miércoles, 20 de mayo de 2015

DULCE MARÍA LOYNAZ EL AMOR INDECISO

DULCE MARÍA LOYNAZ 


EL AMOR INDECISO

Un amor indeciso se ha acercado a mi puerta
Y no pasa; y se queda frente a la puerta abierta.
Yo le digo al amor: -¿Qué te trae a mi casa?
Y el amor no responde, no saluda, no pasa.
Es un amor pequeño que perdió su camino:
Venía ya la noche. Y con la noche vino.
¡Qué amor tan pequeñito para andar con la sombra!
¿Qué palabra no dice, qué nombre no me nombra?
¿Qué deja ir o espera? ¿Qué paisaje apretado
Se le quedó en el fondo de los ojos cerrado?
Este amor nada dice. Este amor nada sabe:
Es del color del viento, de la huella que un ave
Deja en el viento. -Amor semi-despierto, tienes
Los ojos neblinosos aun de Lázaro. Vienes
De una sombra a otra sombra con los pasos trocados
De los ebrios, los locos. ¡Y los resucitados!
Extraño amor sin rumbo que me gana y me pierde,
Que huele las naranjas y que las rosas muerde.
Que todo lo confunde, lo deja, ¡y no lo deja!
Que esconde estrellas nuevas en la ceniza vieja.
Y no sabe morir ni vivir: y no sabe
Que el mañana es tan solo el hoy muerto. El cadáver
Futuro de este hoy claro, de esta hora cierta.
Un amor indeciso se ha dormido a mi puerta.


PIEDAD BONNETT: ROMANCE

PIEDAD BONNETT 

ROMANCE



Escucha, amor,
¡Viene la muerte avisando!
Oye entre las duras piedras
Su rumor.
Viene la muerte al galope
Silenciosa y embozada.
Calla y en tu corazón
Escucharás sus pisadas.
Viene la muerte enredando
En su lanza desalmada
Todo lo que va topando.
Viene enredada en la flor,
Viene en el sol dominguero.
Calla, amor, calla y escucha,
Pues ha hecho nido en mi pecho.
¡Y tus besos derramados,
Y tu alma malqueriendo,
Y en tu mirada distante
Toda la vida latiendo!

Viene la muerte cantando,
Viene la muerte avisando:
Oye, amor cruel e inconstante
Su rumor.


lunes, 18 de mayo de 2015

ANTONIO MACHADO RETRATO

ANTONIO MACHADO RETRATO



Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
Y un huerto claro donde madura el limonero;
Mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
Mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
-Ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,
Mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
Y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
Pero mi verso brota de manantial sereno;
Y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
Soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
Corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
Mas no amo los afeites de la actual cosmética,
Ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
Y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
Y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
Mi verso, como deja el capitán su espada:
Famosa por la mano viril que la blandiera,
No por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
-Quien habla solo espera hablar a Dios un día-;
Mi soliloquio es plática con ese buen amigo
Que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
El traje que me cubre y la mansión que habito,
El pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje,
Y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
Me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
Casi desnudo, como los hijos de la mar.

FEDERICO GARCÍA LORCA LA MUCHACHA DORADA

FEDERICO GARCÍA LORCA 

LA MUCHACHA DORADA



La muchacha dorada
Se bañaba en el agua
Y el agua se doraba.

Las algas y las ramas
En sombra la asombraban,
Y el ruiseñor cantaba
Por la muchacha blanca.

Vino la noche clara,
Turbia de plata mala,
Con peladas montañas
Bajo la brisa parda.

La muchacha mojada
Era blanca en el agua
Y el agua, llamara.

Vino el alba sin mancha,
Con mil caras de vacas,
Yerta y amortajada
Con heladas guirnaldas.

La muchacha de lágrimas
Se bañaba entre llamas,
Y el ruiseñor lloraba
Con las alas quemadas.

La muchacha dorada
Era una blanca garra
Y el agua la doraba.


GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER RIMA 51 (XI). YO SOY ARDIENTE, YO SOY MORENA

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER 

RIMA 51 (XI). 

YO SOY ARDIENTE, YO SOY MORENA



Yo soy ardiente, yo soy morena,
Yo soy el símbolo de la pasión,
De ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?
No es a ti, no.

Mi frente es pálida, mis trenzas de oro,
Puedo brindarte dichas sin fin.
Yo de ternura guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?
No, no es a ti.

Yo soy un sueño, un imposible,
Vano fantasma de niebla y luz;
Soy incorpórea, soy intangible.
No puedo amarte.
¡Oh ven, ven tú!


domingo, 17 de mayo de 2015

LORD ALFRED TENNYSON LÁGRIMAS, INDOLENTES LÁGRIMAS

LORD ALFRED TENNYSON 

LÁGRIMAS, INDOLENTES LÁGRIMAS



Lágrimas, indolentes lágrimas, no sé qué significan:
Lágrimas que desde lo profundo
De alguna divina desesperación
Se alzan en la esencia del corazón,
Y se reúnen en torno a los ojos
Al contemplar los alegres campos de otoño,
Pensando en los días que ya nunca serán.

Frescas como el primer rayo brillante sobre la vela,
Convocando a nuestros amigos del inframundo,
Triste como el último lamento agónico
Que se hunde en el abismo con todo lo que amamos.
Tan tristes, tan frescas, como los días que ya no serán.

Tristes y extrañas como los oscuros crepúsculos del verano,
Las primeras voces de las aves cantaron
Sobre los oídos muertos, junto a los muertos ojos
Que contemplan la mañana trepando sobre la ventana;
Tan tristes, tan frescos, como los días que ya no serán.

Amados como el recuerdo de los besos tras la muerte,
Y dulces como la indiferente fantasía fingida
Sobre aquellos labios que serán de otro;
Profundas como el Amor,
Profundas como el primer Amor,
Salvajes huellas de un pálido remordimiento.
Oh, amarga Muerte en Vida, ellas son el lamento
Por los días que ya nunca serán.


WILLIAM SHAKESPEARE MIRA A TU ESPEJO, Y A TU ROSTRO DILE

WILLIAM SHAKESPEARE 

MIRA A TU ESPEJO, Y A TU ROSTRO DILE 



Mira a tu espejo, y a tu rostro dile:
Ya es tiempo de formar otro como éste.
Si no renuevas hoy su lozanía,
Al mundo engañas y a una madre robas.
¿Quién es la bella del intacto seno
Que tu cultivo marital desdeñe?
Y, ¿quién tan loco para ser la tumba
De un amor egoísta sin futuro?

Tu madre encuentra en ti, que eres su espejo,
La gracia de su abril, su primavera;
Así, de tu vejez por las ventanas,
Aunque mustio, verás tu tiempo de oro.

Mas si pasar prefieres sin memoria,

Muere solo y tu imagen morirá.