MARIO BENEDETTI
"HABANERA"
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a Roberto Fernández
Retamar
1 Uno llega con sus ojos de buey con sus dedos de frente o con sus pies de plomo todo eso y además con su vieja aritmética con su rengo compás con su memoria a cuestas uno llega sensato dispuesto a transpirar a cotejar testigos a combustir mulatas todo eso y además a contar hasta diez a averiguarlo todo a no decir me asombro uno llega a La Habana se planta en su febrero y a quién le importan viejos compases simetrías aquí en La Habana invierno sol de un invierno sol hay que recalcularnos hay que desintuirnos hay que saltar encima del prejuicio y la pompa y empezar a contar desde amor desde cero. 2 La abuela siglo veinte está de fiesta empezó a leer a los ochenta y cuatro y acabó sexto año a los noventa a la muchacha alfabetizadora le pregunto ¿problemas con los viejos? el pulso que les tiembla sólo eso. 3 Juan Goytisolo lo escribió una vez y me dejó un semestre hablando solo hay una paradoja en esta época (y no es de las menores) que nosotros artistas peleemos por un mundo que acaso nos resulte inhabitable tiene razón la paradoja existe sin embargo éste es el mundo por el que peleamos y a mí no me resulta inhabitable falta saber si es excepción o regla que alguien lo aclare a más tardar mañana mientras tanto y por suerte yo respiro. 4 Vertiginosa henchida puntualmente como fósforo que de pronto es antorcha como brisa sospechosamente vital como verdad escueta y explosiva como caos fraterno terrenal entusiasta como la abolición de soledades varias como la más reciente panne de la injusticia como el ojo de Abel puesto a mirar como santa maría del buen desaire como el mejor complot contra la muerte como si Marx bailara el mozambique decente inconfundible remontada toda presente y casi venidera La Habana ignora y sabe lo que hace. 5 Vamos a ponernos brevemente de acuerdo aquí los buitres son auras tiñosas las olas humedecen los pies de las estatuas y hay mulatas en todos los puntos cardinales los autos van dejando tuercas en el camino los jóvenes son jóvenes de un modo irrefutable la palabra carajo vitaliza el fraseo y hay mulatas en todos los puntos cardinales nada de esto es exceso de ron o de delirio quizá una repentina borrachera de cielo lo cierto es que esta noche el carnaval arrolla y hay mulatas en todos los puntos cardinales. 6 Soy consciente de que no es mi ciudad quiero decir con esto que aquí yo no podría escoger ciertas dudas como propias imaginar el puro color de la certeza adivinar qué odio o qué ternura mantiene en vilo al insomne de siempre o qué diptongos o claves o bramidos usa el amor para apretar su abrazo consciente de que nosotros allá abajo todavía no queremos o quizá no podemos dar vuelta el pasado como una pobre media ni admitir sin clemencia nuestro pánico y transformarlo en un coraje contagioso mi ciudad es más cauta más prudente más opaca y ahora bastante más amarga sus ruidos provisorios se diluyen en un hosco silencio que ya nadie interrumpe y sus segundos y terceros bríos mueren en las primeras aquiescencias por eso esta ciudad no puede ser la mía hay demasiado goce de vivir demasiada prisa por despejar la muerte en duda sin embargo alimento la rara certidumbre de que en algún probable futuro sin angustia esta ciudad y yo quizás nos entendamos tan sólo con mirarnos un sábado de noche y apagar nuestras sombras y dejar este tango sumergido en el ron como prenda fraterna. 7 Al final uno parte con sus ojos de buey con sus dedos de frente o con sus pies de plomo todo eso y además con amigos de pan de madera de tierra uno parte y es otro dispuesto a no olvidar a contar hasta tres a no decir empero todo eso y además con el adiós más arduo y el corazón más nuevo. |
En esta página haremos conocer aquellas poesías y/o los poetas que trascendieron a través de los tiempos y la historia
sábado, 13 de junio de 2015
MARIO BENEDETTI "HABANERA"
viernes, 12 de junio de 2015
ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR “MI HIJA MAYOR VA A BUENOS AIRES"
ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR
“MI HIJA MAYOR VA A BUENOS
AIRES"
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A Silvia Werthein y Juan Carlos
Volnovich, príncipes.
Y a Teresa. 1 Mi hija mayor va a Buenos Aires Casi con la misma edad que yo tenía Cuando en 1961 estuve por primera vez allí, Y en el vestíbulo del hotel, recién llegado ya sus ojos muy joven, Fryda Schultz tan fina, tan dibujada, Me dijo que mantenía correspondencia con mi padre, De quien había recibido un libro de poemas, Y me vi obligado a responderle que cuando yo era niño Mi padre había publicado un libro, pero a pesar de su bella dedicatoria A Obdulia, mi madre, que con tanta abnegación lo ayudaba a sostener el peñón de Sísifo (¿Tendré que añadir que entonces Albert Camus era casi un adolescente?), Y a sus hijos, es decir a nosotros, que con el tiempo íbamos a considerarnos los Karamazov, A pesar, digo, de esa dedicatoria, era un libro de contabilidad, Y también a pesar de que él era más digno de mantener relaciones con ella que yo, Era conmigo que ella se carteaba, Y era mío el libro que ella había recibido. Poco después conocí a mis hermanos destinados, Como Juancito Gelman, que me regaló sus breves y ya estremecedores libros primeros, Y en El juego en que andamos me puso esta dedicatoria: A Roberto/revolución de por medio/ tu hermanisimo/ Juan /Baires, diciembre 61, Y empezamos a intercambiarnos poemas/ cartas del uno para el otro, Y su poesía/su dolor/sus preguntas crecieron tanto que su luz/su sombra se extienden sobre todo el Continente; Como Paquito Urondo, que al igual que Juancito y tantos otros poetas entrañables Había nacido en 1930, el mismo año que yo, Y ya había publicado un libro con el título de otro que yo iba a publicar, Aunque el suyo, por supuesto, me gusta más, Y un día, quizá en su último poema, Conversó conmigo por aquellos versos sobre los hombres de transición, Seguramente sin saber que tales versos a su vez Eran resultado y parte de una conversación inconclusa que tuve con el Che, Y otro día iba a morir combatiendo Y yo le escribiría un llanto que quise terminar con esperanza, Pero sé, porque él me lo escribió desde Caracas, Que entristeció al sempiterno joven León Rozichtner; A Rodolfo Walsh ya lo había conocido en La Habana, cuando con Masetti, Gabo y otros tercos locos llevaban adelante Prensa Latina: Rodolfo me presentó en la entrada de una pequeña librería habanera a Waldo Frank, Cuyo amoroso libro sobre Cuba iba a contribuir tanto a alterar el destino de mi Julio Cortázar, Que en los últimos veinte años de su vida formó parte completamente de la nuestra En las alegrías y en los dolores, en los aciertos y en los desaciertos, en lo que aprendíamos y en lo que desaprendíamos. A César Fernández Moreno, a Haroldo Conti, a Mimi Langer, Para sólo nombrar aquí a algunos hermanos idos, Los iba a conocer en Cuba, y volví a verlos en Francia, en México, en muchas partes: César murió, como de un rayo, del corazón, que debe ser la muerte de los elegidos de los dioses; Julio y Mimi fueron carcomidos por atroces y minuciosas enfermedades De las que me escribían con sereno valor, como si estuvieran hablándome de cosas impersonales; A Rodolfo y a Haroldo me los desaparecieron, me los asesinaron, Y nadie sabe dónde quedaron sus huesecitos, su polvo. 5 Mi hija mayor va a Buenos Aires Casi con la misma edad que yo tenía Cuando Miguel Ángel Asturias, a quien yo había recibido en el aeropuerto de La Habana una madrugada de 1959, Me ofreció una cena en su apartamento bonaerense, Una cena de la que recuerdo a muchas personas, Y sobre todo a Estela Canto, quien se paró de cabeza para hablarme Y luego me dejó, con dedicatoria en que mencionó al sol de Cuba, su novela En la noche y el barro, Y muchos años después me conmovería con su libro Borges a contraluz, comentado por el joven Andrés Zavala. |
VÍCTOR HUGO "EL CANTO DE LOS PIRATAS"
VÍCTOR HUGOEL CANTO DE LOS PIRATAS |
«Alerte! alerte! Voici les pirates
D'Ochali qui traversent le détroit.» LE CAPTIF D'OCHALI. Con cien cautivos llevamos Fletada nuestra galera, Que en una y otra ribera Para el harán reclutamos. ¡Al mar, al mar, marineros! En Fez entramos mañana. Somos ochenta romeros Sobre nuestra capitana. Cabe un convento botamos Al agua el ancla tenaz; Linda muchacha apresamos, Dormida en traidora paz: Mil fantasmas hechiceros Soñaba, a la mar cercana. Somos ochenta romeros Sobre nuestra capitana. -Forzoso es, niña, callar: Ea, ganemos el viento; Esto no es más que cambiar Por un harén un convento. Os haremos mahometana Y el Sultán ha de quereros. Somos ochenta romeros Sobre nuestra capitana- Huir desperada quiso. -¡Y osáis, hijos de Satán!...- Lloró, suplicó. -Es preciso- La contestó el capitán. Sus clamores lastimeros, Su resistencia, fue vana. Somos ochenta romeros Sobre nuestra capitana. En su dolor, parecían Sus ojos un talismán; Mil cequíes bien valían: La hemos vendido al Sultán. Lo debe a mis compañeros: Ayer monja y hoy Sultana. Somos ochenta romeros Sobre nuestra capitana. |
miércoles, 10 de junio de 2015
JOSE PEDRONI LAS MALVINAS
JOSE PEDRONI
LAS MALVINAS
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Tiene las alas salpicadas de islotes,
es nuestra bella del mar.
La Patria la contempla desde la costa madre
con un dolor que no se va.
Tiene las alas llenas de lunares,
lobo roquero es su guardián.
La patria la contempla.
Es un ángel sin sueño
la patria junto al mar.
Tiene el pecho de ave sobre la honda helada.
Ave caída es su igual.
El agua se levanta entre sus alas.
Quiere y no puede volar.
El pingüino la vela.
La gaviota le trae cartas de libertad.
Ella tiene sus ojos en sus canales fríos.
Ella está triste de esperar.
Como a mujer robada le quitaron el nombre:
lo arrojaron al mar.
Le dieron otro para que olvidara
que ella no sabe pronunciar.
El viento es suyo; el horizonte es suyo.
Sola, no quiere más,
sabe que un día volverá su hombre
con la bandera y el cantar.
Cautiva está y callada. Ella es la prisionera
que no pide ni da.
Su correo de amor es el ave que emigra.
La nieve que cae es su reloj de sal.
Hasta que el barco patrio no ancle entre sus alas,
ella se llama Soledad.
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ARMANDO TEJADA GÓMEZ: CHE BUENOS AIRES
ARMANDO TEJADA GÓMEZCHE BUENOS AIRES |
Amanecí de niebla en los
andenes.
Dicen que con la luna a las espaldas. No sé en qué viento vine. Te traía ese polvo tenaz, esa distancia agreste y cereal como la tierra donde recobras tu paloma diaria. Toqué tu aroma gris. Crucé el tumulto incorporándolo al sonido de mi sangre. Empuñé el viejo amor. Entré a la lluvia y me volví guitarra en tu regazo. Dicen que desperté como naciendo con todo el sol en vilo en las pestañas, que salí a conocerte en las esquinas donde ya eras leyenda, puro tango, porque anduve de olvido y fui tu ausencia durante mucho hueso y mucho llanto y teníamos tanto que decirnos! tanto país doliendo que contarnos! Andabas multitud, cálido río de muchedumbre mía y navegante, pero te busqué el rostro donde sueñas y me quedé en tus ojos a soñarte. Te averigüé la vida y era urgente compartir el insomnio en un estaño, discutir ese asunto del otoño, demorarme en tu vino mano a mano hasta fundar esa alegría lenta que arde en la sal más fuego de una lágrima desde donde se crece a la ternura porque uno es hombre así, che, Buenos Aires. Se dio el amor. Andaba entre la gente como una flor perdida entre los pájaros. Lo vi cruzar crepúsculos y esquinas llevándose la tarde de la mano. Jugándose en las calles. Combatiendo por el íntimo pan y el trecho de alba. Todo el amor se dio incesantemente y yo lo vi estallar en sudestada. Después me preguntaste: ... qué hay del aire y ese color Oeste del verano? En qué cañaveral, aún gimiendo, anda la suerte pobre de la Patria? Qué árboles recuerdas? Qué camino pisa la dura copla que me cantas? Cómo quedó tu madre? Siempre cobre bajo la luz enorme y camarada? Se crece allá? Perdura lo profundo? sigue subiendo el sol a nuestra causa? Qué traes en los ojos? Cómo ejerces tu oficio de badajo y de campana? -Vos siempre de país...! -Siempre andariego! -Sacate el viento... -La camisa agraria. -Es hora que hagás sombra por Boedo donde una luna bandoneón te aguarda... Entonces, me quedé a contarte el viento y a saberme tus vidas y milagros, fundé la casa al sur con mi Gloriana, un grillo Glorianita y otro Paula. No sé por cuánto tiempo. No sabemos qué tiempo de vivir es necesario para serte guitarra, canto tuyo crecido en el tumulto de tu canto. De noche, suelo caminar tus lunas. Dicen que ando de niebla... No hagas caso. |
martes, 9 de junio de 2015
GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA “Amor y Orgullo”
GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA “Amor y Orgullo” |
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Un tiempo hollaba
por alfombras rosas;
Y nobles vates, de mentidas diosas Prodigábanme nombres; Mas yo, altanera, con orgullo vano, Cual águila real al vil gusano Contemplaba a los hombres.
Mi pensamiento —en
temerario vuelo—
Ardiente osaba demandar al cielo Objeto a mis amores: Y si a la tierra con desdén volvía Triste mirada, mi soberbia impía Marchitaba sus flores.
Tal vez por un
momento caprichosa
Entre ellas revolé, cual mariposa, Sin fijarme en ninguna; Pues de místico bien siempre anhelante, Clamaba en vano, como tierno infante Quiere abrazar la luna.
Hoy, despeñada de
la excelsa cumbre,
Do osé mirar del sol la ardiente lumbre Que fascinó mis ojos, Cual hoja seca al raudo torbellino, Cedo al poder del áspero destino. . . ¡Me entrego a sus antojos!
Cobarde corazón,
que el nudo estrecho
Gimiendo sufres, dime: ¿qué se ha hecho Tu presunción altiva? ¿Qué mágico poder, en tal bajeza Trocando ya tu indómita fiereza, De libertad te priva?
¡Mísero esclavo de
tirano dueño;
Tu gloria fue cual mentiroso sueño, Que con las sombras huye! Di ¿qué se hicieron ilusiones tantas De necia vanidad, débiles plantas Que el aquilón destruye?
En hora infausta a
mi feliz reposo,
¿No dijiste, soberbio y orgulloso: —Quién domará mi brío? ¡Con mi solo poder haré, si quiero, Mudar de rumbo al céfiro ligero Y arder al mármol frío!—
¡Funesta ceguedad!
¡Delirio insano!
Te gritó la razón... Mas ¡cuán en vano Te advirtió tu locura! Tú misma te forjaste la cadena, Que a servidumbre eterna te condena, Y a duelo y amargura.
Los lazos
caprichosos que otros días
—Por pasatiempo— a tu placer tejías, Fueron de seda y oro; Los que ahora rinden tu valor primero Son eslabones de pesado acero, Templados con tu lloro.
¿Qué esperaste ¡ay
de ti! de un pecho helado,
De inmenso orgullo y presunción hinchado, De víboras nutrido? Tú —que anhelabas tan sublime objeto— ¿Cómo al capricho de un mortal sujeto Te arrastras abatido?
¿Con qué velo tu
amor cubrió mis ojos,
Que por flores tomé duros abrojos Y por oro la arcilla? . . . ¡Del torpe engaño mis rivales ríen, Y mis amantes ¡ay! tal vez se engríen Del yugo que me humilla!
¿Y tú lo sufres,
corazón cobarde?
¿Y de tu servidumbre haciendo alarde, Quieres ver' en mi frente El sello del amor que te devora? . . . ¡Ah! velo, pues, y búrlese en buen hora De mi baldón la gente.
¡Salga del pecho
—requemando el labio—
El caro nombre, de mi orgullo agravio, De mi dolor sustento! ¿Escrito no le ves en las estrellas Y en la luna apacible, que con ellas Alumbra el firmamento?
¿No le oyes, de las
auras al murmullo?
¿No le pronuncia —en gemidor arrullo— La tórtola amorosa? ¿No resuena en los árboles, que el viento Halaga con pausado movimiento En esa selva hojosa?
De aquella fuente
entre las claras linfas,
¿No le articulan invisibles ninfas Con eco lisonjero? . . . ¿Por qué callar el nombre que te inflama, Si aún el silencio tiene voz, que aclama Ese nombre que quiero?
Nombre que un alma
lleva por despojo;
Nombre que excita con placer enojo, Y con ira ternura; Nombre más dulce que el primer cariño De joven madre al inocente niño, Copia de su hermosura:
Y más amargo que el
adiós postrero
Que al suelo damos, donde el sol primero Alumbró nuestra vida. Nombre que halaga y halagando mata; Nombre que hiere —como sierpe ingrata— Al pecho que le anida.
¡No, no lo envíes,
corazón, al labio! . . .
¡Guarda tu mengua con silencio sabio! ¡Guarda, guarda tu mengua! ¡Callad también vosotras, auras, fuente, Trémulas hojas, tórtola doliente, Como calla mi lengua! |
FRANCISCO DE QUEVEDO “Poderoso caballero Es don Dinero” LETRILLA SATÍRICA
Madre, yo al oro me
humillo:
El es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado,
De contino anda amarillo;
Que pues, doblón o sencillo,
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Nace en las Indias
honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Es galán y es como un
oro,
Tiene quebrado el color,
Persona de gran valor,
Tan cristiano como moro;
Pues que da y quita el decoro
Y quebranta cualquier fuero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Son sus padres
principales
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son reales:
Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
¿A quién no le
maravilla
Ver en su gloria sin tasa
Que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
Mas pues que su fuerza humilla
Al cobarde y al guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Sus escudos de armas
nobles
Son siempre tan principales,
Que sin sus escudos reales
No hay escudos de armas dobles;
Y pues a los mismos robles
Da codicia su minero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Por importar en los
tratos
Y dar tan buenos consejos,
En las casas de los viejos
Gatos le guardan de' gatos.
Y pues él rompe recatos
Y ablanda al juez más severo,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Es tanta su majestad
(Aunque son sus duelos hartos)
Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad;
Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Nunca vi damas
ingratas
A su gusto y afición,
Que a las caras de un doblón
Hacen sus caras baratas.
Y pues las hace bravatas
Desde una bolsa de cuero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Más valen en cualquier tierra,
Mirad si es harto sagaz,
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
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