2015

MARIO BENEDETTI "HABANERA"

MARIO BENEDETTI

"HABANERA"


a Roberto Fernández Retamar


1


Uno llega
con sus ojos de buey
con sus dedos de frente
o con sus pies de plomo

todo eso y además
con su vieja aritmética
con su rengo compás
con su memoria
a cuestas

uno llega
sensato
dispuesto a transpirar
a cotejar testigos
a combustir mulatas

todo eso y además
a contar hasta diez
a averiguarlo todo
a no decir me asombro

uno llega
a La Habana
se planta en su febrero
y a quién le importan viejos
compases
simetrías

aquí en La Habana invierno
sol de un invierno sol
hay que recalcularnos
hay que desintuirnos
hay que saltar encima
del prejuicio y la pompa
y empezar a contar
desde amor
desde cero.




2


La abuela siglo veinte está de fiesta
empezó a leer
a los ochenta y cuatro
y acabó sexto año
a los noventa

a la muchacha alfabetizadora
le pregunto
¿problemas con los viejos?
el pulso que les tiembla
sólo eso.




3


Juan Goytisolo lo escribió una vez
y me dejó un semestre hablando solo
hay una paradoja en esta época
(y no es de las menores)
que nosotros artistas
peleemos por un mundo
que acaso nos resulte inhabitable

tiene razón
la paradoja existe

sin embargo
éste es el mundo por el que peleamos
y a mí no me resulta
inhabitable

falta saber
si es excepción
o regla

que alguien lo aclare
a más tardar
mañana

mientras tanto
y por suerte
yo respiro.




4


Vertiginosa henchida puntualmente
como fósforo que de pronto es antorcha
como brisa sospechosamente vital
como verdad escueta y explosiva
como caos fraterno terrenal entusiasta
como la abolición de soledades varias
como la más reciente panne de la injusticia
como el ojo de Abel puesto a mirar
como santa maría del buen desaire
como el mejor complot contra la muerte
como si Marx bailara el mozambique
decente inconfundible remontada
toda presente y casi venidera
La Habana ignora y sabe lo que hace.




5


Vamos a ponernos brevemente de acuerdo
aquí los buitres son auras tiñosas
las olas humedecen los pies de las estatuas
y hay mulatas en todos los puntos cardinales

los autos van dejando tuercas en el camino
los jóvenes son jóvenes de un modo irrefutable
la palabra carajo vitaliza el fraseo
y hay mulatas en todos los puntos cardinales

nada de esto es exceso de ron o de delirio
quizá una repentina borrachera de cielo
lo cierto es que esta noche el carnaval arrolla
y hay mulatas en todos los puntos cardinales.




6


Soy consciente de que no es mi ciudad
quiero decir con esto que aquí yo no podría
escoger ciertas dudas como propias
imaginar el puro color de la certeza
adivinar qué odio o qué ternura
mantiene en vilo al insomne de siempre
o qué diptongos o claves o bramidos
usa el amor para apretar su abrazo

consciente de que nosotros allá abajo
todavía no queremos o quizá no podemos
dar vuelta el pasado como una pobre media
ni admitir sin clemencia nuestro pánico
y transformarlo en un coraje contagioso

mi ciudad es más cauta más prudente
más opaca y ahora bastante más amarga
sus ruidos provisorios se diluyen
en un hosco silencio que ya nadie interrumpe
y sus segundos y terceros bríos
mueren en las primeras aquiescencias

por eso esta ciudad no puede ser la mía
hay demasiado goce de vivir demasiada
prisa por despejar la muerte en duda
sin embargo alimento la rara certidumbre
de que en algún probable futuro sin angustia
esta ciudad y yo quizás nos entendamos
tan sólo con mirarnos un sábado de noche
y apagar nuestras sombras y dejar este tango
sumergido en el ron como prenda fraterna.




7


Al final uno parte
con sus ojos de buey
con sus dedos de frente
o con sus pies de plomo

todo eso y además
con amigos de pan
de madera
de tierra

uno parte
y es otro

dispuesto a no olvidar
a contar hasta tres
a no decir empero

todo eso y además
con el adiós más arduo
y el corazón más nuevo.


viernes, 12 de junio de 2015

ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR “MI HIJA MAYOR VA A BUENOS AIRES"

ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR

“MI HIJA MAYOR VA A BUENOS AIRES"


A Silvia Werthein y Juan Carlos Volnovich, príncipes.
Y a Teresa.

1
Mi hija mayor va a Buenos Aires
Casi con la misma edad que yo tenía
Cuando en 1961 estuve por primera vez allí,
Y en el vestíbulo del hotel, recién llegado ya sus ojos muy
joven,
Fryda Schultz tan fina, tan dibujada,
Me dijo que mantenía correspondencia con mi padre,
De quien había recibido un libro de poemas,
Y me vi obligado a responderle que cuando yo era niño
Mi padre había publicado un libro, pero a pesar de su
bella dedicatoria
A Obdulia, mi madre, que con tanta abnegación lo ayudaba
a sostener el peñón de Sísifo
(¿Tendré que añadir que entonces Albert Camus era casi
un adolescente?),
Y a sus hijos, es decir a nosotros, que con el tiempo
íbamos a considerarnos los Karamazov,
A pesar, digo, de esa dedicatoria, era un libro de
contabilidad,
Y también a pesar de que él era más digno de mantener
relaciones con ella que yo,
Era conmigo que ella se carteaba,
Y era mío el libro que ella había recibido.

Poco después conocí a mis hermanos destinados,
Como Juancito Gelman, que me regaló sus breves y ya
estremecedores libros primeros,
Y en El juego en que andamos me puso esta dedicatoria:
A Roberto/revolución de por medio/ tu hermanisimo/ Juan
/Baires, diciembre 61,
Y empezamos a intercambiarnos poemas/ cartas del uno
para el otro,
Y su poesía/su dolor/sus preguntas crecieron tanto que su
luz/su sombra se extienden sobre todo el Continente;
Como Paquito Urondo, que al igual que Juancito y tantos
otros poetas entrañables
Había nacido en 1930, el mismo año que yo,
Y ya había publicado un libro con el título de otro que yo
iba a publicar,
Aunque el suyo, por supuesto, me gusta más,
Y un día, quizá en su último poema,
Conversó conmigo por aquellos versos sobre los hombres
de transición,
Seguramente sin saber que tales versos a su vez
Eran resultado y parte de una conversación inconclusa que
tuve con el Che,
Y otro día iba a morir combatiendo
Y yo le escribiría un llanto que quise terminar con
esperanza,
Pero sé, porque él me lo escribió desde Caracas,
Que entristeció al sempiterno joven León Rozichtner;
A Rodolfo Walsh ya lo había conocido en La Habana,
cuando con Masetti, Gabo y otros tercos locos llevaban
adelante Prensa Latina:
Rodolfo me presentó en la entrada de una pequeña librería
habanera a Waldo Frank,
Cuyo amoroso libro sobre Cuba iba a contribuir tanto a
alterar el destino de mi Julio Cortázar,
Que en los últimos veinte años de su vida formó parte
completamente de la nuestra
En las alegrías y en los dolores, en los aciertos y en los
desaciertos, en lo que aprendíamos y en lo que
desaprendíamos.
A César Fernández Moreno, a Haroldo Conti, a Mimi Langer,
Para sólo nombrar aquí a algunos hermanos idos,
Los iba a conocer en Cuba, y volví a verlos en Francia, en
México, en muchas partes:
César murió, como de un rayo, del corazón, que debe ser
la muerte de los elegidos de los dioses;
Julio y Mimi fueron carcomidos por atroces y minuciosas
enfermedades
De las que me escribían con sereno valor, como si
estuvieran hablándome de cosas impersonales;
A Rodolfo y a Haroldo me los desaparecieron, me los
asesinaron,
Y nadie sabe dónde quedaron sus huesecitos, su polvo.

5
Mi hija mayor va a Buenos Aires
Casi con la misma edad que yo tenía
Cuando Miguel Ángel Asturias, a quien yo había recibido
en el aeropuerto de La Habana una madrugada de 1959,
Me ofreció una cena en su apartamento bonaerense,
Una cena de la que recuerdo a muchas personas,
Y sobre todo a Estela Canto, quien se paró de cabeza para
hablarme
Y luego me dejó, con dedicatoria en que mencionó al sol
de Cuba, su novela En la noche y el barro,
Y muchos años después me conmovería con su libro Borges
a contraluz, comentado por el joven Andrés Zavala.


VÍCTOR HUGO "EL CANTO DE LOS PIRATAS"

VÍCTOR HUGO

EL CANTO DE LOS PIRATAS


«Alerte! alerte! Voici les pirates
D'Ochali qui traversent le détroit.»
LE CAPTIF D'OCHALI.




Con cien cautivos llevamos
Fletada nuestra galera,
Que en una y otra ribera
Para el harán reclutamos.
¡Al mar, al mar, marineros!
En Fez entramos mañana.
Somos ochenta romeros
Sobre nuestra capitana.


Cabe un convento botamos
Al agua el ancla tenaz;
Linda muchacha apresamos,
Dormida en traidora paz:
Mil fantasmas hechiceros
Soñaba, a la mar cercana.
Somos ochenta romeros
Sobre nuestra capitana.


-Forzoso es, niña, callar:
Ea, ganemos el viento;
Esto no es más que cambiar
Por un harén un convento.
Os haremos mahometana
Y el Sultán ha de quereros.
Somos ochenta romeros
Sobre nuestra capitana-


Huir desperada quiso.
-¡Y osáis, hijos de Satán!...-
Lloró, suplicó. -Es preciso-
La contestó el capitán.
Sus clamores lastimeros,
Su resistencia, fue vana.
Somos ochenta romeros
Sobre nuestra capitana.


En su dolor, parecían
Sus ojos un talismán;
Mil cequíes bien valían:
La hemos vendido al Sultán.
Lo debe a mis compañeros:
Ayer monja y hoy Sultana.
Somos ochenta romeros
Sobre nuestra capitana.


miércoles, 10 de junio de 2015

JOSE PEDRONI LAS MALVINAS

JOSE PEDRONI

LAS MALVINAS


Tiene las alas salpicadas de islotes, 
es nuestra bella del mar. 
La Patria la contempla desde la costa madre 
con un dolor que no se va. 

Tiene las alas llenas de lunares, 
lobo roquero es su guardián. 
La patria la contempla.
Es un ángel sin sueño 
la patria junto al mar. 


Tiene el pecho de ave sobre la honda helada. 
Ave caída es su igual. 
El agua se levanta entre sus alas. 
Quiere y no puede volar. 

El pingüino la vela.
La gaviota le trae cartas de libertad. 
Ella tiene sus ojos en sus canales fríos. 
Ella está triste de esperar. 

Como a mujer robada le quitaron el nombre: 
lo arrojaron al mar. 
Le dieron otro para que olvidara 
que ella no sabe pronunciar. 

El viento es suyo; el horizonte es suyo. 
Sola, no quiere más, 
sabe que un día volverá su hombre 
con la bandera y el cantar. 

Cautiva está y callada. Ella es la prisionera 
que no pide ni da. 
Su correo de amor es el ave que emigra. 
La nieve que cae es su reloj de sal. 

Hasta que el barco patrio no ancle entre sus alas, 
ella se llama Soledad.



ARMANDO TEJADA GÓMEZ: CHE BUENOS AIRES

ARMANDO TEJADA GÓMEZ

CHE BUENOS AIRES



Amanecí de niebla en los andenes.
Dicen que con la luna a las espaldas.

No sé en qué viento vine. Te traía
ese polvo tenaz, esa distancia
agreste y cereal como la tierra
donde recobras tu paloma diaria.

Toqué tu aroma gris. Crucé el tumulto
incorporándolo al sonido de mi sangre.
Empuñé el viejo amor. Entré a la lluvia
y me volví guitarra en tu regazo.

Dicen que desperté como naciendo
con todo el sol en vilo en las pestañas,
que salí a conocerte en las esquinas
donde ya eras leyenda, puro tango,
porque anduve de olvido y fui tu ausencia
durante mucho hueso y mucho llanto
y teníamos tanto que decirnos!
tanto país doliendo que contarnos!

Andabas multitud, cálido río
de muchedumbre mía y navegante,
pero te busqué el rostro donde sueñas
y me quedé en tus ojos a soñarte.

Te averigüé la vida y era urgente
compartir el insomnio en un estaño,
discutir ese asunto del otoño,
demorarme en tu vino mano a mano
hasta fundar esa alegría lenta
que arde en la sal más fuego de una lágrima
desde donde se crece a la ternura
porque uno es hombre así, che, Buenos Aires.

Se dio el amor. Andaba entre la gente
como una flor perdida entre los pájaros.
Lo vi cruzar crepúsculos y esquinas
llevándose la tarde de la mano.
Jugándose en las calles. Combatiendo
por el íntimo pan y el trecho de alba.
Todo el amor se dio incesantemente
y yo lo vi estallar en sudestada.

Después me preguntaste: ... qué hay del aire
y ese color Oeste del verano?
En qué cañaveral, aún gimiendo,
anda la suerte pobre de la Patria?
Qué árboles recuerdas? Qué camino
pisa la dura copla que me cantas?
Cómo quedó tu madre? Siempre cobre
bajo la luz enorme y camarada?
Se crece allá? Perdura lo profundo?
sigue subiendo el sol a nuestra causa?
Qué traes en los ojos? Cómo ejerces
tu oficio de badajo y de campana?

-Vos siempre de país...!
-Siempre andariego!
-Sacate el viento...
-La camisa agraria.
-Es hora que hagás sombra por Boedo
donde una luna bandoneón te aguarda...

Entonces, me quedé a contarte el viento
y a saberme tus vidas y milagros,
fundé la casa al sur con mi Gloriana,
un grillo Glorianita y otro Paula.

No sé por cuánto tiempo. No sabemos
qué tiempo de vivir es necesario
para serte guitarra, canto tuyo
crecido en el tumulto de tu canto.

De noche, suelo caminar tus lunas.

Dicen que ando de niebla...

No hagas caso.


martes, 9 de junio de 2015

GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA “Amor y Orgullo”

GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA “Amor y Orgullo”



Un tiempo hollaba por alfombras rosas;
Y nobles vates, de mentidas diosas
Prodigábanme nombres;
Mas yo, altanera, con orgullo vano,
Cual águila real al vil gusano
Contemplaba a los hombres.
Mi pensamiento —en temerario vuelo—
Ardiente osaba demandar al cielo
Objeto a mis amores:
Y si a la tierra con desdén volvía
Triste mirada, mi soberbia impía
Marchitaba sus flores.
Tal vez por un momento caprichosa
Entre ellas revolé, cual mariposa,
Sin fijarme en ninguna;
Pues de místico bien siempre anhelante,
Clamaba en vano, como tierno infante
Quiere abrazar la luna.
Hoy, despeñada de la excelsa cumbre,
Do osé mirar del sol la ardiente lumbre
Que fascinó mis ojos,
Cual hoja seca al raudo torbellino,
Cedo al poder del áspero destino. . .
¡Me entrego a sus antojos!
Cobarde corazón, que el nudo estrecho
Gimiendo sufres, dime: ¿qué se ha hecho
Tu presunción altiva?
¿Qué mágico poder, en tal bajeza
Trocando ya tu indómita fiereza,
De libertad te priva?
¡Mísero esclavo de tirano dueño;
Tu gloria fue cual mentiroso sueño,
Que con las sombras huye!
Di ¿qué se hicieron ilusiones tantas
De necia vanidad, débiles plantas
Que el aquilón destruye?
En hora infausta a mi feliz reposo,
¿No dijiste, soberbio y orgulloso:
—Quién domará mi brío?
¡Con mi solo poder haré, si quiero,
Mudar de rumbo al céfiro ligero
Y arder al mármol frío!—
¡Funesta ceguedad! ¡Delirio insano!
Te gritó la razón... Mas ¡cuán en vano
Te advirtió tu locura!
Tú misma te forjaste la cadena,
Que a servidumbre eterna te condena,
Y a duelo y amargura.
Los lazos caprichosos que otros días
—Por pasatiempo— a tu placer tejías,
Fueron de seda y oro;
Los que ahora rinden tu valor primero
Son eslabones de pesado acero,
Templados con tu lloro.
¿Qué esperaste ¡ay de ti! de un pecho helado,
De inmenso orgullo y presunción hinchado,
De víboras nutrido?
Tú —que anhelabas tan sublime objeto—
¿Cómo al capricho de un mortal sujeto
Te arrastras abatido?
¿Con qué velo tu amor cubrió mis ojos,
Que por flores tomé duros abrojos
Y por oro la arcilla? . . .
¡Del torpe engaño mis rivales ríen,
Y mis amantes ¡ay! tal vez se engríen
Del yugo que me humilla!
¿Y tú lo sufres, corazón cobarde?
¿Y de tu servidumbre haciendo alarde,
Quieres ver' en mi frente
El sello del amor que te devora? . . .
¡Ah! velo, pues, y búrlese en buen hora
De mi baldón la gente.
¡Salga del pecho —requemando el labio—
El caro nombre, de mi orgullo agravio,
De mi dolor sustento!
¿Escrito no le ves en las estrellas
Y en la luna apacible, que con ellas
Alumbra el firmamento?
¿No le oyes, de las auras al murmullo?
¿No le pronuncia —en gemidor arrullo—
La tórtola amorosa?
¿No resuena en los árboles, que el viento
Halaga con pausado movimiento
En esa selva hojosa?
De aquella fuente entre las claras linfas,
¿No le articulan invisibles ninfas
Con eco lisonjero? . . .
¿Por qué callar el nombre que te inflama,
Si aún el silencio tiene voz, que aclama
Ese nombre que quiero?
Nombre que un alma lleva por despojo;
Nombre que excita con placer enojo,
Y con ira ternura;
Nombre más dulce que el primer cariño
De joven madre al inocente niño,
Copia de su hermosura:
Y más amargo que el adiós postrero
Que al suelo damos, donde el sol primero
Alumbró nuestra vida.
Nombre que halaga y halagando mata;
Nombre que hiere —como sierpe ingrata—
Al pecho que le anida.
¡No, no lo envíes, corazón, al labio! . . .
¡Guarda tu mengua con silencio sabio!
¡Guarda, guarda tu mengua!
¡Callad también vosotras, auras, fuente,
Trémulas hojas, tórtola doliente,
Como calla mi lengua!








FRANCISCO DE QUEVEDO “Poderoso caballero Es don Dinero” LETRILLA SATÍRICA

FRANCISCO DE QUEVEDO 

“Poderoso caballero Es don Dinero” 
LETRILLA SATÍRICA

Madre, yo al oro me humillo:

El es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado,
De contino anda amarillo;
Que pues, doblón o sencillo,
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.


Nace en las Indias honrado,

Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.


Es galán y es como un oro,

Tiene quebrado el color,
Persona de gran valor,
Tan cristiano como moro;
Pues que da y quita el decoro
Y quebranta cualquier fuero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.


Son sus padres principales

Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son reales:
Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

¿A quién no le maravilla

Ver en su gloria sin tasa
Que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
Mas pues que su fuerza humilla
Al cobarde y al guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.


Sus escudos de armas nobles

Son siempre tan principales,
Que sin sus escudos reales
No hay escudos de armas dobles;
Y pues a los mismos robles
Da codicia su minero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Por importar en los tratos

Y dar tan buenos consejos,
En las casas de los viejos
Gatos le guardan de' gatos.
Y pues él rompe recatos
Y ablanda al juez más severo,
Poderoso caballero
Es don Dinero.


Es tanta su majestad

(Aunque son sus duelos hartos)
Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad;
Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Nunca vi damas ingratas

A su gusto y afición,
Que a las caras de un doblón
Hacen sus caras baratas.
Y pues las hace bravatas
Desde una bolsa de cuero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.



Más valen en cualquier tierra,

Mirad si es harto sagaz,
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.